La relación entre la deuda remunerada y la base monetaria se ha tornado muy peligrosa, y probablemente la nueva edición del llamado dólar soja contribuya a echar más leña al fuego.
Imposible evitar recordar las palabras del propio Gabriel Rubinstein, casi como un pedido de auxilio ante la incomprensión de sus propios compañeros de gobierno, lo cual no lo exculpa de formar parte de este gran lío en que nos ha metido la administración de los Fernández.
Es que hay parámetros que desvelan hasta al más pintado. La Universidad Austral y el Romano Group calculan periódicamente el Índice de Riesgo Monetario (IRM), que obtuvo un valor máximo durante el mes de octubre. Estos especialistas aseguran que la tendencia para lo que resta del año es de un deterioro de la mayoría de las variables del índice, en un contexto en el cual el Gobierno utilizaría como última alternativa una devaluación discreta de la moneda que estabilizaría ciertas variables macroeconómicas.
Este es un índice cuyo mes y año de base es octubre de 2010, con estadísticas oficiales del INDEC y el BCRA. Se construye a partir de variables como los pasivos remunerados (Leliq, pases, lebac), la Base monetaria respecto de PBI, pasivos remunerados respecto de PBI, pasivos remunerados respecto de la Base monetaria., riesgo país, reservas internacionales brutas, saldo de la balanza comercial mensual, tipo de cambio oficial, tasa de interés real, inflación y PBI.
Un índice superior al 60% evidencia un escenario de altísima fragilidad monetaria. En esa cuerda floja se ubicó octubre, en los límites de un shock para la economía doméstica. ¿Las consecuencias? Podría derivar en un golpe de confianza en el país y acciones en consecuencia, aunque es más factible inclinarse hacia un proceso de desconfianza que incluya corridas cambiarias y reestructuraciones forzosas de activos. Desde el Romano Group advierten que este indicador podría predecir eventos extraordinarios, como una devaluación de la moneda.
El deterioro registrado el último mes tiene relación con el incremento de la deuda remunerada del BCRA, principalmente a partir de las Leliq. El vínculo con la Base Monetaria alcanza el 210% y se seguiría complicando como resultado de los efectos colaterales del dólar soja III. "Ciertamente la tendencia se tornaría más compleja", dicen estos especialistas.
Para entender lo delicado de la situación, la última vez que se superó el 200% fue durante el periodo final del gobierno de Alfonsín. Otra vez asalta la memoria e inquieta el espíritu Rubinstein y su mensaje respecto de los riesgos de coquetear permanente con la hiperinflación. El paper exalta el hecho de que los pasivos remunerados alcanzan los $9 billones., en dólares equivalentes algo así como u$s 57.000, superiores incluso a las reservas brutas del BCRA.
En el mes bajo análisis se verifica una mejora en la balanza comercial. Tiene que ver con el aluvión exportador generado por el dólar soja de septiembre, más el nuevo SIRA, que ahorca las importaciones. También ayudan las temperaturas de la época y la caída en la necesidad de comprar gas fronteras afuera.
Los autores de este índice creen que "persistirá la presión devaluatoria sobre el tipo de cambio oficial y también sobre los dólares financieros en los próximos meses por tres factores fundamentales: la brecha nuevamente es muy elevada, hay un contexto complejo por la merma de divisas que traerá la cosecha fina y una emisión que no cesa del Banco Central para sostener los precios de los títulos emitidos por el tesoro nacional".
Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. La Argentina no necesita una atención de urgencia en la salita del barrio, precisa un diagnóstico detallado de sus males y la opinión de los mejores especialistas. No es un paciente fácil.