Con el menor caudal del río Iguazú en los últimos 15 años, la ciudad de las Cataratas -que ya viene muy golpeada por la crisis del coronavirus- vive horas muy complicadas en cuanto al abastecimiento de agua potable, como consecuencia del cierre de compuertas de las represas brasileñas, que contribuyó a agudizar la ya de por sí extraordinaria bajante de dicho curso.
El "pico" mínimo se alcanzó al mediodía de ayer con apenas 287 metros cúbicos por segundo, aunque durante toda la jornada se estabilizó en torno a los 289, un poco por debajo de los registros del sábado, según el informe emitido cada hora por la brasileña Companhia Paranaense de Energia (COPEL). Cabe recordar que el flujo habitual ronda los 1.500 metros cúbicos por segundo. El mínimo histórico de este siglo se registró en 2006, con apenas 256.
Cuatro días sin vital líquido
Si bien desde hace una semana se venía anticipando la posibilidad del faltante de agua, el sábado la situación se había tornado insostenible para el Instituto Misionero de Agua y Saneamiento (IMAS), encargado de la provisión del vital líquido, que tuvo que adoptar medidas paliativas ante la escasez que afecta a todo el municipio.
Es que las bombas de la toma de agua cruda para posterior consumo humano quedaron por encima del caudal del río y, por lo tanto, inutilizadas, de forma que el suministro para toda la ciudad se redujo a lo que se puede extraer de la toma secundaria, sobre el arroyo Mbocay.
Muchos barrios están sin vital líquido desde el jueves, entre ellos Primavera, Villa Alta y algunos sectores del centro de la ciudad.
Hasta el momento el IMAS "logró poner en funcionamiento un equipo de 175 hp con una bomba" y "se sigue trabajando a fin de poder poner en funcionamiento una bomba grande", explicó a través de un comunicado el director de Servicios del Instituto Provincial, Ulises Espinosa.
Con este nuevo equipo, más lo que se extrae del Mbocay, se busca producir unos 700 metros cúbicos por hora, que serán distribuidos en toda la ciudad de forma sectorizada, por lo que se recomienda a los vecinos que, una vez que cuenten con el suministro, sigan haciendo uso lo más racional posible, pues sólo lo tendrán por unas horas al día hasta que se pueda llegar a una solución de fondo.