La exportación, que ya representa el 27% de la demanda, va ocupando el centro de la escena. "Pero el dinamismo de este sector no alcanza todavía para arrastrar al 73% restante, que es el consumo interno, cuya demanda está muy floja", graficó Ignacio Iriarte en su informe ganadero para Fifra.
"En cualquier otro momento de la historia, -explicó el analista-, los magros 50 kg per cápita equivalente anual disponibles para el consumo doméstico, hubieran provocado una explosión en los precios del ganado, como en el 2010-2011, pero hoy 'el consumo se ha entregado sin pelear' al decir de una matarife".
Actualmente, la vaca gorda tiene un precio diferencial, -que se destina al consumo y también a la exportación-, la vaca conserva o manufactura que va a China, y el novillo pesado, pero según Iriarte, "hace meses que la hacienda liviana de consumo vale casi lo mismo: la oferta de feedlot se ha recuperado y lo que se envía a faena le alcanza y sobra a un mercado de consumo interno muy planchado".
Lee también:Las pymes tucumanas en contra las políticas nacionales
Todas las buenas noticias vienen del lado externo: el incipiente incremento de las ventas a EE.UU. (R&L, carne orgánica, kosher), el aumento en volumen y de los precios de las exportaciones a China, el acuerdo U.E.-Mercosur, que si bien llevará tiempo y trabajo instrumentarlo y volverlo operativo, tendrá un fuerte efecto positivo sobre el sector. Sólo la reducción a 0% de los aranceles a la cuota Hilton representa una mejora muy significativa (70 millones de dólares anuales) del poder de compra de la industria.
"El criador, mientras tanto, si bien vende mucho mejor sus vacas de refugo, vive esta euforia exportadora desde lejos. Frente a un panorama externo inéditamente favorable, la ganadería argentina ha iniciado hace unos meses un incipiente proceso de liquidación, que no es más acelerado porque el clima está acompañando de manera muy favorable", consideró el analista.
Fuente: El Litoral de Santa Fe