La actividad vitivinícola muestra una marcada tendencia hacia la concentración, con la reducción del 30% de la cantidad de viñedos en manos de pequeños productores y el avance de grandes grupos sobre esas tierras, principalmente en Mendoza y San Juan en los últimos años.
Además, entre el 2006 y el 2015 desaparecieron en el país al menos 74 bodegas (un promedio de 8 por año), en lo que constituye otro signo de que menos dueños controlan la cadena de elaboración.
Un informe del Observatorio de las Economías Regionales de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentina (Acovi) reveló que en los últimos 20 años aumentó cerca de un 8% la superficie cultivada en el país, pero que la cantidad de viñedos se redujo casi un tercio.
El análisis, que interpretó datos sobre las tierras y la distribución de la riqueza en toda la cadena (elaboración, fraccionamiento y venta), concluyó que desde 1994 hasta la actualidad las tierras "se concentraron en una menor cantidad de propietarios".
Argentina cuenta con 224.000 hectáreas cultivadas con vides, que en el 2016 produjeron cerca de 1.000 millones de litros de vino y, si bien no se redujo la superficie destinada a la vitivinicultura, sí se modificó la estructura patrimonial.
En el 2006 el total de bodegas elaboradoras en el país era de 958 y, nueve años después, en el 2015, fue de 884. En ese lapso, Mendoza perdió 62 unidades y San Juan, 41, según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV).
"En los últimos años empezó a configurarse un sector más concentrado y menos diverso", dijo a Télam el gerente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas y titular de Coningro, Carlos Iannizzotto.
Con la carga de haber padecido en 2016 la peor cosecha en medio siglo, los pequeños productores resisten como pueden la caída del consumo del vino y la carrera desigual hacia las góndolas de los supermercados, en un contexto de expansión de las grandes bodegas de Mendoza (la provincia cuyana aglutina el 76% de los viñedos de todo el país) y de San Juan (18%).
"Los grandes inversores siempre están detrás de las fincas con problemas de rentabilidad y eso, con el tiempo, va haciendo que cada vez haya más hectáreas plantadas en manos de menos propietarios", graficó Iannizzotto.
Desde hace una década se profundizó el retroceso del segmento que agrupa a los dueños de menos de 10 hectáreas (alrededor de 20.000 productores) y que representan el 75% del total, de acuerdo con un relevamiento y consultas realizadas por Télam a organismos oficiales, cooperativas, al INV, al Observatorio Vitivinícola Argentino y a otros especialistas.
Según datos de ese organismo, en 1994 existían casi 210.000 hectáreas cultivadas de vid, que correspondían a cerca de 35.000 viñedos. En promedio, entonces, se contaban 6 hectáreas por viñedo. Dos décadas después, en el 2015, las hectáreas aumentaron a 225.581 con 25.049 viñedos, es decir, 9 hectáreas por viñedo.
De esos registros se desprende que, si bien la superficie cultivada total se incrementó en un 7,5 por ciento, la cantidad de viñedos se redujo en un 27,7 por ciento.
Como ejemplo de esta tendencia, Mendoza aumentó en más de 15.000 hectáreas las tierras destinadas a vitivinicultura entre 1994 y 2015, pero decreció la cantidad de sus viñedos (de 19.219 a 16.510) y se redujo en un 14% ciento el número de establecimientos. San Juan mantuvo la cantidad de hectáreas cultivadas, pero pasó de 9.025 a 5.121 viñedos, un 43% menos.
Como contrapartida, Salta duplicó la cantidad de bodegas (pasó de 17 en 2006 a 32 en 2015) y las nuevas provincias productoras como Córdoba y La Pampa -entre otras-, que albergaban 11 establecimientos en 2006, llegaron a 23 en 2015.
En cifras, San Juan perdió un 10% de sus pequeños productores, Mendoza, entre un 6 y un 7, en los últimos años y, en cambio, Salta creció un 2%, a partir del auge de elaboración del vino torrontés.