Política

Fuertes críticas

Desde Tucumán, la Mesa de Enlace reaccionó ante la versión de aplicación de la ley antiterrorista. Calificó la medida como “fascista” y “autoritaria”

26 Mar 2013

Los productores agropecuarios no están para chistes. Parecía chiste un rumor conocido ayer, que decía que se podría aplicar la Ley Antiterrorista contra aquellos chacareros que decidan no vender rápido su cosecha de soja. Parecía chiste, y sin embargo nadie se rió. Tan dura es la pelea entre el campo y el kirchnerismo que ya no queda margen para el humor. "Autoritario", "dictatorial", "fascista", fueron algunos de los calificativos que los ruralistas dedicaron al Gobierno.

Parecía chiste por una sencilla razón: en cualquier país serio el Estado trabaja para que sus productores retengan la cosecha y eviten malvenderla en un momento de picos de oferta. Aquí, en cambio, la necesidad trasviste al funcionario: la economía requiere dólares con urgencia y la rápida exportación de la soja parece ser la única solución. Por eso parece válido para el Gobierno recurrir a todo. E incluso resulta creíble el absurdo de tildar de terroristas a los productores.

Reunidos en asamblea en San Miguel de Tucumán, los líderes de la Mesa de Enlace no dejaron pasar la posibilidad de retrucar el exabrupto, luego desmentido por el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray. "Lo de la Ley Antiterrorista es un disparate. No hay más soja, se terminó. Y la cosecha nueva está en el campo. ¡Qué se dejen de jorobar!", se exaltó Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria.

Su par de la Sociedad Rural, Luis Miguel Etchevehere, coincidió: "Es una práctica fascista de un gobierno que quiere concentrar todo el poder, no admite crítica, oposición y quiere controlar todo". Y añadió: "En vez de pedir que vendamos la cosecha, el gobierno debería explicar qué hizo con los 60 mil millones de dólares en retenciones que aportó el campo" desde 2002.

Por cierto, el propio Ministerio de Agricultura reconoce que queda muy poca soja de la campaña 2011/12, menos de 2 millones de toneladas sobre una cosecha de 40 millones. Sobre la venta al exterior de esa fracción de "soja vieja", el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, ya se encargó de meter presión a las grandes cerealeras. Puedan o no hacerse de esa mercadería, las exportadoras le prometieron que inyectarán este mes unos 1.600 millones de dólares al circuito financiero. Servirán para evitar un deterioro mayor en las Reservas del Banco Central.

Lo que está en juego, con claridad, es la cosecha de soja 2012/13, cuya recolección recién se inició y concluirá en junio. Se espera una producción de 50 millones de toneladas, de la que los productores anticiparon ventas apenas por 10 millones, un magro 20%. Se sabe en el campo que aquel que tenga un poroto evitará venderlo el máximo tiempo posible, ya que la soja es moneda fuerte en estos tiempos de incertidumbre cambiaria.

Allí la plata que está en juego es mucho mayor: unos 25.000 millones de dólares. El Gobierno necesita que esa plata ingresa rápidamente al país por dos motivos. Uno es que las cerealeras están obligadas a cambiar por pesos el 100% de sus dólares en el Banco Central, que luego los usa para domesticar al mercado cambiario. La segunda es que a medida que se exporta la soja, el gobierno cobra 35% de retenciones, unos 7.000 millones de dólares que podrían ser determinantes en un año electoral.

"Este año los productores van a dosificar las ventas para poder mantener su poder adquisitivo hasta la próxima cosecha", evaluó Etchevehere en la asamblea de Tucumán, que reunió a 600 productores y debatió la posibilidad de definir medidas de protesta. Si venden soja, los chacareros (que obtienen pesos) cobrarían hoy el precio internacional menos retenciones. Tomando la cotización oficial del dólar de 5,10 pesos, el sojero obtendría unos 3,20 pesos por dólar, muy lejos del dólar "blue" que rige para muchos insumos del sector, y que cotiza a 8 pesos.

Matías Longoni