La carne es débil en China
Es el principal destino de nuestras exportaciones y la demanda vuelve a complicarse de la mano de nuevos lockdown y revueltas cada vez más intensas en la población. La salud del negocio depende de cuánto dure la obstinación de Xi Jimping.
Es el principal destino de nuestras exportaciones y la demanda vuelve a complicarse de la mano de nuevos lockdown y revueltas cada vez más intensas en la población. La salud del negocio depende de cuánto dure la obstinación de Xi Jimping.
Pasó algo más de una semana del momento en que empezaron a llegar señales alentadoras desde China, para todos en general y para el comercio de carnes en particular, y poco queda de ese optimismo. El gigante asiático se ha convertido en el gran comprador de carne bovina, y los países del Mercosur sus abastecedores excluyentes, pero los precios ya no son lo que eran.
Garrón y brazuelo cayeron desde unos u$s 7000 en su mejor momento del año a menos de 5000 por estos días. La diferencia se siente en Uruguay, Argentina y algo menos en Brasil, que tiene una oferta de carne vacuna fenomenal y asiste a un momento muy particular. Lula asume en enero y los temores sobre sus políticas hacia el sector llevan a los exportadores a vender todo lo posible antes de que cambien las reglas de juego, encima con un real depreciado, también por los mismos motivos.
Los movimientos del socio del Mercosur suman complicaciones a la situación en China, cuya economía viene castigada por dos razones de peso. Por un lado las complicaciones del sector inmobiliario. Por el otro, y mucho más importante, la obstinación de Xi Jinping por mantener la política de Covid Cero a cualquier precio. Mientras el mundo ha dejado de prestarle atención al problema, en China siguen los testeos exasperantes y los bloqueos sorpresivos, que dejan fuera de la vida normal a millones de personas. Ya sea por esta razón o por la participación en masivas y violentas protestas, los actores de la economía producen menos y consumen poco. Y no solo alimentos. El mismísimo Apple está complicado porque su unidad de ensamblado en China está en problemas; sus trabajadores se enfrentaron con las fuerzas de seguridad.
Por eso se recibieron con optimismo las señales de Beijing hace diez días atrás. Las autoridades del país hablaron de iniciar un camino de flexibilización en los controles por Covid, al tiempo que el Banco Central de China elaboró un plan de 16 puntos para sacar al sector inmobiliario de la enorme crisis en la que se encuentra.
Tenía lógica. Los números de la economía china en octubre fueron bastante más flojos de lo que se esperaba, sobre todo a partir de la caída de las ventas minoristas. Por eso se recibió con cierta naturalidad el anuncio de recortes a las cuarentenas, y la menor cantidad de testeos exigidos, incluso en lugares como el ingreso a restoranes y otros sitios donde pueda juntarse gente. También se eliminaron los requisitos de cuarentena para contactos secundarios, se desalentaron las pruebas masivas innecesarias y se dejaron de lado restricciones importantes en los vuelos internacionales. Con estas novedades el yuan se valorizó y fue de 7,3 por dólar a menos de 7,10, muy significativo para los importadores chinos.
Lamentablemente todo ha vuelto a complicarse, y el escenario es otra vez incierto. La ira y la frustración con la política del Covid Cero que adora Xi siguen en aumento y han dado lugar a todo tipo de protestas. Hay indicios de que los funcionarios chinos están sintiendo el creciente descontento público, que se sumó a las fuertes pérdidas sociales y económicas infligidas por las restricciones cada vez más amplias.
Sin embargo, hace unos días las autoridades se apresuraron a reintroducir restricciones por un número de contagios récord. En lugar de relajar los controles, muchos funcionarios locales están volviendo a la política de tolerancia cero, intentando acabar con las infecciones tan pronto como estallan. Algunas de las ciudades que habían eliminado los requisitos de pruebas masivas luego del anuncio, están endureciendo otras restricciones. Ahora los funcionarios chinos dicen que las medidas que Occidente tomó como de relajación de los controles no son tal cosa, y mucho menos implican una reapertura.
Para algunos analistas internacionales, el mercado de la carne de China está "más enfermo que nunca en diez años". Las nuevas medidas han provocado un rápido colapso en la demanda de servicios de alimentos, donde se vende la gran mayoría de la carne bovina importada. El impacto en la demanda y el precio se está viendo en todo el espectro del comercio, desde cortes secundarios congelados baratos hasta Wagyu premium. En Australia están preocupados, y en Nueva Zelanda también.
Para colmo se han acumulado existencias de carne bovina y ovina en China, a medida que se intensificaron las restricciones del Covid Cero. Los inventarios son actualmente tan altos, dada la rápida tasa de importación desde Brasil, Uruguay y otros lugares, que incluso si el mercado comenzara a liberarse nuevamente, tomará algún tiempo responder. "Hasta artículos como huesos, que se usan para sopas, se están volviendo difíciles de vender, lo cual es muy inusual", refiere un trader australiano. "Imaginábamos que a estas alturas (de camino al invierno del hemisferio norte) el negocio habría comenzado a recuperarse, pero no ha sucedido". La frase es de un australiano pero no difiere de lo que piensa un exportador sudamericano.