En el marco de los talleres que se realizan durante el XXV Congreso de AAPRESID, el ingeniero agrónomo Adrián Correndo, miembro de IPNI Cono Sur, durante su disertación mencionó: "Nos enfocamos sobre la recalibración de umbrales críticos de fósforo en el suelo, específicamente el Fósforo Bray (P-Bray) que es el más utilizado en Argentina para los cultivos de maíz y soja.
Lo que hicimos para este trabajo es recopilar información de muchos ensayos, la mayoría de fertilización, en estos dos tipos de siembra para lo que se contactaron a varios investigadores. Fue a partir de eso que determinamos caracterizaciones simples, groseras en primer término, como por ejemplo el tipo de suelo. La idea era comparar si el uso del P-Bray para estos dos cultivos varía o no según un tipo de suelo y otro".
Correndo también se explayó sobre los diferentes tipos de suelo: "Hicimos una diferenciación, los dividimos en tres grandes grupos: suelos más arenosos (hapludoles), arcillosos (vertisoles) en el otro extremo". A esto agregó: "Pudimos ver que en los suelos arenosos los umbrales tienden a ser un poco más altos, sobre todo a diferencia de un poder buffer, que es más fuerte en los suelos más arcillosos, respecto de los más arenosos".
El ingeniero también manifestó que a través de los resultados arrojados en los distintos ensayos se puede observar cómo variables bastantes simples o discretas pueden ayudar a la interpretación de los análisis de suelo y mejorar la confianza en la herramienta de diagnóstico.
En su exposición remarcó la importancia de los determinantes del umbral de los niveles críticos aclarando que eso puede ser por el potencial de rendimiento. Ante esto, comentó: "La hipótesis era que, por ejemplo, un maíz de un potencial de rendimiento de 8 toneladas difiere de uno de 12 toneladas. Este caso lo pusimos a prueba y no vimos esas diferencias. Lo que comprobamos es que el potencial de rendimiento no afecta los niveles críticos de fósforo ni en maíz ni en soja".
Carrendo también abordó el tema de la georeferenciación: "En la medida que uno pueda tener una caracterización más específica de su lote, mucho mejor será el manejo del mismo. De todas maneras, el llamado de atención que hacemos es que se muestrea muy poco el suelo. Sí, está bien el que se quiera georeferenciarlo pero es necesario, como prioridad, muestrearlo. Los índices en Argentina nos demuestran que en el país se realiza una muestra cada 300 hectáreas y eso es muy grande".
Ante esta situación, la recomendación que dio Carrendo es: "Para sembrar un cultivo barato, de alrededor de dos dólares por hectárea, es fundamental tomar una muestra de suelo para fósforo o azufre, que puede ser extraída a 20 centímetros de la materia orgánica, PH. Este proceso puede llevarse a cabo cada dos o tres años, ya que lo que se observa en esos nutrientes, no tan móviles, es la evolución a lo largo del tiempo" y aclaró: "En cambio para el uso del nitrógeno se debe hacer campaña tras campaña, e incluso lo más cerca de la fecha de la siembra posible y a 60 centímetros del suelo ya que el nutriente es más móvil y está atado a la dinámica del agua".