Lo bueno que dejan las lluvias en la región agrícola argentina de las últimas semanas, es la posibilidad de apuntalar las siembras de trigo de cara a la nueva campaña 2018/19.
En un contexto favorable de precios y con la humedad en los suelos asegurada, el sector productivo podría extender la superficie cubierta a alrededor de 6 millones de hectáreas, según la expectativa promedio del mercado, creciendo un 10% con respecto al año anterior. De alcanzarse esa cifra, la contribución del trigo al Producto Bruto Argentino ascenderá a US$ 3.800 millones, en tanto que su complejo aportará divisas por US$ 2.800 millones.
La necesidad del productor de recuperar rápidamente fondos luego de una campaña gruesa diezmada por la sequía y mantener el esquema de rotación de los cultivos apuntala el interés de los hombres de campo de sembrar trigo. Además, el precio que promete el trigo para la nueva campaña cierra la ecuación de costos, con valores a enero 2019 que rondan hoy los US$ 190 a 200/t, cuando a la misma altura del año pasado el productor se aprestaba a sembrar con precios a cosecha en torno a los US$ 155/t.
El último escollo que se interponía con las intenciones de sumar hectáreas sembradas con trigo este invierno y que era la falta de humedad en los suelos quedó atrás, luego que durante el mes de abril y en lo que va de mayo se interrumpiese abruptamente la "peor sequía de los últimos 50 años". El mapa que se expone compara la situación a comienzos de abril con la condición de los suelos al 09 de mayo, resultando evidente que se recompusieron los perfiles de humedad en casi todo el territorio argentino, con excepción del oeste cordobés, norte de La Pampa y centro-sur de Buenos Aires.
Bajo las actuales condiciones, el consenso del mercado apunta a que la superficie sembrada con trigo en Argentina la próxima campaña 2018/19 aumentará respecto a los 5,5 M ha del año anterior a su valor más alto de la última década en torno a los 6 M ha, según la expectativa promedio del mercado (GEA - Bolsa de Comercio de Rosario prevé -tentativamente y en forma no definitiva- 5,7 M ha, en tanto que el Servicio Agrícola Extranjero del Departamento de Agricultura de Estados Unidos publicó una proyección de 6,2 M ha). En cuanto al rinde, éste exhibe una tendencia claramente alcista en los últimos años vinculado a la mayor aplicación de tecnología y un manejo más cuidado del cultivo, que ha asegurado niveles récord de productividad durante dos años consecutivos. Asumiendo un rinde tendencial para los últimos 10 años, éste alcanzaría en el nuevo ciclo los 32,9 qq/ha, algo por encima del promedio de las últimas cinco campañas.
Con estas variables y tomando una superficie perdida promedio, la producción de trigo argentina 2018/19 estaría en condiciones de alcanzar los 19 millones de toneladas, el mayor volumen en la historia de nuestro país y medio millón de toneladas por encima del récord anterior, alcanzado en el ciclo 2007/08.
A los precios actuales del trigo para enero 2019 y que promedian en nuestra zona los US$ 190 a 200/t según surge de la referencia del MATba, ello representa un aporte al Producto nacional de US$ 3.800 millones, una cifra importante. Al mismo tiempo, considerando un consumo interno de productos de la molinería estable, el volumen estimado de producción habilitaría exportaciones en torno a los 12,3 millones de toneladas, muy cerca del récord histórico de 12,8 Mt logrado en la campaña 2016/17. Con estos números, más otras 700 mil toneladas que podrían exportarse de harina, ello significa que el complejo triguero estaría en condiciones de aportar divisas por unos US$ 2.800 millones durante el año comercial 2018/19. Un valor muy relevante.
En suma, el sector productivo se apronta -en base a necesidades propias y a señales propicias que le da el mercado- a igualar la marca de hectáreas cubiertas con trigo que Argentina tenía 10 años atrás. Ese esfuerzo, si el clima acompaña, podría derivar en cosechar el próximo verano el mayor volumen de producción en la historia del país, producción que derivará no sólo en, literalmente, llevar el pan a la mesa de todos los habitantes sino también en mayor actividad, empleo y exportaciones para aportar a un crecimiento sustentable de nuestra Nación.
Por Julio Calzada y Emilce Terre