Sembrar y cosechar, sembrar y cosechar, sembrar y... Casi desde el mismo instante en el que la familia Grobocopatel se instaló en la Argentina, todos sus integrantes tuvieron claro que para obtener resultados sería indispensable una alta dosis de esfuerzo. Lo vivieron Abraham y su hijo Bernardo, los primeros en llegar al país, en 1912; se lo trasmitieron a Adolfo y a Jorge, los herederos de Bernardo; y lo mamó desde que empezó a caminar Gustavo, hoy conocido como el Rey de la Soja.
El campo, desde el vamos, fue el lugar en el que los Grobo pisaron firme. Y lo que convirtió a esta familia, de origen ruso-judío, en uno de los grupos económicos más importantes de estos pagos. La soja y el trigo los convirtieron en especialistas, aunque parece que no sólo se las rebuscan (con éxito) en su metier.
El Club Argentino Agropecuario, con sede en Carlos Casares, a 318 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, tiene apenas cinco años de vida (el 23 de agosto cumplirá los seis), un estadio para 8 mil personas, un predio de 17 hectáreas y el campo de juego posee panes de césped traídos especialmente desde Europa. Un lujo. Y la envidia de muchos. Pero si algo posee hoy el Sojero (también le dicen el Agro) es que está a punto de lograr algo histórico: convertirse en el equipo más joven en llegar a la B Nacional, la segunda categoría del fútbol argentino. Un récord que hoy le pertenece a Crucero del Norte, que tardó nueve años desde su nacimiento hasta llegar al la BN.
¿Y quiénes son los propietarios del Agropecuario? Acertó, los Grobocopatel. Más precisamente Bernardo, el ahijado de Gustavo, quien siempre estuvo interesado en meterse en el fútbol. De hecho, entabló varias conversaciones con los dirigentes de Huracán de Carlos Casares, una institución local que se destaca por la práctica de rugby, pero no lograron ponerse de acuerdo y, ahí, decidió empezar de cero.
La aparición de Agropecuario no fue de un día para el otro, pero generó un boom. "Nuestro nacimiento produjo una mini revolución", reconoció Bernardo. Y no dejó dudas sobre sus objetivos. "Hay dos primordiales. Uno es ascender. Y en el futuro queremos tener un plantel integrado por mayoría de chicos de la ciudad. Son proyectos difíciles pero no imposibles".
Y no mintió. El último lunes, con el 2-0 frente a Gimnasia y Tiro de Salta, el Sojero quedó a un pasito de ascender a la Primera B Nacional. El triunfo no le alcanzó para ganar el pentagonal final del Federal A, sin embargo dejó al equipo tres puntos arriba de Gimnasia de Mendoza, que necesita sí o sí quedarse con la victoria, el próximo domingo, en Salta.
Aunque mucho pensaban que llegar a este final era un imposible, la campaña de Agropecuario en el Torneo Federal A fue sorprendente: ganó 14, empató 13 y apenas perdió cinco de los 32 partidos que disputó. Y los mismos futbolistas del Sojero reconocen que una de las claves es la atención y dedicatoria que los Grobocopatel le dedican al club.
"Acá solamente tenés que pensar en jugar. No hay otra preocupación. Los sueldos están al día y las condiciones de trabajo son las mejores", cuentan. Y tampoco es verso. Más allá de lo que suceda en la última fecha, Bernardo Grobocopatel confía tanto en su proyecto que ya puso en marcha la construcción de un hotel para que los jugadores se concentren. Ah, y no descartan ampliar la capacidad del estadio en el corto plazo.
El dinero, es evidente, no es un problema en el Agropecuario. El presupuesto destinado al plantel, por ejemplo, es de unos 700 mil pesos mensuales, una cifra que manejan muy pocos equipos de la categoría.
Una de las curiosidades del Sojero es que Grobocopatel, fanático de Racing, haya elegido a José María Bianco, un hombre al que muchos aún hoy identifican con Independiente, por aquel título ganado en la temporada 88/89, en la que formó un gran mediocampo junto con Ludueña, Insúa y Bochini.
Una situación que ni el mismo Chaucha termina de descular. "No se dio cuenta, ja, ja. Pero son detalles. Lo importante es que todos estamos convencidos de que el equipo y el club pueden seguir creciendo. Son pocas las veces que uno llegar a una institución con tanto para crecer", contó.
Cristian Barinaga, con su paso por la B Nacional con Guaraní Antonio Franco de Misiones, es la gran figura del equipo. Aunque el más representativo es Gonzalo Urquijo, goleador, capitán y el único de los 30 integrantes del plantel que se mantiene desde la fundación del Agro. Ah, y además es uno de los tres nacidos en Carlos Casares. Los otros son Juan Pablo Manzoco y Enzo Díaz.
El club fue fundado en el 2011 y no paró nunca de crecer. Fotos: Agro PrensaEllos tres, en definitiva, son un ejemplo de lo que busca Grobocopatel: que el Agro se convierta en un símbolo de la ciudad. "Estoy haciendo una inversión muy grande por el crecimiento de mi pueblo, espero que al club le permitan seguir avanzando. Si bien todavía no logramos el ascenso, nos queda la satisfacción de confirmar el sentido de pertenencia que está creando el equipo", completó.
Y es así nomás. ¿Un ejemplo? Hace unos días le reclamó a Walter Torchio, el intendente de Carlos Casares, que mejorara la calle de acceso al estadio. Y deberían darle el gusto: Torchio es el marido de su prima, Andrea Grobocopatel. ¿Sorpresa? Para nada. Agropecuario es una gran familia.