Argentina se consolidó en 2017 como el país con más alto consumo de carnes del mundo, contabilizando la demanda de cortes bovinos, porcinos y aviares.
Y una explicación a este fenómeno puede encontrarse en el precio de estos alimentos: según el economista Juan Manuel Garzón, del Ieral de la Fundación Mediterránea, la cantidad de salarios que se necesitan para comprar carne es la más baja de la última década.
Suponiendo un consumo promedio de 110 kilos por persona al año (60 de carne bovina, 40 de pollo y 10 de cerdo), Garzón estima que un trabajador registrado en el sector privado, gastó el 3,1 por ciento de su salario el año pasado para alcanzar ese valor. El promedio entre 2007 y 2016 se ubicó en 3,77 por ciento, con un pico del 4,5 por ciento en 2010.
Pero lo que es bueno para el que consume no es bueno para el que produce: esta relación se debe, en gran medida, a que el precio de la hacienda está en su valor más bajo de los últimos siete años.