Soja: O mais grande do mundo
Comenzó una nueva cosecha en Brasil y el Mato Grosso se llena de cosechadoras para marcar un nuevo récord. El gigante sudamericano se impone como el mayor productor a nivel mundial
Bajo una nube de polvo, seis cosechadoras en línea devoran el campo: los granos dorados que se amontonan en los remolques anticipan una nueva cosecha récord de soja brasileña, obtenida en base a mucho sol, abundantes lluvias y productos químicos.
"Saco de 55 a 60 bolsas de 60 kilos por hectárea. Para un comienzo de cosecha es una productividad histórica", se regocija Antonio Galvan, vicepresidente de la cooperativa agrícola de Sinop (Estado de Mato Grosso), confortablemente instalado en su máquina climatizada, guiada por GPS. Este país-continente sueña con alcanzar los 90 millones de toneladas del oleaginoso este año y destronar a Estados Unidos, primer productor mundial.
"El principal factor es el clima: en el estado de Mato Grosso llovió bastante y el sol fue abundante", afirma el propietario de 2.500 hectáreas. "Esto puede arruinarse, pero por el momento estamos en luna de miel". En otras zonas, la sequía o los ataques de plagas podrían afectar parte de la cosecha.
El segundo secreto de la soja brasileña es la inmensidad de los cultivos. Bajo una espesa capa de hojas, los porotos de la oleaginosa ocupan un total de 290.000 km2, más que la superficie de Ecuador (283.000 km).
En algunos lugares, los campos producen dos cosechas anuales, como los de Antonio Galvan, donde los discos de una sembradora trazan los surcos en la tierra roja. "Una sola lluvia puede cambiar todo", explica, mientras desentierra un grano de maíz violeta, agregando: "Está cubierto de productos químicos, terminará de crecer en cuatro meses". El año pasado de 80.000 a 100.000 hectáreas en Mato Grosso fueron sembradas dos veces seguidas con soja, según Aprosoja, la asociación que representa al sector.
Uso de fitosanitarios
La productividad brasileña también es gran consumidora de fitosanitarios. Este inmenso país, quinta potencia agrícola del planeta, es el primer consumidor de estos productos: 852 millones de litros de pesticidas y 6,7 millones de toneladas de fertilizantes en 2011, según la asociación de la industria de protección vegetal.
"El suelo es pobre, se debe agregar azote, fósforo y potasio para hacerlo fértil", afirma Silveisio de Oliveira, productor del vecino Tapurah. Al igual que el 89% de la soja brasileña, las variedades que él cultiva son genéticamente modificadas (OGM). "Optar por los OGM reduce los costos en fitosanitarios y evita pérdidas. La variedad Intacta de Monsanto, por ejemplo, resiste los ataques de las orugas", explica. Esta plaga se comió el 10% de su beneficio este año, lamenta.