Ministros de la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay pasaron un frío miércoles en Bruselas, a puertas cerradas, analizando la oferta que la Unión Europea (UE) les llevó en las últimas horas, para responder a los requerimiento europeos, siendo el cupo de la carne bovina uno de los tantos aspectos sensibles que no les permite anunciar el arribo a un acuerdo político para la asociación estratégica entre ambos bloques.
La unión aduanera recibió el martes una propuesta europea para aumentar los futuros cupos de acceso a la carne vacuna, planteados originalmente en 70.000 toneladas, para llegar a las 100.000 toneladas anuales. Se trata de una mejora en el cupo del 42% respecto a la propuesta sobre la mesa en diciembre, pero aún escasa para el potencial y las ambiciones del cono sur.
Según la información que recabó El Cronista, esas 100.000 toneladas no se habilitarían inmediatamente, sino en tres cuotas, con un tiempo suficiente para "amoldarse" a un ingreso que es muy resistido por Francia, Polonia e Irlanda, países con producción pecuaria. Del lado sudamericano la respuesta no se hizo esperar. "No es muy poco, pero sí es poco", se quejó en charla confidencial una alto funcionario.
En el trazo fino, los europeos plantean un mecanismo similar al que los países sudamericanos demandaron para asegurar un aterrizaje suave de la industria: las "canastas" arancelarias. Mientras el Mercosur negocia mayores cuotas para la producción agropecuaria, pero asegurándose plazos para la desgravación de las manufacturas de origen industrial, los europeos retrucan con un esquema similar. Es decir, con una "canasta" cárnica.
Para el Mercosur, las actuales condiciones son insuficientes. Brasil, el más interesado en aumentar los cupos para la exportación de bioetanol, no recibió novedades al respecto, y de momento hay un planteo para incluir el maíz en las conversaciones. De igual modo, hay un fuerte reclamo porque la negociación no contempla cupos de carne aviar. Los funcionarios argentinos en Bruselas evitaron dar precisiones sobre estos detalles, pero confirmaron que el Gobierno "tiene el compromiso de llegar a un acuerdo en las próximas semanas" y por eso "trabaja codo a codo con los socios" en la evaluación de las ofertas.
Los negociadores de la Comisión Europea, con más experiencia negociadora, también ponen la presión por estas horas sobre más concesiones arancelarias. Se descuenta que el Mercosur ya rebajó su pretensión de protecciones de 15 años, como planteó en diciembre, a una década de espera. Y también dio señales de ya estar sobre la cuerda.
Mientras tanto, al interior de la UE, Francia continúa inamovible. El gobierno galo, en boca de su ministro de Agricultura, Stéphane Travert, expresó su deseo de encontrar un "resultado equilibrado", y sentenció: "Por el momento, las cuentas no salen".
También el presidente francés, Emmanuel Macron, había planteado que no iba a tolerar que se crucen ciertas "líneas rojas" en el acuerdo, especialmente en lo que concierne a las normas de seguridad alimentaria y calidad de producción, ya que tema un una fuerte vulneración de su industria local.
En tanto, Brasil hizo saber, sobre otro capítulo de la negociación, que tampoco permitirá que se crucen "líneas rojas" respecto a la cesión de derechos de propiedad intelectual, un tema central para las farmacéuticas y otras firmas de la industria del conocimiento.
Tras la reunión ministerial del martes, los negociadores de la UE y del Mercosur tienen previsto reunirse mañana en Bruselas para "profundizar en las discusiones". Si todo marcha bien, podría anunciarse una ronda final de negociaciones en Asunción del Paraguay, a mediados de febrero.