Progresar en la Argentina es tarea titánica
La maraña de intervenciones del Estado inmoviliza, confunde, dilapida energías y dinero, y termina agotando al emprendedor. Un ranking internacional nos ubica entre los países especialmente abocados a complicar la concreción de negocios.
La maraña de intervenciones del Estado inmoviliza, confunde, dilapida energías y dinero, y termina agotando al emprendedor. Un ranking internacional nos ubica entre los países especialmente abocados a complicar la concreción de negocios.
Cuando uno quiere saber qué suerte ha tenido la Argentina merced a la implementación de los regímenes económicos que han predominado en su historia reciente y cómo puede ser el futuro en caso de perseverar en esa senda, una práctica útil es compararse con otras naciones, tanto con las que van por el mismo camino como con las que han elegido el sendero opuesto. En este sentido el índice Fraser de libertad económica separa a unos de otros en función de una serie de parámetros, que vale la pena repasar.
El primero que aparece es el tamaño del Estado, el nivel de gasto y la magnitud y dispersión de los impuestos que tolera la población. Hasta qué punto el individuo es dueño de sus decisiones y debe padecer un gobierno que se entromete en su vida y pretende dirigirla.
Pegado a esto se ubica el sistema legal, el derecho a la propiedad, a conservar aquello por lo cual se trabajó cada día de la vida. Este es el combustible del progreso, el motor que mueve a una sociedad.
También interesa si el Estado está llevando una administración como Dios manda. Eso implica mantener el valor del dinero y ponerle límites a la inflación, un fenómeno extremadamente dañino para todos, pero en especial para los que menos tienen. La carestía fuera de control termina con las chances de inversión y genera un círculo vicioso del que es muy difícil salir.
No menos importante es la libertad para comerciar, dentro y fuera del país, para discutir libremente un precio, para vender o comprar de acuerdo con el mejor rédito, que permita potenciar cada fuente de trabajo. Va de la mano de evitar regulaciones del Estado más allá de aquellas que hacen al bien común.
En el balance de todos estos factores la Argentina viene claramente en caída libre. Pasó del puesto 37º en el año 2000, al 132º en 2010, al 150º en 2015 y al 161º en 2022, apenas por encima de Siria, Zimbabwe, Sudán y Venezuela. Naciones que indudablemente no transitan el camino del éxito y que además tienen ventajas comparativas infinitamente menores a las de nuestro país, salvo Venezuela y su petróleo, otro caso de amplio fracaso del intervencionismo. En la otra punta, la de los exitosos, están Hong Kong. Singapur, Suiza, Nueva Zelanda, Dinamarca, Australia, Estados Unidos, Estonia, Mauricio e Irlanda.
La Argentina podría beneficiarse si sus gobernantes entendieran que el camino debe ser otro. Y para muestra basta un botón. La Fundación Producir Conservando analizó qué sucedería si el campo pudiese trabajar libremente, sin la penalización que implican las mal llamadas retenciones. El trabajo arrojó un enorme beneficio para todos los argentinos, y también para el Estado, claro.
Tomando la proyección de la entidad al 2029/30, se asume que producto de la mejora de los precios obtenidos por la no aplicación de DEX, la superficie sembrada pasaría de 37 millones a 42,5 millones de hectáreas y la producción crecería algo más de 35 millones de toneladas comparada con la de 2021/2022.
Una segunda hipótesis plantea un mayor crecimiento del área con soja según las tendencias proyectadas al 2029, lo que marca un crecimiento de la superficie sembrada total a 45 millones de hectáreas y una producción global que trepa a 173,7 millones de toneladas frente a los 130 millones de la última campaña.
El promedio del valor FOB de las exportaciones granarias en 2020/21 fue de 420 dólares por tonelada y en 2021/22 fueron 470 dólares por tonelada Si tomamos estos valores como referencia de precios posibles de obtener en próximas campañas, el ingreso adicional por exportaciones se incrementaría respecto de la temporada 2021/22 en 7,8 mil y 13,8 mil millones de dólares respectivamente. Para el caso de ocurrir la segunda hipótesis, los valores llegan a 12 a 18,7 mil millones de ingresos adicionales por exportaciones. En el medio, habrá que ir bajando progresivamente el gasto del gobierno, acompañando la caída gradual de los DEX hasta su eliminación.
El largo brazo del Estado no juega a favor de la gente, aunque se intenten disfrazar sus abusos con una pátina populista. La libertad para producir y comerciar es lo que impulsa a las naciones. A decir de un especialista, los innovadores que mueven el horizonte permanentemente hacia adelante son las empresas, no los países. Y mucho menos los burócratas de turno. Cuando los argentinos lo entiendan y exijan un cambio, empezaremos de transitar el futuro que hoy se nos niega.