La posibilidad de generar más de 2,7 millones de toneladas de cítricos consolida el liderazgo de esta actividad en la balanza frutícola nacional, seguida por las frutas de pepita. El 65,38% de la producción surge del NOA –Tucumán, Salta, Jujuy y Catamarca–, mientras que el resto tiene origen en el NEA –en Corrientes y Misiones–, junto con Entre Ríos y Buenos Aires.
El INTA, mediante el Programa Nacional de Frutales, realiza investigaciones en mejoramiento genético y trabaja en el territorio junto con los productores para multiplicar buenas prácticas que aseguran calidad y eficiencia a los sistemas citrícolas.
Diversificación productiva
Un relevamiento del INTA Concordia –Entre Ríos– afirma que en la Argentina más de la mitad de la producción de naranjas y mandarinas es consumida en el mercado interno como fruta fresca, mientras que el resto se industrializa o se exporta en fresco.
Desde la mirada técnica, esto representa una oportunidad para generar materia prima especializada para uso industrial. "Acuerdos como el celebrado con Coca Cola nos plantean la alternativa de diversificar la producción hacia una matriz que incorpore la producción para industria", sostuvo Guillermo Meier, director de esa unidad.
El instituto apoya el desarrollo integral de la cadena. Trabaja "desde la producción de germoplasma, semillas para viveros y yemas que generan plantas, hasta cuestiones de manejo, sanidad, comercialización, valor nutracéutico y análisis de mercado", detalló.
Con la mirada en los desafíos que propone el sector citrícola, el especialista aseguró que el fortalecimiento de la actividad está basado en "dos pilares fundamentales: producción sustentable y búsqueda permanente de nuevos mercados, con la consiguiente mejora de los existentes, uniendo al sector productivo con el consumidor ".
Cítricos de calidad
La adopción de buenas prácticas permite obtener cítricos de mayor calidad y hasta duplicar los rendimientos de los sistemas. Según María Fernanda Rivadeneira, coordinadora del área Frutales del INTA Concordia, "aunque persisten plantaciones que no se adecuan a las demandas internacionales, los productores incorporan variedades de mayor aceptación en el mercado y nuevas técnicas para aumentar el rendimiento y calidad de las frutas, lo que abre buenas perspectivas hacia adelante".
Además, remarcó la acción del Centro Único de Introducción y Saneamiento que, ubicado en el INTA Concordia, conserva el Banco de Germoplasma y de variedades comerciales saneadas y en aislamiento. "Hay más de 220 variedades cítricas comerciales con identidad genética y sanidad controlada", calculó la técnica del INTA.
En esa línea, argumentó que "la disponibilidad de este material de propagación es fundamental para el logro de una citricultura argentina sustentable y de alta producción, más aún bajo la amenaza de enfermedades como el HLB". Allí también se realiza la introducción, microinjerto, diagnóstico y mantenimiento en condiciones de seguridad de variedades cítricas, que luego son certificadas por el Inase y el Senasa y multiplicadas en viveros.
Esa unidad del INTA desarrolla, además, una colección de casi mil variedades cítricas a campo y tiene ensayos con tecnologías innovadoras como plantaciones en alta densidad, fertirriego y técnicas validadas que disminuyen el uso de plaguicidas.
Limones: 46 años de logros
La provincia de Tucumán genera el 90% de los limones del país y, gracias a estos volúmenes, convierte a la Argentina en el primer productor mundial y en el segundo por cantidad de fruta fresca exportada. Desde 1970 el INTA Famaillá –Tucumán– desarrolla variedades mejoradas de citrus y diseña técnicas que facilitan la detección y control de enfermedades con impacto en las plantaciones y durante la poscosecha.
Guillermo Torres Leal, especialista del INTA Famaillá, destacó la introducción de colecciones de citrus de distintos orígenes: americanas, italianas, sudafricanas y argentinas. "Con esto y los viejos clones existentes sobre pie de naranjo agrio y mandarina Cleopatra, se logró constituir una colección de 52 materiales en la unidad", explicó.
Según el técnico, la sanidad de estas plantas es monitoreada en forma sistemática para mantener la provisión de semillas.
"Actualmente, en el instituto se producen alrededor de 330 kg de semillas anuales, que están a la venta para los productores", señaló.
Asimismo, ponderó la identificación, evaluación y control óptimo de la cancrosis y avances en la caracterización y manejo de nuevos patógenos y trastornos fisiológicos de poscosecha. Esto se suma a la determinación de alternativas contra enfermedades que aparecen luego de la recolección del limón y de otras frutas subtropicales como palta y arándano.
Lucha contra HLB
La enfermedad Huanglongbing –más conocida por su sigla HLB– es transmitida por un vector, no tiene cura y afecta a todos los cultivares y especies comerciales de citrus que, una vez infectados, se tornan improductivos y deben erradicarse de la plantación.
Como primeras recomendaciones, Juan Pedro Agostini, especialista del INTA Montecarlo –Misiones–, destacó la importancia de utilizar ejemplares certificados, controlar al vector y realizar monitoreos que permitan detectar los síntomas en forma temprana. "En todas las regiones citrícolas del país, la difusión del problema se ha hecho a través del INTA", apuntó Agostini, quien resaltó la cobertura federal del organismo para dar a conocer la enfermedad.
Asimismo, explicó que desde el instituto se trabaja en control biológico, desarrollo de variedades transgénicas con resistencia a bacterias y generación de información técnica. En tanto, indicó que el INTA posee laboratorios de referencia para el Senasa que trabajan en el diagnóstico de la problemática en Yuto, Bella Vista, Montecarlo y Concordia.
Mirada institucional
Enrique Sánchez, coordinador del Programa Nacional de Frutales del INTA, explicó que desde el instituto "se prioriza el manejo intensivo de las plantaciones con el fin de aumentar los rendimientos y la calidad de la producción y de asegurar la inocuidad del producto que llega al consumidor".
Para lograrlo, remarcó la importancia del trabajo articulado con diversos actores. "Es central a la hora de fijar metas comunes que contribuyan a mejorar la competitividad de la citricultura en un marco de sostenibilidad ambiental y social", analizó.
Hacia el futuro, Sánchez señaló el rol de la adopción de tecnologías que intensifiquen la producción y el apoyo del Estado para incentivar su apropiación en los territorios. "Hoy el sector, dominado por pequeños y medianos productores no puede avanzar en modernizarse sin apoyo estatal", dijo.