"Las malezas resistentes, los excesos de agua, y la cantidad enorme de glifosato que usamos están poniendo en el banquillo a la agricultura clásica. No creo que necesitemos un cambio radical, pero esos momentos del año en que no estamos cultivando se pueden aprovechar con cultivos de servicio que ofrecen mejoras en el suelo". La frase corresponde a Esteban Jobbagy, el Ingeniero agrónomo con especializaciones en Ecología y en Recursos Naturales, investigador superior del Conicet, con base en la Universidad Nacional de San Luis, que integró hasta hace poco más de un mes el equipo de expertos que elaboró el informe especial "El cambio climático y la Tierra", del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (Ipcc), organismo de Naciones Unidas para el que ya colaboró en años anteriores.
En una reciente nota de este diario, el experto advirtió que las malezas resistentes, los excesos de agua, el déficit de fósforo y el altísimo uso de herbicidas ponen en el banquillo a la agricultura clásica. "El sistema quirúrgico de apagar la vegetación por períodos largos y prenderla por períodos cortos, está bajo la lupa.
Manos a la obra
Partiendo desde esta introducción, los cultivos de servicio son una herramienta agronómica que ya está dando sus resultados concretos. Y a la hora de achicar la brecha que existe entre el rendimiento potencial y el real, especialistas del INTA Cañada de Gómez demostraron que la implementación de la vicia sativa como antecesor al maíz (sumada a la fertilización mineral), permitió aumentar hasta un 75 % los rindes del cereal, es decir, unos 6.500 kilos por hectárea.
"La incorporación de los cultivos de cobertura y la fertilización mineral, son dos prácticas tecnológicas que deben complementarse para contribuir a la productividad del maíz y a la sustentabilidad de los sistemas agrícolas", señaló Julia Capurro, especialista en cultivos del INTA Cañada de Gómez.
Frente a la búsqueda permanente de obtener los mayores rendimientos posibles, en la región pampeana sobre todo se utilizan híbridos de maíz diseñados para adaptarse a las diversas condiciones del ambiente, resistir el ataque de insectos y tolerar las enfermedades más frecuentes. Sin embargo, a pesar de todas estas cualidades, es habitual observar esquemas de fertilización deficientes y que no cumplen con los rendimientos objetivos esperados ni con los parámetros de sostenibilidad.
Suelos con hambre
En este sentido, Capurro indicó que "una proporción importante de lotes de maíz se maneja con planteos de fertilización insuficientes, decisión que limitará la respuesta de la tecnología". Y agregó: "La adecuada nutrición del cultivo es uno de los pilares básicos en la definición de los rendimientos y, en consecuencia, es uno de los aspectos determinantes de su rentabilidad".
De todos modos, la búsqueda de sostenibilidad de los sistemas productivos no se limita únicamente a la reposición de nutrientes mediante la fertilización. La incorporación de cultivos de cobertura representa una estrategia para proteger los suelos, minimizar el efecto erosivo que tienen las lluvias sobre suelos desnudos y mejorar la eficiencia de utilización del agua de lluvia.
Vicia como cultivo antecesor
Ensayos de investigación realizados en campos de productores por especialistas del INTA Cañada de Gómez demostraron que la inclusión de una leguminosa, en un esquema de producción agrícola continua, es una estrategia recomendable para frenar el deterioro del suelo y aportar a la sustentabilidad del ambiente.
"El cultivo de vicia sativa aporta carbono, genera cobertura superficial lo que mitiga los procesos de erosión hídrica y eólica, inhibe el desarrollo de malezas y reduce el requerimiento de fertilizante nitrogenado", describió Capurro quien, además, destacó que su incorporación como cultivo de invierno antecesor permitió obtener mayores rendimientos en maíz.
"El maíz, que tuvo vicia sativa como cultivo antecesor y un esquema de fertilización adaptado a los requerimientos de la zona, alcanzó los 15.101 kilos por hectárea", explicó la especialista del INTA y agregó: "Si se compara con el manejo de maíz sin el cultivo de vicia y sin una adecuada estrategia de fertilización, el maíz rindió 8.602 kilos por hectárea, unos 6500 kilos de diferencia".
Fuente: El Litoral de Santa Fe