Economía

Bancos y cerealeras, la doble jugada de Fábrega para volcar más dólares al mercado

La transferencia de bancos a favor de exportadores se estima que supera los $ 4000 millones

10 Feb 2014

La pulseada con resabios ochentistas reabierta en el último mes entre tasas y dólar comenzó a definirse desde mediados de la semana pasada a favor de las primeras, porque los precios de referencia para el costo del dinero que mostró el Banco Central (BCRA) -subió el interés de las Lebac de 17,9 a 30,3% para un año- fueron acompañados por una señal de fuerte contenido político: por una circular obligó a los bancos a desprenderse de contratos a futuro de dólar, para que los exportadores puedan pagarlos -en el corto plazo- más baratos de lo que la divisa cotizaba al contado.

El mecanismo les sirve para garantizar que los pesos que obtengan por liquidar dólares hoy podrán ser invertidos a plazo, sin riesgo de que esa renta pueda ser licuada por algún otro salto devaluatorio (en todo caso, si eso ocurriera, la ganancia obtenida con los contratos a futuro los compensaría). Esto los decidió a dar el paso que venían demorando desde hace meses, aun cuando las señales del mercado internacional les venían marcando el riesgo que enfrentan de tener que vender más barato la mercadería acopiada o lo que recolecten en la cosecha por iniciarse.

"Se terminaron de convencer cuando vieron que Fábrega [Juan Carlos, presidente del BCRA] era capaz de soltarles una mano a los bancos", describe un consultor de afiatados contactos en la City. "Y apenas observaron que podían pactar en el Rofex un tipo de cambio de $ 7,70 para fin de mes, cuando estaban recibiendo $ 7,87 por sus liquidaciones", abunda.

La transferencia de hecho de bancos a favor de exportadores que provocó esa medida, que se estima que supera los $ 4000 millones, demostró que los incentivos de mercado fueron más persuasivos que los aprietes del Gobierno para que los sojeros saquen granos de sus silos bolsa y los vendan. "Fue una jugada astuta de Fábrega. Al reducir los activos dolarizados de la banca, alivió la presión sobre las reservas y logró el puente que le permitiría llegar sin crisis al final del verano, cuando la liquidación de la nueva cosecha sojera aumentaría la oferta de divisas", evaluó el economista y consultor Federico Muñoz, quien, sin embargo, no cree que las medidas sean suficientes para devolver a la economía un sendero de sustentabilidad. En especial, porque no ve que el esfuerzo del BCRA para reencarrilar variables sea defendido por el resto del Gobierno y porque la emisión monetaria destinada al financiamiento del sector público trepó en enero a $ 8500 millones, pese al muy buen desempeño de la recaudación ese mes. "Si no frenan la monetización del déficit fiscal, no habrá suba de tasas que baste para contener el dólar y los precios", advierte.

En la consultora Delphos Investment también creen que la estrategia del BCRA abrió una ventana de estabilización que puede extenderse hasta septiembre, en especial porque el duro ajuste en términos de actividad que tendrá el combo de medidas (al encarecer el crédito, en momentos en que los ingresos de las personas dejaron de crecer en términos reales desde hace meses) puede llegar a darles algo más de aire a las reservas por una caída en el nivel de las importaciones. "Sin embargo, nada nos impide pensar en volver a encontrar a partir de octubre, con la finalización de la liquidación de la cosecha y el aumento en las necesidades de financiamiento resultante del esquema fiscal actual, una situación semejante a la que podemos comenzar a dejar atrás", alertan.

Las señales que se esperan sobre la evolución del gasto y una posible regularización de deudas no atendidas aún con el resto del mundo forman parte del menú más reclamado por quienes quieren ver sepultada en breve la chance de una crisis por razones domésticas. "Creer que la política monetaria puede hacer todo el trabajo es un error", sostiene Maximiliano Castillo, de la consultora ACM.

En el Gobierno saben que, para que esta oportunidad no corra riesgo de desperdiciarse, lo ideal sería lograr un esquema que favoreciera el ingreso de divisas. De allí que se haya comenzado a estudiar una posible flexibilización en las restricciones para que las empresas extranjeras giren utilidades, que estaría atada a anuncios de nuevos planes de inversión, así como un sistema para crear una vía exprés para los reintegros impositivos por exportaciones al que puedan adherir las empresas que anticipen los ingresos derivados de esas ventas al exterior.

Javier Blanco