El viejo y conocido refrán que reza "quien se quema con leche ve una vaca y llora" tiene vigencia por estos días precisamente en el sector que produce esta materia prima para la industria láctea.
Acostumbrados a ver luces al final del túnel que terminan siendo meros reflejos de espejismos, los tamberos argentinos se entusiasman con un escenario que ha mejorado con respecto a la debacle productiva que ocurrió en 2016. Pero aún no se atreven a descorchar y arrojar fuegos artificiales. Están a la espera de más señales, para que el rebote ocurrido en los últimos meses del año pasado se transforme en un repunte construido sobre bases firmes y consolidadas.
La información que mensualmente releva el área de estadísticas de la Subsecretaría de Lechería de la Nación muestra que, de enero a noviembre de 2017, la producción cayó a un promedio del 0,7 por ciento mensual, achicando el derrumbe del 8,4 por ciento ocurrido un año antes.
Sin embargo, la película de todo el año esconde una foto más promisoria: desde abril, mes en que se cortó una racha de 12 meses consecutivos de caídas interanuales, el retroceso se transformó en un crecimiento promedio del 1,5 por ciento en la cantidad de leche que salió todos los meses de los tambos argentinos hacia la industria.
Por provincias, los datos sólo están disponibles hasta septiembre, pero muestran una tendencia similar y con buenas noticias para Córdoba: es la jurisdicción con mejores guarismos del país, con un crecimiento promedio del 0,8 por ciento a lo largo del año y del 3,7 por ciento desde la "bisagra" de abril.
Junto con La Pampa, Córdoba logró escapar así a la tendencia negativa del resto de las provincias lecheras. Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos y Santiago del Estero exhiben caídas superiores al promedio nacional.
Testimonios
Lucas Marenchino administra, junto con su hermano, un tambo en un campo de 270 hectáreas en la zona de Las Varillas. Allí llegaron a producir seis mil litros diarios, con 1.100 animales y una decena de empleados. Hoy, tres años después, generan dos mil litros con 450 animales, y sólo quedan ellos dos para todo el trabajo.
El establecimiento de los Marenchino fue uno de los tantos castigados por el doble golpe que significaron la crisis estructural de la lechería y las inundaciones que desplomaron la producción en la cuenca lechera más grande de Sudamérica, situada precisamente en el nordeste cordobés y norte de Santa Fe.
En diálogo con Agrovoz, este productor, que integra también un grupo de Cambio Rural, afirma: "La perspectiva es buena. Estamos asomando la cabeza después de tres años de excesos hídricos que nos dejaron por el suelo, saliendo de las deudas y de todos los problemas que generaron las inundaciones".
Para Marenchino, el gran problema que frena las expectativas del sector tambero es la inflación. Según las cifras de la Subsecretaría de Lechería, el precio pagado por la industria a los productores se situó en 5,75 pesos por litro en noviembre; es decir, 27 por ciento por encima de doce meses antes. Este guarismo supera a la suba del costo de vida, lo que se suma a la mejora real que también había ofrecido 2016. Pero luego de un 2015 en que el valor había caído nominalmente un 20 por ciento.
"La Subsecretaría está ejecutando muchas cuestiones positivas, como los créditos a través del Siglea y el sistema de precios de referencia on line, pero el problema estructural es grande y necesita una voluntad política de todo el Gobierno para dar sostenibilidad definitiva ", opina el productor.
En ese sentido, sostiene que la lechería debería estar incentivada con beneficios financieros o fiscales: "Hoy si comprás una bolsa de alfalfa o de maíz, la mitad es impuestos. Es imposible un desarrollo sostenible así".
Cadena distorsionada
"Aumentamos un poco la producción", admite Guillermo Biolatto, que produce cuatro mil litros de leche diarios en James Craik. Coincide con que hay que hacer foco en los precios, pero apunta más bien a controlar a los diferentes eslabones de la cadena. "El precio actual de la leche es razonable, pero debe seguir subiendo en tranquera al mismo ritmo que en la góndola. El problema son las bajas cíclicas que sufre el precio al productor, cuyas causas nunca quedan demasiado claras. La cadena láctea está distorsionada. Ante una crisis, ningún eslabón resigna ganancia y la paga el tambero", reclama.
Biolatto, que es también dirigente de Federación Agria Argentina, sostiene que otro punto a trabajar desde el Estado es evitar la concentración, con una reforma impositiva que favorezca a las Pyme. "Por ejemplo, sale muy caro tener un empleado en Argentina y tampoco puede ser que un tambo de tres mil litros por mes pague 35 por ciento de Ganancias, lo mismo que una multinacional", ejemplifica.
Algo similar observa Alejandro Leveratto, propietario de un establecimiento que produce cuatro mil litros diarios en Devoto y vicepresidente de la Cámara de Productores Lecheros de Córdoba (Caprolec). Respecto a los precios, afirma que "estábamos cubriendo los gastos operativos, lo que daba las condiciones para que la producción aumente", pero el corrimiento del dólar a fin de año puso un manto de dudas.
Leveratto subraya que "no se hizo nada para ordenar la cadena y evitar que haya sobreoferta en el mercado, que es lo que hace bajar los precios; en Argentina no hay equilibrio como en otros países para que el reparto de la renta sea atractivo para el productor".
Así y todo, es optimista: "En general, todos los productores están con más producción; aumentaron la cantidad de vacas o de leche. Yo estoy 50 por ciento por arriba del año pasado, cuando sufrimos el problema climático, y ahora tengo la expectativa de avanzar otro 20 por ciento, pero dependerá del marco global y de que se pueda evitar la sobreoferta en el mercado interno".
Visión oficial
Las expectativas favorables para la producción lechera también se observan en las oficinas del gobierno de Córdoba. La directora de Producción Ganadera de la Provincia, Liliana Allasia, confía en que "durante 2018 se va a seguir recomponiendo la producción" y que, para apuntalar este proceso, el Estado está trabajando en mejorar las opciones de financiamiento y en adoptar medidas que fomenten el asociativismo.
Para Allasia, inevitablemente la tendencia es hacia un negocio de mayor escala.
"Vamos a tener que lograr un cambio estructural en la manera en que se están manejando las empresas, porque si no hay mucha gente que está quedándose afuera. Una de las líneas de trabajo es ver cómo ayudamos a generar estos megatambos a través de procesos asociativos", destaca.
Inicio de año, con suba en el precio internacional, el índice lácteo de Fonterra mejoró 2,2 por ciento.
Los precios de los productos lácteos comenzaron de manera firme en 2018 en el Global Dairy Trade (GDT), la plataforma comercial de Fonterra (Nueva Zelanda). La mejora se da en un momento en que las importaciones chinas de productos lácteos se vieron impulsadas por sus propios reveses en la producción.
Los precios del GDT aumentaron un 2,2 por ciento en general, con lo que mostraron su ritmo más rápido de crecimiento en siete meses.