Se va un año con poco trigo, menos vacas y soja guardada en los silos
Será recordado 2013 como un mal año para el trigo y la carne, dos de los productos más emblemáticos de la mesa de los argentinos. La cosecha de soja, en cambio, fue buena
El balance 2013 encuentra a la dirigencia agropecuaria con varias cuentas pendientes, pérdida de representatividad legislativa, y sin contacto con las autoridades nacionales.
A pesar de que hace poco más de un mes Carlos Casamiquela asumió al frente del Ministerio de Agricultura, ninguno de los reclamos sectoriales pendientes tuvo una respuesta. Ni menos retenciones a la soja, granos y carne; sin que las trabas a las exportaciones se hayan suavizado (ROEs), ni menos carga tributaria, ni siquiera una convocatoria de Casamiquela a una reunión con los líderes de la mesa de enlace agropecuaria, esa que creció con la fuerza del conflicto de 2008 por las retenciones móviles, se fortaleció un año después con el ingreso al Congreso de una decena de diputados del propio riñón gremial del campo, y que fue perdiendo fuerza con la reelección de Cristina Fernández de Kirchner y su inflexible política hacia el sector.
Del lado productivo, el año que se termina será recordado como un mal año para el trigo y la carne, dos de los productos más emblemáticos de la mesa de los argentinos.
El cereal tuvo una cosecha de apenas 8,2 millones de toneladas, la peor en 60 años, en parte por la política de que derivó en una escasez del cereal y una escalada de precios que hizo que el trigo no solo fuera el más caro del mundo, cuyo pico histórico fue de u$s 780 la tonelada a mediados de octubre, sino que llegara a valer 60% más que la soja. La escalada, que se detuvo con el ingreso al circuito comercial, en noviembre, del trigo de la nueva cosecha (el precio en el Mercado a Término de Buenos Aires Matba, se desinfló casi 70% en dos meses) pegó de lleno en los valores al consumidor de la harina y el pan, y otros productos panificados (ver aparte).
Por el lado del sector ganadero, en tanto, 2013 marca el inicio de una nueva fase de liquidación de hembras. El envío de vacas y vaquillonas al matadero se incrementó en los últimos meses, como consecuencia de la falta de rentabilidad de la actividad, que soporta exportaciones a cuenta gotas, un consumo per cápita en ascenso y precios al ganadero prácticamente congelados en los últimos tres años (el novillo en Liniers no superó los $ 11 por kilo vivo en el período). Esos factores determinaron el fin de la fase de retención del ciclo ganadero para darle inicio a una fase de liquidación que, para los analistas, derivara hacia mediados de 2014 en una suba de los precios que recibe el productor y su consecuente alza de los cortes de carne vacuna al mostrador.
También 2013 fue el año de mayor retención por parte de los productores de soja. El cultivo estrella, que durante años apuntaló el superávit y fue responsable de buena parte del ingreso de dólares frescos a la economía, tuvo una campaña más que buena: 50 millones de toneladas en 2012/13. Si bien los precios internacionales fueron hasta 25% inferiores a los que había alcanzado la oleaginosa durante 2012, la decisión de los productores de sentarse sobre la cosecha estuvo más relacionada con la incertidumbre política en un año de elecciones de medio término y la expectativa de que una devaluación del peso ayudara a mejorar el dólar-soja, que por estos días se ubica en $ 4,17 y arrancó el año en torno a $ 3,20. Así, aún los productores retienen unas 10 millones de toneladas de oleaginosa, cuando en ciclos normales para esta época del año (con la cosecha nueva en plena etapa de siembra) se contaba no más de 5 millones de toneladas de poroto en poder de los productores.
Paula López