Hace varias décadas que se han intentado llevar adelante acciones desde diferentes ámbitos para incrementar el consumo de frutas y hortalizas. Pero la realidad es que los números indican que los argentinos continúan sin incorporar estos nobles y nutritivos alimentos. En relevamientos realizados entre consumidores aparecen algunas pautas que hacen proyectar que se puede aumentar en casi 200 gramos por día el consumo que existe hoy en Argentina de frutas y hortalizas.
¿Por qué es tan bajo? Las razones son múltiples y variadas. Muchas se resumen en desconocimiento. Apenas se reconocen unas pocas frutas y hortalizas: las tradicionales. De la existencia del resto poco se sabe y mucho menos cómo cocinarlas o de qué forma consumirlas. Tampoco se conoce el calendario de alternativas en cada temporada.
Entonces, al optar por productos que no son de estación, los precios pueden no resultar atractivos. Se suma que se trata de alimentos perecederos que requieren cuidados adicionales y con una vida útil que en algunos casos es muy corta. Implica, a su vez, tener que organizar las comidas y a veces en la vorágine de la vida diaria resulta muy difícil. Si bien los consumidores saben que estos alimentos son muy importantes para la salud y para una dieta más saludable, a pesar de eso no los eligen.
¡Les falta marketing!
Por allí pasa una de las claves del éxito, sobre todo para los niños. Las recomendaciones de los organismos internacionales como la FAO o la Organización Mundial de la Salud recomiendan consumir 700 gramos de frutas y hortalizas por día. Está claro que estamos muy lejos del ideal, pero no somos los únicos. Tal vez pareciera ser pura lógica pero muy pocos países la implementaron: las campañas exitosas y los cambios de hábito en la población se lograron a través de articulaciones público-privadas.
Ni el Estado por un lado, ni los privados por el otro. Juntos fueron más y lograron en algunos casos, en varios años, duplicar el consumo. Esa es la aspiración. Llegar al menos a los 400 gramos por día para cada argentino. El lado positivo es que distintos actores de las cadenas de valor han entendido el problema y están actuando en consecuencia. Frutas con envases que cuentan historias de sus personajes preferidos, variedades prácticas y tentadoras para que los chicos quieran consumir la fruta como un snack.
Tecnologías como la deshidratación o liofilización permiten contar con opciones prácticas. Jugos naturales, dulces, mermeladas, frutas y hortalizas orgánicas. De esta forma, se entiende que un cambio de hábito tiene numerosas aristas y que involucra a toda la sociedad. Además, se trata de una acción que todos la ven como positiva y necesaria. No existen grises en este punto. Por eso, 62 entidades públicas y privadas firmaron un compromiso con el Ministerio de Agroindustria para acompañar la iniciativa, que no es del Estado, es de todos.
Desde el Ministerio de Agroindustria se inició una campaña de este tipo porque en aquí el trabajo se basa en el análisis de las cadenas de valor en todas sus etapas: desde el productor hasta llegar al consumidor. Nos interesan y ocupan ambos extremos. La campaña en redes sociales #MásFrutasyVerduras es el mejor ejemplo de una política pública donde todos ganan.
Los ejes combinados y articulados de producción, salud y alimentación son el mejor ejemplo que permite este proceso de construcción colectiva. Están dadas todas las condiciones para apostar al éxito.
Mercedes Nimo - Directora Nacional de Alimentos y Bebidas, Ministerio de Agroindustria