A nivel global, las estimaciones indican que la superficie destinada a la agricultura no solo no aumentará, sino que podría disminuir. Por lo tanto, se espera que los incrementos en producción estén basados en mejoras de los rendimientos. "Entre las prácticas de manejo más relevantes, la definición de la densidad de plantas que permita aprovechar al máximo los recursos, la mejor fecha de siembra para la combinación de la región y el año particular, y la elección del híbrido son de gran importancia en el cultivo de maíz", aseguró el Ing. Agr. Federico Larrosa, Coordinador de Marketing de KWS Argentina.
Desde el año 2005 KWS tiene en Argentina un Programa de mejoramiento genético propio, y en 2017 lanzó el segundo Programa orientado a las siembras tardías. En este marco, el equipo de Desarrollo de Producto ha implementado un sistema de evaluaciones de híbridos experimentales y precomerciales para conocer el mejor posicionamiento (fecha de siembra, densidad, etc.) para cada uno de ellos.
El ambiente es determinante
"La definición de la densidad en maíz es una práctica clave para lograr máximos rendimientos", agregó Larrosa, y, a diferencia de la mayoría de los cultivos, el rendimiento de éste aumenta a medida que la densidad es mayor, hasta un punto máximo, en el que comienza a decrecer.
A partir de ese óptimo, el rendimiento se reduce porque el aporte de cada planta adicional es menor a lo que pierden las demás por efecto de la competencia. En densidades por debajo del óptimo, por otro lado, los rendimientos por unidad de superficie son bajos porque las plantas no aprovechan la totalidad de los recursos disponibles.
"Sin embargo, esa densidad óptima varía de acuerdo con la calidad del ambiente (por ejemplo, en disponibilidad de agua o nitrógeno)", enfatizó. La cantidad de plantas necesaria para alcanzar los máximos rendimientos aumenta con la calidad del ambiente.
De hecho, si mantenemos muy altas densidades en el peor ambiente, el rendimiento será inferior al que conseguiríamos bajando el número de plantas/m2. En este punto, el técnico aseguró que el "manejo de densidad por ambiente" se logra cuando, atendiendo a la disponibilidad ambiental, se asigna al lote una cantidad de plantas tal que le permita a cada una de ellas crecer mucho (no el máximo) y presentar un buen estado fisiológico. Para los cultivos de maíz que se encuentran en la zona núcleo, y que apuntan a altos rendimientos, las densidades óptimas suelen ser más altas que para el resto del país.
Diferencias por híbrido
Evidencias recientes han demostrado que los genotipos también responden de distinta forma a la densidad, creando la necesidad de que el productor no sólo decida cuántas semillas sembrar por hectárea basándose en la calidad del ambiente, sino también en el genotipo que va a utilizar. Es por este motivo que los estudios de KWS se basan en conocer esa respuesta.
Por ejemplo, si los recursos del ambiente nos permiten esperar 7.000 kg/ha, podemos "traducir" eso en 70.000 plantas/ha de un híbrido de espigas de 100 gramos o en 55.000 plantas/ha con espigas de 130 gramos de granos en promedio, con 14,5° de humedad.
La diversidad del programa genético de KWS, entre distintas estrategias de manejo de densidad en cada uno de los ambientes, eventos tecnológicos para el control de insectos o uso de herbicidas, permite al productor elegir con libertad su manejo agronómico.