Desde el INTA Pergamino plantean a la sanidad del cultivo de trigo y cebada es determinante del rendimiento y sobre todo afecta la estabilidad del mismo. El uso de fungicidas, por su parte, ha demostrado ser una herramienta eficaz para controlar las enfermedades foliares. Sin embargo, un manejo integrado de enfermedades teniendo como pilares el tratamiento de semillas contribuirían a reducir el inóculo inicial y proteger la semilla de patógenos habitantes del suelo. Las semillas son un buen medio de sobrevivencia de patógenos y pueden llegar a ser un vehículo de inóculo inicial para el nuevo cultivo.
El tratamiento de semillas con fungicidas actúa sobre el agente inoculante presente sobre o dentro de la semilla impidiendo que se constituya en una fuente inicial o primaria de contaminación y también protege a la semilla de patógenos habitantes del suelo que atacan las raíces. Es una práctica de gran impacto en el desarrollo de epidemias ya que su objetivo es evitar la transmisión de patógenos semilla-plántula y mantener un cultivo con una intensidad de enfermedad por debajo del umbral de daño económico (González, 2011).
Los objetivos del tratamiento de semillas son: erradicar inóculo presente en la semilla, sobre o dentro ·proteger a las semillas y plántulas de hongos que habitan suelo ·disminuir infecciones de enfermedades foliares en las primeras etapas de desarrollo del cultivo · lograr una emergencia más uniforme y una mejor implantación del cultivo.
El proceso de colonización de las semillas por patógenos comienza con algunas enfermedades foliares que afectan el cultivo desde estadios vegetativos y alcanzan alta intensidad en hojas hacia el final de ciclo de la planta. Son ejemplos de esto patógenos de los géneros Bipolaris, Drechslera, Alternaria en cebada y trigo y Ramularia en cebada, que desde los órganos foliares pueden también infectar las espiguillas depositándose en las glumas y finalmente en los granos. Las especies del género Fusarium en cambio infectan durante el proceso de antesis cuando están las anteras de las flores expuestas.
La intensidad de las enfermedades foliares de tipo necrotróficas ha aumentado en las últimas campañas tanto en trigo como en cebada. A grandes rasgos, esto se explica por cambios en las prácticas culturales (rastrojo sobre la superficie, siembra directa), falta de rotaciones, escasa diversificación de cultivares, siembra de cultivares susceptibles, actitud proactiva de lo los asesores y técnicos en reconocer enfermedades y capacitarse en la detección correcta de las mismas. En cebada la pérdida fue de 42 kg/ha de rendimiento en grano por cada porcentaje de incremento de severidad de manchas foliares principalmente mancha en red y mancha borrosa (Couretot et al., 2015) En trigo para Mancha amarilla se han registrado pérdidas del 20 % y del 8 al 32 % (Annone et al., 2001).
En los últimos años se ha incorporado más tecnología de protección del cultivo desde la semilla con nuevos productos curasemillas. La introducción de las carboxamidas (SDHI) como un nuevo modo de acción en los tratamientos de semilla ha incrementado la eficacia de control de algunas enfermedades que se escapan al control de los fungicidas curasemillas tradicionales, como así también favorecer un mayor desarrollo radicular y control de hongos de suelo. También esta eficacia de control está asociada a la aparición en el mercado de diferentes combinaciones de fungicidas que aumentan el espectro de acción, disminuyen el riesgo de generación de resistencia, generando así un sinergismo. Por lo que disponer de nuevos productos fungicidas para el tratamiento de semillas generaría un menor costo de producción e impacto ambiental.
Tanto Dreschlera spp. como Bipolaris spp. se transmiten de manera muy eficiente de semilla a plántula pudiendo resultar en infecciones tempranas de la primera y segunda hoja de las plántulas. Esta eficiencia de la trasmisión a la plántula es variable dependiendo de la historia del lote, cultivar, carga fúngica y edad de la semilla, etapa en donde ocurrió la infección, la temperatura y humedad del suelo durante la emergencia. Cebada: Los tratamientos con carboxamidas se destacaron por presentar los menores valores de incidencia de mancha en red hasta los 65 días después de la emergencia del cultivo. La eficacia de control de mancha en red fue superior al 90 % en los tratamientos de semilla con carboxamidas y un 45 % superior respecto a los tratados con thiram + carbendazim.
Trigo: Los tratamientos con carboxamida presentaron menor incidencia de mancha amarilla que el testigo y que el tratamiento de thiram + carbendazim. La eficacia de control en los tratamientos con carboxamida respecto a los convencionales fue un 72 % mayor a los 65 días después de la emergencia. Según la bibliografía la eficiencia de transmisión de la enfermedad de la semilla a planta medida por Schilder y Bergstrom (1995) fue de 65%. Carmona et al., (1999) en Argentina registraron una tasa de transmisión del 15,5%.
Finalmente, el análisis sanitario de la semilla, los tratamientos de semilla y el uso de semilla sana implican una mejor implantación del cultivo, al disminuir el inóculo inicial de enfermedades necrótroficas ya que algunas son silenciosas y no afectan el poder germinativo pero sí, son fuente de inóculo para el cultivo o introducen nuevas enfermedades en lotes libres de las mismas.
El tratamiento de semilla sumado al control de enfermedades vía foliar, es una alternativa para mantener un cultivo sano y disminuir pérdidas de rendimiento generadas por las mismas y así también obtener mayor peso y calidad de los granos cosechados.