La UBA importará Cannabis sativa para evaluar uso industrial
En Europa, actualmente se siembra Cannabis sativa sobre unas 15.000 hectáreas, en Francia, Alemania, Polonia, Bélgica y España, donde existe una verdadera industria del cáñamo, diferenciada de las variedades con THC
La cátedra de Cultivos Industriales de la Facultad de Agronomía de la UBA importará variedades canadienses de cáñamo industrial (cannabis sativa) para estudiar su adaptación al ambiente local y su posible uso en la producción de bioplásticos, biocombustibles, alimentos y medicinas.
Este cultivo tiene una alta capacidad de producir biomasa y puede ser utilizado en la fabricación de fibras textiles de origen natural, aceites comestibles, medicinas y cosméticos, así como también en la fabricación de bioplásticos y biocombustibles, entre otros productos, según se comprobó en el Hemisferio Norte.
"Me interesa estudiar este cultivo, que logra producir una cantidad de biomasa muy importante en relativamente poco tiempo: en 100 días puede generar plantas de entre 3 y 4 metros de altura", dijo Daniel Sorlino, docente de la cátedra de Cultivos Industriales de la FAUBA, quien conduce el proyecto.
El investigador aseguró que quieren "investigar cómo esta especie produce fibras y granos en nuestro ambiente, así como las variables que condicionan la calidad y cantidad de fibras en los tallos, y el aceite y la proteína en los granos, con diferentes fechas de siembra, condiciones de suelo y temperatura". Sorlino no conoce "otros investigadores que estén trabajando sobre este tema en la Argentina".
Para el investigador, "además de ser un cultivo que posee una infinidad de beneficios probados desde el punto de vista medicinal, el aceite de cannabis es comestible y muy saludable: tiene ácidos grasos, como el linoleico y el oleico, (similar a canola o soja) pero también Omega 3 (como la chia y el lino), capaces de reducir el colesterol en la sangre y usados como nutracéuticos, por ejemplo".
En la Argentina, la siembra de cannabis sativa era habitual hasta la década del 50 en la localidad bonaerense de Jáuregui, provincia de Buenos Aires, vecina a Luján, cuando no había variedades sin THC (tetrahidrocarbocannabinol, principal psicoactivo de la marihuana).
El cultivo era impulsado por la empresa de origen belga Linera Bonaerense, que empleaba a cerca de 3.000 personas entre las tareas de siembra, cosecha y procesamiento de lino y cáñamo. Así "el cáñamo era el hijo rústico del lino, que por entonces abarcaba un área de tres millones de hectáreas en el país. Ambos compartían la misma región de siembra", explicó Sorlino.
En Europa, actualmente se siembra cannabis sativa sobre unas 15.000 hectáreas, distribuidas en Francia, Alemania, Polonia, Bélgica y España, donde existe una verdadera industria del cáñamo, diferenciada de las variedades con THC.
En Bulgaria, durante un congreso científico organizado por el Instituto de Fibras Naturales de la FAO, Sorlino se sorprendió con un desfile de modelos cuyos vestidos estaban confeccionados con fibras de cáñamo. El interés por estudiar la cannabis sativa llegó a la cátedra de Cultivos Industriales de la FAUBA luego de investigar otros cultivos oleaginosos que van desde los más difundidos (como soja y girasol), hasta otros especiales, porque producen aceites de alto valor y para usos específicos, medicinales y cosméticos.
No obstante, señaló que hasta ahora, pese a la firma del convenio entre el mejorador canadiense y la Facultad de Agronomía de la UBA, la importación está sujeta a la aprobación de las instituciones que regulan el ingreso de semillas como éstas al país, como el SENASA y la ANMAT.