Entre Ríos

Producción porcina gana terreno

La provincia mediterránea registró un crecimiento productivo exponencial, a partir de la implementación de un programa de desarrollo integral

30 May 2013

Sumar valor a la producción de granos, mejorar la renta, brindar mayor sustentabilidad económica y productiva, generar trabajo y promueve el arraigo de la población rural. Ese fue el disparador que impulsó a un grupo de productores entrerrianos a asociarse. En primera instancia, el impulso se canalizó a través de un proyecto de integración cooperativo, luego a la conformación de la Cámara Provincial de Productores, y finalmente a salir a las góndolas con productos específicos.

El proyecto Integrados Reinafé surgió como una necesidad de dos cooperativas (Cooperativa de Servicios Públicos General San Martín Ltda. de Seguí, y Cooperativa Agrícola, Ganadera y de Servicios Públicos Aranguren Ltda.), con la idea de desarrollar un sistema integrado de producción de carne porcina mediante la asociación de estas entidades, regionalmente vinculadas y compartiendo un espacio productivo común, las que mediante un criadero sustentable de ciclos productivos diferenciados, concentre la reproducción, maternidad y recría en un solo sitio (matriz cooperativa), transfiriendo sus productos, (los lechones) a un escenario de productores asociados (integrados), quienes realizan el proceso de engorde. Todo en el marco de una integración estratégica en el sistema de valor de las cooperativas, entre la producción agrícola dominante y su transformación en carne porcina.

“Desde el año 2003 se viene recomponiendo la relación insumo - producto. Por un lado la baja en el precio de los cereales se ve potenciada por las retenciones y su impacto en el mercado interno de consumo. Igualmente Argentina está en una situación inmejorable de contar con los cereales de más bajo costo del mundo, que la dejan muy bien posicionada a la hora de competir a nivel de costos de producción internacional”, analiza Felipe Berruhet, titular del emprendimiento.

Además, la crisis que atraviesa la ganadería bovina en el país posiciona a la carne de cerdo en un verdadero rol de producto sustituto, “permitiendo descomprimir la oferta de aquella, sustituyendo su demanda y generando saldos exportables”, agrega.

El modelo provincial. Entre Ríos se destaca por su idiosincrasia cultural, muy afín a la porcicultura. De ahí que el proyecto “prendió”, con la idea de agregado de valor a la producción de granos, el desarrollo de un modelo de integración exitoso, y el potencial de un mercado interno “virgen”. La visión global pasa por una decisión política de desarrollar las cadenas de valor, fomentar el acceso a carnes sustitutas de la bovina, aprovechando la localización estratégica respecto de los grandes centros de consumo.

Así, avanzó la idea central del proyecto de implementar un sistema productivo porcino, mediante un criadero sustentable de ciclos productivos diferenciados, concentrando la reproducción, maternidad y recría en un solo sitio: la matriz de cooperativas asociadas, con un módulo inicial de 520 madres, cuyo producto final son los lechones de 28 a 30 kilos con destino a los engordes en los productores asociados integrados cuyo producto terminal son capones de 110 kilos promedio de peso vivo, con destino a la venta para faena.

En breve, en una superficie total de 3.450 m2, se construirán galpones de gestación, maternidad, recría (destete), un centro de inseminación artificial y cachorras (cuarentena). Además se sumarán obras de infraestructura auxiliares como, oficinas, vestuarios, vivienda encargado, cerco perimetral, planta de alimentos, planta de tratamiento de efluentes y caminos. Se organizará un plantel de reproductores de alto mérito genético, compuesto por 520 madres y 6 padrillos, no sólo poniendo atención a la eficiencia de conversión del alimento en carne, la rusticidad del sistema de manejo, rapidez de crecimiento y rendimiento en magro, sino también en aspectos que coincidan o influyan en la calidad organoléptica e industrial de la carne, que el cliente valora a la hora de decidir su compra.

El circuito de integración estará compuesto inicialmente por 10 productores asociados, 5 pertenecientes a cada cooperativa fundadora, los que construirán un galpón de 500 m2 para el alojamiento de dos semanas de producción por ciclo de engorde, es decir unos 500 lechones, cada uno. Cada ciclo demandará 15 semanas para su terminación, con 110 kilos. Cada productor completará tres ciclos en 13,5 meses.

Estrategia productiva. Para ampliar la base productiva, se propusieron sustituir o mitigar altas inversiones particulares por una sola inversión, apalancando al clúster en un sistema de engorde eficiente, concentrando la inversión y minimizando riesgos.

Los responsables del emprendimiento destacan un nuevo paradigma en la forma de medir los indicadores productivos, ya que el mejor resultado económico del sistema no va a estar cimentado solamente en la relación capón/maíz, ni en la cantidad de capones por madre, sino en el volumen de la facturación de la empresa y este volumen no tiene que estar atado al precio del capón y sí a la cantidad de kilos producidos por madre. “Sólo la competitividad del sistema productivo hará sostenible el proyecto frente a escenarios desfavorables. Para ser competitivo se requiere tecnología en las instalaciones; tecnología de manejo y tecnología genética”, aclara Berruhet.

El nuevo concepto de producción animal contempla abandonar la visión de la pirámide donde la base era la nutrición y la salud y el vértice era la genética. Hoy la forma de visualizar los procesos productivos es el de “cadena de productividad”, es decir donde todos los eslabones que participan del proceso productivo tienen el mismo peso.

En el corto plazo, planifican contar con la matriz en funcionamiento, lo que equivale a tener en producción la proyección prospectiva de 500 madres y la planta de alimentos balanceados en plena capacidad operativa. En el mediano plazo, planean iniciar el desarrollo de un módulo idéntico de matriz con 500 nuevas madres y duplicar el número de productores asociados, tendiente a consolidar un piso de 24.000 capones en engorde.

El mismo Felipe Berruhet preside los destinos de la flamante Cámara de Productores porcinos de Entre Ríos. “A diferencia de Santa Fe, Entre Ríos no tenía una actividad porcina importante, todo se reducía a pequeños productores a campo, con una metodología tradicional, pero en el transcurso de 5 años aparecieron nuevos actores con tecnología de punta que modificaron esta realidad”, explicó.

“Todos sufríamos las mismas falencias: dónde comercializar, dónde faenar, conseguir las mejores razas, las fábricas de balanceados. Y ese vínculo de conocimiento originó la Cámara porcina, la cual integran esos emprendimientos nuevos que se incorporaron”, agregó.

Consolidar esfuerzos. Marcelo Barrera es vocal de la Cámara, y destacó que la misma nace respondiendo el fuerte impulso de la actividad de los últimos 2 años, sobre todo motivado por la incorporación de nuevos jugadores, todos con proyectos de cría intensiva, provenientes de la agricultura, con una fuerte necesidad de agregar valor, y que se decidieron a ingresar al segmento de producción porcina. La producción a nivel provincial porcina aumentó un 300 % en los últimos años, y ese volumen los llevó a ordenar ese crecimiento.

“Para crecer es necesario estar consolidados y unidos, para poder así canalizar necesidades, compartir el fortalecimiento del sector. Así se dio la necesidad de armar algo que contenga a todo el sector”, explica.

En Entre Ríos había unos 130 establecimientos empresariales de cerdos, con un stock de 11 a 12.000 madres. En estos dos últimos años se incorporaron unas 6.000 madres, y eso motivó la necesidad de aunar esfuerzos que ordenaran este movimiento. Por eso, la Cámara convocó a más de 45 empresas de la provincia, con la idea de representar a todo el sector, “y está abierta a todos los eslabones de la cadena, y también es contenedora del segmento industrial, en el sentido que participa del frigorífico Carnes del Interior y otros emprendimientos”.

Para Barrera, a nivel nacional y provincial, la faena es un cuello de botella importante. “Quisimos ser un vehículo de diálogo con el Gobierno y con los sectores que componen la cadena, ser partícipe del crecimiento para poder insistir en la capacitación de técnicos y del personal”. Y sentencia: “el cerdo llegó para quedarse”.

A la góndola. En Hasenkamp, desde la empresa Rabey decidieron ir un poco más allá. Hace 40 años vienen trabajando en el acopio de granos, pero siempre redoblando la apuesta productiva, lo que los llevó a montar su propia flota de transporte, su estación de servicio, y un emprendimiento porcino, que empezaron años atrás, y que ahora decidieron llevarlo hasta la góndola.

“Desde hace 17 años somos productores porcinos, cuando no había un modelo definido”, recuerda Marcia Rabey. Hoy, en su establecimiento llevan al cerdo a los 105 kg. en 22 semanas. “El 2011 fue un buen año, por la eficiencia productiva y por los precios, y el 2012 también, hasta septiembre cuando cayó el precio del capón. Hay una gran brecha entre el capón sin tipificar y el tipificado, que mide magro”, aclara. Y agrega: “en 2013 tenemos que ajustar la eficiencia productiva para poder sobrevivir”.

En la granja “Los Paraísos”, mantienen 170 madres promedio a ciclo completo. Apuestan a la buena genética, compatible, buen confort en las maternidades, en la búsqueda de un animal rústico y eficiente. Aplican Inseminación Artificial con bandas de 8 madres semanales, que pasan en el galpón de gestación 114 días. Luego, en la maternidad quedan 28 días y pasan su prole al destete a las 10 semanas (o los 30 kg.), más tarde se los pasa al engorde hasta el envío al frigorífico a las 22 semanas (o 105 kg.). Desde hace poco, también, una vez por semana, elaboran el balanceado propio (lo que significa el 70 % de los costos del capón terminado).

Para cerrar el círculo, se asociaron con los nuevos participantes del negocio para adquirir un frigorífico en Aldea María Luisa, donde hoy faenan unas 6.000 cabezas por mes. Se trata de un grupo de siete socios, de los cuales cuatro son productores porcinos. Desde entonces “Carnes del Interior” comercializa en Paraná en sus cuatro bocas de expendio bajo el nombre “la casa del cerdo” cortes de carne fresca que se vende como “pan caliente”. Cerraron el círculo y van por más.