Editorial

Precario y difícilmente sostenible

En la Argentina del presente un superministro decide quién gana y quien pierde para mantener un planteo que cada vez es más complicado emparchar. Un círculo vicioso que lamentablemente se retroalimenta.

En la Argentina del presente un superministro decide quién gana y quien pierde para mantener un planteo que cada vez es más complicado emparchar. Un círculo vicioso que lamentablemente se retroalimenta.

Oscurece. Todo se ve sumamente difícil. La Argentina está en una situación crítica y no encuentra salida. La guerra, la pandemia y la sequía no hicieron más que correr el velo respecto del pésimo manejo de la macroeconomía que ha estado realizando este gobierno. La seca, sobre todo, lo sorprendió gastando a manos llenas, dilapidando dólares, emitiendo como nunca y volviendo a ideas hace rato perimidas. No se la puede culpar por este desaguisado.

Después de un fin de semana en ascuas para muchos actores de la economía, la Administración dio a conocer algunas medidas. En ascuas porque todos intuían que habría nuevos heridos y contusos con la movida oficial, pero hasta el domingo no hubo forma de saber si uno estaba en la lista de castigados o no.

Y llegaron más impuestos a las importaciones y un nuevo dólar para una parte del agro, en medio del silencio del Fondo Monetario Internacional, que ya no sabe qué hacer con este gobierno. Los dos están tratando de llegar a fin de año. Massa y los suyos en función de sus apetencias electorales, el FMI con la esperanza de tener otro diálogo con las autoridades que desembarquen en diciembre.

Hay acuerdo dice el ministro candidato. Advierte que solo faltan cuestiones burocráticas. Georgieva estira la definición y Massa duplica la apuesta. Anticipa que el Fondo se preparaba para liberar "un paquete muy grande de desembolsos en agosto y uno adicional en noviembre". No da cifras. Los economistas no le creen, y apuestan a que el FMI no pondrá sobre la mesa mucho más efectivo de lo que Argentina necesita para hacer sus pagos.

Se sospecha que las medidas anunciadas no convencen, y que el prestamista internacional va a requerir otras acciones para soltar el dinero. Es que el ministro no habla de reducir el déficit fiscal ni de cuestiones verdaderamente de fondo. Emparcha, una y otra vez.

Según Massa, ahora está autorizado a intervenir en el mercado de cambios, a la sazón lo único que le interesa y el factor clave que nos trajo hasta aquí. Nada le preocupa más, en especial luego de la respuesta del blue durante el lunes. La divisa paralela subió $24 y dejó la vara muy alta para este martes. Hasta acá el Central no tiene herramientas para detenerlo. Incluso el contado con liqui 7% más caro que el MEP es otro síntoma de que el horno no está para bollos.

No debería sorprender, todo lo que hace el gobierno alimenta la furia del paralelo. Las medidas que se han anunciado son inflacionarias, y eso termina empujando al dólar. El mercado ha detectado este escenario de debilidad macro. Sabe además que esto no se resuelve por el camino que ha adoptado la Administración.

La sensación es que el aparente acuerdo con el FMI es precario, ya que no hay políticas económicas de fondo para cambiar el curso de colisión que lleva el país. Es solo patear la pelota hacia delante. Sin expectativas claras, las chances de un cambio se reducen.

Mientras mantiene un crawling peg del 7% mensual, el gobierno se niega una y otra vez a una depreciación más importante. Esta es la madre de todos nuestros padecimientos, y empeora mes tras mes, porque no hay límites para sostener esta tesitura que ya no puede justificarse ni siquiera desde lo ideológico.

Lo que vemos ahora es más presión tributaria, y lo que va a obtenerse en materia de acumulación de reservas será muy pobre. La mayor recaudación puede diluirse si la inflación sigue trepando, y todo se complicará aún más.

En cuanto al nuevo dólar agro, ya hemos comentado en otras oportunidades que tiene cada vez menos atractivo. Los $340 no entusiasman, y cada minuto que pasa se los come la inflación. Por lo demás, el campo al tipo de cambio oficial no liquida absolutamente nada.

Si se logra incluir al maíz y el productor se suma al convite podrían redondearse liquidaciones por USD 2000 millones. De eso al BCRA podrían quedarle limpios unos USD 600 millones. Apenas una aspirina para un enfermo moribundo.

La soja por ahora está afuera, a pesar de que habría unos 10 millones de toneladas sin liquidar, equivalente a unos USD 5000 millones. Los que conocen el paño dicen que es la carta que el oficialismo guarda para las elecciones generales.

De fondo nada va a cambiar, porque tanto el dólar agro como el impuesto sobre las importaciones implican más inflación, por mayor emisión el primero y suba de costos el segundo. Cada tres meses se duplica la base monetaria para pagar los intereses de las Leliq. Es una avalancha de pesos que nadie demanda. El riesgo pasa además por una caída de la actividad y de la recaudación ante tamaño escenario. Y otra vez a recalentar la maquinita, porque persiste la decisión de no recortar fuertemente el déficit.

Las perspectivas son muy malas. La plata del Fondo no va a llegar a tiempo para evitar que se paguen con yuanes o algún otro recurso los USD 3400 millones que hay que honrar en unos días. Después de un periodo en que el campo aportó moneda dura como nunca antes, no se descarta que el BCRA llegue a las PASO con reservas negativas en el orden de los USD 12 mil millones. Hay que recordar además que se le adeudan a los importadores unos USD 15 mil millones. Una catástrofe.

El punto es que aunque el FMI efectué los desembolsos que sugiere Massa, salvo milagro no hay chances de que las reservas vuelvan a territorio positivo con este gobierno.

En cuanto al campo, después de destruir el mercado de la soja ahora las autoridades van por la demolición del mercado del maíz. El cereal tuvo un lunes literalmente desierto ante la falta de precisiones sobre su situación.

Por lo demás, hay que recordar que es la pieza clave en una serie de actividades, especialmente las que generan leche, proteína animal y biocombustible, las que recibirán un golpe letal ni bien todo esto esté funcionando. Es de esperar que de inmediato deban enfrentar un incremento de los costos de entre 15% y 25%. Hay que entender que se trata de gente que está saliendo de una seca y que debe enjugar esa situación potenciando la utilización de granos en la alimentación animal. El correlato inflacionario debiera ser altísimo.

Pronto sabremos qué nuevas malas noticias llegarán desde el lado de los insumos. Fuentes del gobierno habrían indicado que no aplicarán alícuota alguna a las importaciones de fertilizantes, agroquímicos y maquinaria. Hasta no verlo es difícil confiar en que así será.

A esta Administración le quedan muchos meses por delante. Una eternidad. Alarma imaginar el grado de deterioro con el que llegaremos a diciembre. No quisiéramos estar en los zapatos de quien deba corregir tamaño descalabro.