Un paso imprescindible
Una y otra vez se ha probado la importancia de recurrir al uso de fungicidas en cultivos tardíos. Esta tecnología debe combinarse con otras estrategias en un programa de manejo integrado.
El fitopatólogo Marcelo Carmona advierte que en siembras tardías de maíz se espera una mayor probabilidad de respuesta económica a la aplicación de fungicidas en presencia de enfermedades, debido a que el ambiente circundante predispone la aparición de tizón común, cercosporiosis y pudriciones de raíz y tallo.
"En este caso, las variables ambientales óptimas para el período de generación del rendimiento son, en general, conducentes al desarrollo epidémico de enfermedades foliares, las cuales generan desequilibrios fisiológicos, afectando significativamente el área foliar fotosintéticamente activa del cultivo, tanto en superficie como en su funcionalidad".
En el caso del tizón, probablemente la enfermedad de mayor peso en el tardío, la lesión típica es una mancha alargada, con forma de habano de extremos delgados, el centro de color marrón pajizo, y al final de la lesión se ve una parte blanca que es la zona de avance del patógeno. Tiene la particularidad de producir lesiones que crecen en longitud.
Por su parte, Roberto de Rossi, también un reconocido especialista en la materia, suma a las dolencias referidas otras como el complejo de bacteriosis foliares, la roya polysora, la mancha blanca y las pudriciones de espiga. La importancia de estas enfermedades varía año tras año y de región en región, de acuerdo con las condiciones ambientales y la susceptibilidad del material sembrado.
En nuestra región central las dos enfermedades foliares más relevantes son el tizón de la hoja y la roya común; causan pérdidas de rendimiento de maíz que van del 20 al 40 % y del 10 al 20 %, respectivamente. Es posible utilizar materiales "tolerantes", pero esta característica no ha sido desarrollada para todo el espectro de enfermedades. De ahí la importancia de una aplicación oportuna con los fungicidas recomendados. En este camino, un trabajo publicado por la Red de Maíz Tardío (RMT) de Aapresid demuestra que la utilización de estos productos específicos para enfermedades foliares constituyen una práctica estratégica para el cultivo.
Prioridades
Conocer las enfermedades que se pueden desarrollar en maíces de fecha de siembra tardía es fundamental para priorizar estrategias de manejo que permitan minimizar riesgos productivos.
Carmona indica que no es sencillo definir el momento de aplicación de fungicidas en el cultivo de maíz y no debería apoyarse en un único criterio. Algunas recomendaciones se basan exclusivamente en aspectos fisiológicos y fenológicos del cultivo, o en la expectativa de incrementos en el rendimiento. Sin embargo, otras investigaciones recomiendan considerar el ambiente, la susceptibilidad del genotipo y el nivel de enfermedad presente.
Holísticamente, la toma de decisión requiere integrar diversos aspectos donde el patógeno y la epifitia generada interactúan con el hospedante, el ambiente, el fungicida y las variables económicas. Es necesario analizar los atributos del patógeno (ciclo, raza, presión de inóculo), del hospedante (susceptibilidad, período crítico de generación de rendimiento, fisiología, rendimiento potencial), del fungicida (dosis, mecanismo de acción, tecnología de aplicación), del ambiente (humedad, temperatura), y del análisis conjunto de los datos del monitoreo a campo y el estudio económico de daños e inversión (umbral de daño económico, rendimiento necesario para pagar el fungicida).
Funciona
Para los técnicos de Aapresid no está claro qué combinación de ambientes y manejos favorecerá una mayor respuesta en rindes a la aplicación de fungicidas. La RMT de la entidad publicó recientemente un trabajo en la revista científica European Journal of Agronomy, en el cual cuantificó el impacto de la aplicación de fungicidas foliares sobre el rendimiento de grano en maíces tardíos e identificó las interacciones entre genotipo, manejo y ambiente que lo modulan.
Para ello se realizaron 21 ensayos multiambientales a campo durante 6 campañas, con 8-20 híbridos comerciales, evaluando tratamientos con dos niveles de fungicidas, y sin fungicida, para dos enfermedades foliares muy comunes: roya común y tizón foliar. La aplicación se realizó entre V8 y V12 con la mezcla comercial de Azoxystrobin 20 % + Cyproconazole 8 % a una dosis de 0,5 l/ha.
Los resultados muestran una respuesta positiva en rendimiento al uso de fungicidas que promedió los 472kg/ha (5,8 %). Esta respuesta se observó dentro de un rango de rendimiento de 4300 a 12.000kg/ha. Así, se concluye que el uso de fungicidas puede reducir las brechas de rinde hasta un 16%, con una respuesta media del 5,8%.
Por otro lado, la respuesta a la aplicación de fungicidas igualó o superó el costo de la misma (estimado en 142kg de maíz/ha o 25,5 USD/ha) en el 81% de los casos.
En cuanto a las condiciones ambientales, la temperatura media desde la siembra hasta V14 fue el parámetro que mejor permitió predecir la respuesta al uso de fungicida, aumentando 138kg/ha por cada °C de incremento.
La susceptibilidad del genotipo no sirvió demasiado para anticipar la respuesta al uso de fungicida, contrariamente a lo que ocurre a campo, donde el productor suele basar su decisión de aplicación en esta característica. Esto puede estar indicando una necesidad de unificar criterios entre semilleros y marca la importancia de la información sobre susceptibilidad de los genotipos generada cada año por la RMT.