Carne vacuna: la Argentina a contramano
Hay algunas señales positivas desde China. Tímidamente. Pero nuestro país se empeña en castigar al emblemático producto y complicar sus chances exportadoras. A todas las trabas conocidas se suman problemas con el flete.
Hay algunas señales positivas desde China. Tímidamente. Pero nuestro país se empeña en castigar al emblemático producto y complicar sus chances exportadoras. A todas las trabas conocidas se suman problemas con el flete.
Se sabe, China es la meca para los países productores de carne vacuna del Cono Sur, en especial la Argentina, que tiene una dependencia del gigante asiático superior al 70%. Brasil y Uruguay están en una situación algo más moderada, aunque también necesitan sobremanera de las compras chinas para potenciar el componente externo del negocio.
Medios uruguayos hablan de expectativas concretas respecto de un repunte de los precios en el gran cliente, que hasta acá vienen anclando los números de los exportadores del Mercosur. El comentario es que los valores han dejado de caer y hasta incluso mejoran en el caso de ciertos cortes, un proceso que comenzó hace quince días y que se espera vaya afianzándose.
Hasta acá, Brasil sigue despachando mucha carne pero por debajo de lo que solía vender. Uruguay está lejos de lo que cargaba un año atrás, con una caída de proporciones en su venta a China. En ambos casos los problemas son externos al manejo de estos países y a las condiciones de su macroeconomía.
La Argentina, en cambio, va a contramano de la región. Aquí también hay un retroceso en las exportaciones, pero es posible que pese más el daño autinflingido que la situación en China. Los datos indican que en junio se ha exportado el volumen mensual más bajo en lo que va de este año, 24% inferior al de mayo y 15% por debajo del mismo mes de 2022. La diferencia radica en los embarques a China, que fueron unas 10 mil toneladas inferiores.
Puede culparse a los precios de este país. Sin embargo, fuentes del sector frigorífico hablan de una caída sorpresiva en los volúmenes exportados en junio, sobre todo considerando los altos niveles de faena. Todo indica que el problema radica más que nada en las dificultades que han surgido para el pago de los servicios de fletes en el exterior. Al incorporarlos al Sistema de Importaciones de la República Argentina y Pagos de Servicios al Exterior (SIRASE), se ha complicado la aprobación de los giros al exterior para el pago de estas prestaciones. Los tiempos se hicieron más y más largos y creció la imposibilidad de dar garantías a las compañías navieras para una fecha de pago determinada. Por lógica, quieren saber cuándo van a cobrar.
Las consecuencias son imaginables. Los oferentes de este servicio lo terminan retaceando, muchos le escapan a la Argentina y llegan hasta la cancelación para los destinos que operan costo y flete, precisamente el caso de China. No es un problema exclusivo de la carne, solo que en este caso puede erigirse en la frutilla del postre.
El balance del año hasta acá sigue siendo positivo, 7% arriba en volúmenes exportados, básicamente por los negocios con China, pero la actividad continúa castigada. El novillo de consumo vuelve a perder contra la inflación en julio. De acuerdo con Valor Carne, en el mes la suba marca apenas un 4% nominal, aproximadamente la mitad de la inflación estimada. Así, esta categoría sigue con su persistente deterioro desde el más reciente pico de febrero, y acumula una caída del 24% en el valor real. Si bien este escenario no se ha agravado en las últimas semanas, no sirve de consuelo.
Mientras tanto el gobierno dispuso un nuevo dólar diferenciado, esta vez incluyendo al maíz. Corrieron comentarios de que la carne vacuna, entre otras, podría estar incluida en la movida, pero no fue así. Este producto se seguirá exportando con una paridad de fantasía, que también va largamente por detrás de la inflación. Resta saber hasta qué punto será limitante el aumento de costos para el engorde como consecuencia de la suba en el precio del maíz.
Obviamente lo que se cuestiona no es la limosna otorgada al cereal (debería venderse a un dólar en torno de al menos $500 y no a $340). Lo censurable es el tratamiento diferenciado sin ninguna razón de fondo. Si el objetivo es que no suba de precio la carne vacuna, no es el mecanismo para conseguir tal efecto. La inflación no es generada por un producto en particular sino por la emisión monetaria, dicho hasta el cansancio, por cierto.
Antes bien, una movida de este tipo podría llevar a que se produzca menos carne y por ende se encarezca. Lo que se dice un auténtico tiro en un pie.
Parece repetitivo, pero no hay fundamentos para esperar algún cambio en este escenario. No hasta diciembre, en principio. Y menos que menos cuando el ministro candidato juega sus cartas para llegar a la presidencia de la Nación y ahí sí decidirse a terminar con la inflación, según proclama a los cuatro vientos. En tanto, la discrecionalidad seguirá imperando, determinando ganadores y perdedores según el capricho de un funcionario. Por lo que se ve, a la ganadería argentina le ha asignado este último rol, evidentemente.