Contra su voluntad, al agro vuelve a tirarle una soga al ministro candidato, que apunta como sea al balotaje. La nueva versión del dólar soja o como se llame lo está ayudando a contener la disparada de los dólares financieros y el paralelo. Y le otorga una vida más
Un especialista estadounidense augura que el fenómeno climático repartirá bendiciones para la gruesa en Sudamérica. Lo dice con gran preocupación; será un serio problema para la suerte de las exportaciones del país del norte. Allá y aquí, se espera presión sobre las cotizaciones.
Arrancó un nuevo dólar soja, o algo que se le parece. Primeros pasos dubitativos. Los beneficios para el productor no son claros. La letra oficial muestra múltiples agujeros, y la exportación evita incurrir en precisiones. Mientras tanto el mercado que conocimos se sigue destruyendo.
Europa es nuestro principal mercado de exportación. A todas las complicaciones de esta campaña se suma el crecimiento del biocombustible generado en la nación asiática, de muy bajo precio. Una oferta con la cual es muy difícil competir.
La devaluación sin plan generó un impacto inflacionario mayor que la depreciación del peso. Los productos de la ganadería se encarecen fronteras afuera debido a una paridad ficticia. Allí hay que competir con países de la región que están bajando sus precios.
Para la soja escasean las operaciones y sobran las dudas. Nadie entendió las nuevas medidas que se supone pondrá en marcha el gobierno. La previsibilidad es nula, más que nunca. El tiempo corre.
Un relevamiento indica que el 79% de los productores encuestados está atravesando una mala situación financiera. Esta realidad está reñida con la mirada del gobierno hacia el sector, siempre dispuesto a seguir exprimiéndolo como si su presente fuese floreciente.
Se intentó vanamente evacuar la montaña de dudas que envuelve a los productores respecto del aparente dólar diferenciado al que se compraría soja en la movida anunciada por Massa. Es más, se sumaron nuevas y profundas preocupaciones. Alto desconcierto
Corto plazo y después todos los miedos. Las medidas anunciadas costarán medio punto del PBI, generarían más inflación y apuntan a llegar como fuere a octubre. Incluyen un nuevo dólar soja o algo que se le parece mucho. Por ahora escasean las precisiones al respecto.
Voluntad sobra, pero evidentemente con eso no alcanza. Las ilusiones de cobrar precio lleno a partir de diciembre se van diluyendo. Las propuestas de la oposición, por ahora, se ven poco prácticas y no entusiasman al agroempresario.
La Argentina ha perdido terreno en el ranking que agrupa a los primeros exportadores mundiales de productos agrícolas. Largos años de pésimas políticas vinculadas con el sector terminaron dañando la principal fuente de recursos del país. Debería haber responsables rindiendo cuentas.
Nuestras ventas a Brasil explotaron, y sus productores no quieren saber nada con el tema. Están en pie de guerra contra los envíos desde otros países del Mercosur. Hay toda una movida para ponerles un freno, incluso una acusación de dumping en curso.
Se acumulan evidencias de que el fenómeno climático no apretaría el acelerador hasta octubre, al tiempo que los especialistas le bajan el precio a sus dotes como generador de grandes lluvias.
El candidato libertario a la presidencia pecó de falta de diplomacia con el principal comprador mundial de commodities agroganaderos, el punto fuerte de la Argentina. Las inclinaciones políticas personales no deberían complicar los negocios privados.
No había una sola condición razonable para lanzar una devaluación como la que se realizó el lunes pasado. Se hizo mal y tardíamente, y estamos viendo las consecuencias. Es el broche justo para una larga serie de determinaciones desafortunadas.
El negocio agropecuario ha perdido hasta las certezas básicas, en alguna medida como el resto del país. Eso incluye a los granos, la carne, la leche y cuánto producto imagine. Espere nuevos embates y prepárese para resistir lo que viene.
Es la forma más gráfica de explicar la situación económica de la Argentina. Un escenario en tono sepia en que todo puede suceder. Al mercado no le agrada el balance nacido en las PASO, menos que menos la incertidumbre reinante. Y eso es muy malo para todas las variables.
Una empresaria agropecuaria del oeste bonaerense terminó con la resignación y la pasividad. Fue contra los abusos del Estado municipal de su zona y la Justicia le dio la razón. Un tiro para el lado de los buenos. Ahora hay que multiplicar la experiencia.
Los analistas le otorgan importantes chances a una victoria de las ideas pro-mercado, lo cual generaría cambios casi inmediatos en muchas variables, forzados por la realidad. Virtualmente ninguna proyección imagina un triunfo del oficialismo.
El dólar maíz cumplió con lo previsto, pero las reservas no paran de caer. Repite la historia del dólar agro previo. Y hay muchas dudas sobre un posible dólar soja más adelante. Síntomas de agotamiento para un esquema que dañó los mercados del agro.
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