Así como Mauricio Macri puede quejarse con razón de un mundo que no para de darle malas noticias -a diferencia de los Kirchner, que vivieron el auge de los commodities-, Cristina Kirchner también tuvo su crisis externa: la de las hipotecas.
Estalló cuando los superávits gemelos ya habían desaparecido y la inflación comenzaba a crecer. Así fue que, a poco de llegar al poder y necesitada de financiamiento, puso la mira en el campo, y su flamante ministro de Economía, Martín Lousteau, diseñó el sistema de
retencionesmóviles, caracterizado como la Resolución 125. De inmediato el campo se puso en estado de alerta y no tardaría en declararle la guerra al gobierno.
La disposición se conoció el 11 de marzo de 2008, y rápidamente el ministro Lousteau comenzó a acumular pedidos de interpelación. El primero fue presentado el 13 de marzo por el entonces diputado macrista Christian Gribaudo -hoy funcionario bonaerense y probable sucesor de Angelici en Boca-, Ya sobre fines de ese mes, el entonces vicepresidente de la Nación, el radical Julio Cobos, hacía escuchar por primera vez su voz sobre el tema, para hacer una autocrítica sobre algunos aspectos del conflicto: "A lo mejor faltó una mejor explicación", dijo.
La oposición intentó sin éxito realizar sesiones especiales en el Congreso para derogar la resolución, pero el primer traspié para el gobierno no llegó desde el Parlamento, sino de la Justicia. La jueza Liliana Heiland declaró el 9 de junio inconstitucional la medida, ya que en la modificación del esquema que regía había una decisión tributaria en la que debió haber intervenido el Congreso. Horas después, la Presidenta anunció un plan social que sería financiado por el dinero recaudado por las
retencionesque superaran el 35% que se cobraba hasta el 10 de marzo pasado.
El fin de semana previo los acontecimientos habían pasado a mayores, con la detención del dirigente agrario
Alfredo De Angeli-hoy senador del PRO-, y en ese contexto el vicepresidente Cobos volvió a hablar, convocando al Poder Ejecutivo y a las entidades agrarias a "recuperar el diálogo para buscar una salida al conflicto" desatado hacía ya 96 días. Al día siguiente, el 17 de junio de 2008, la Presidenta de la Nación anunciaba finalmente que las
retencionesmóviles serían debatidas en el Congreso. El argumento expresado a través de la cadena nacional era que quería darle a la medida un "contenido democrático".
"Fue una decisión muy inteligente", elogió Julio Cobos ese mismo día.
El proyecto obtuvo dictamen el jueves 3 de julio y fue llevado al recinto al día siguiente, un día infrecuente para sesionar. Al trascendental debate asistió el propio ex presidente Néstor Kirchner, y al cabo de 17 horas, ya en los primeros minutos del sábado 5 de julio, el proyecto fue aprobado por 129 votos a favor, 122 en contra y 2 abstenciones.
Una diferencia extremadamente exigua para lo que solían ser las votaciones en la Cámara baja, donde ya nada fue como había sido hasta entonces, pues el tema abrió una grieta que cimentó el surgimiento del peronismo disidente.
El gobierno tenía premura para sacar la ley en el Senado, donde el dictamen del oficialismo se impuso el 12 de julio. Para entonces el kirchnerismo ya estaba fastidiado con Cobos, a quien Miguel Pichetto reclamó "que deje de entrometerse", pues el vicepresidente mantenía una hiperactividad notoria en el tema, manteniendo reuniones con diversos sectores en busca de alternativas viables que su gobierno no buscaba.
El 13 de julio se afirmaba que las negociaciones encabezadas por la propia Cristina Kirchner y el jefe del bloque Miguel Pichetto habían acercado al kirchnerismo a lograr el éxito esperado. El oficialismo ya contaba con 35 votos, sólo le faltaban 2 y había 4 indecisos. Eran el catamarqueño Ramón Saadi, el radical K santiagueño Emilio Rached y los dos senadores del ARI fueguino: José Martínez y María Rosa Díaz.
Dos días después, al cabo de una reunión del bloque kirchnerista y en vísperas de la sesión, el senador neuquino Marcelo Fuentes afirmaba que tenían "los votos suficientes", y para aventar dudas que habían surgido aseguraba: "No hay empate técnico". "Se quiso generar confusión con la decisión de los legisladores aliados", expresaba en ese sentido la senadora mendocina Marita Perceval, apuntándole a los medios por esas versiones.
Así se llegó al día de la sesión, el 16 de julio de 2008, con los fueguinos ya decididos a apoyar el proyecto del gobierno, y en consecuencia el resultado parcial era de 35 a 35, con solo dos indefinidos, Saadi y Rached, que se terminarían definiendo el primero por la afirmativa y el segundo en contra. Así las cosas, se anticipaba un empate 36 a 36, que daba lugar a un sinfín de versiones respecto de la actitud que adoptaría el vicepresidente Cobos a la hora de desempatar.
Fue así que promediando la jornada la Dirección de Prensa del Senado emitió el siguiente comunicado: "Ante versiones periodísticas aparecidas en distintos medios de comunicación sobre la postura que el vicepresidente Julio Cobos tomará con su voto ante un empate en la votación, el Presidente del Senado manifestó que sólo dará a conocer su voto en caso que dicha situación se produzca en el recinto 'no antes, ni después'".
Para las 22, Pichetto ya tenía la certeza de que Cobos votaría en contra. Los radicales también lo sabían, pero les preocupaba su ausencia en el recinto, y fue así que el presidente del bloque, Ernesto Sanz, comenzó a requerir su presencia.
Lo hizo cinco veces a lo largo de un discurso que fue alargando a la espera de que su comprovinciano apareciera. No sucedió. "Qué bueno sería tener al vicepresidente de la Nación acá. Insisto: esta es una noche especial", expresó al requerirlo por cuarta vez, y concluyó su discurso hablándole al ausente ingeniero: "Entre mendocinos nos íbamos a entender. Yo quería pedirle a Julio Cobos que piense en el país, pero parándose desde nuestra querida Mendoza. Cuando tenga que desempatar, que se acuerde de Tunuyán, de Lavalle, Rivadavia, San Rafael, cuando tenga que decidir, porque estoy seguro que acordándose de todos estos mendocinos, va a votar el vicepresidente de la Nación que en los últimos 20 días sorprendió a muchos con gestos de búsqueda de consenso".
"Si es el mismo de los últimos 20 días tiene que votar en contra de la media sanción de Diputados, porque no lo está haciendo en contra del gobierno que él integra", dijo Sanz.
Miguel Angel Pichetto cerró el debate cerca de las 4 de la madrugada.
Promediando su discurso vio a Cobos sentarse en su sitial. "Como oficialistas -quiero repetir esta frase: como oficialistas-, estamos ratificando la autoridad institucional del país", expresó en un pasaje. Y más adelante, relató el diálogo que había tenido con un periodista, que le preguntó qué haría el vicepresidente en caso de empate. "Indudablemente que el vicepresidente de la Nación va a acompañar al gobierno, es un hombre del gobierno; no puedo concebir otro lugar y otro espacio que no sea el de acompañamiento al gobierno", dijo haber respondido.
"Más allá de esto, vicepresidente, usted tiene hoy una gran responsabilidad institucional, histórica.
Esperemos que la ejerza con to- do su criterio, prudencia y con toda la decisión que usted tiene que tener como hombre de Estado", agregó el rionegrino.
La votación arrojó el esperado 36 a 36. Entonces el titular del cuerpo pidió -casi como un ruego- un cuarto intermedio "para buscar una solución más consensuada que la sociedad argentina está esperando".
Alargó el discurso, a instancias del presidente provisional, José Pampuro, que se lo había sugerido para tratar de convencer mientras tanto al bloque. No hubo caso. Pichetto le respondió, con la frase que Jesús dijo a los discípulos: "Lo que haya que hacer, hagámoslo rápido".
Y agregó: "Tengo instrucciones. Nosotros hemos reafirmado una posición.
No quisiera estar en su lugar".
"Por la tranquilidad y seguridad personal de los legisladores, que esto se termine esta noche", reclamó por su parte el jefe de bloque radical Ernesto Sanz.
Luego de que una nueva votación ratificara el empate, todo quedó en manos del vicepresidente.
Nervioso, Cobos comenzó a hablar: "Sé que me cabe una responsabilidad histórica en esto", arrancó, y tras admitir que desde lo político le recomendaban acompañar el proyecto, aclaró que "mi corazón dice otra cosa, y no creo que esto sea el motivo para poner en riesgo el país, la gobernabilidad, la paz social".
Dijo que quería seguir siendo "el vicepresidente de todos los argentinos y compañero de fórmula hasta el 2011 con la actual presidenta de los argentinos". Sugirió su creencia de que la Presidenta lo iba a entender "porque no creo que sirva una ley que no es la solución de este conflicto", y encaró el tramo final.
"La historia me juzgará, no sé cómo, pero espero que esto se entienda", señaló, para luego aclarar que "no puedo acompañar y esto no significa que esté traicionando a nadie. Estoy actuando conforme a mis convicciones". .
Ya no había dudas de cómo votaría, y menos cuando agregó su pedido a la Presidenta de los argentinos para que enviara un nuevo proyecto que contemplara todo lo que se había dicho allí. Y concluyó: "¡Que la historia me juzgue! Pido perdón si me equivoco. Voto... Mi voto no es positivo.
Mi voto es en contra".
Eran las 4.20 de la madrugada del 17 de julio de 2008. Ya pasó una década de ese momento dramático que quedó en la historia.
José Angel Di Mauro