Robaron más de 7 mil kilos de ciruelas en Maipú y advierten que están envenenadas
Las ciruelas sustraídas habían sido tratadas con pesticidas y no estaban maduras, es decir que no son aptas para el consumo. Los afectados aseguran que los robos son por encargo y que las frutas terminan a la venta al público en mercados.
La situación por la que esta atravesado una familia de Maipú es desesperante. En pocas semanas han visto cómo el trabajo de un año se esfuma ante sus ojos. Reiterados robos en banda y organizados han dejado sus fincas totalmente saqueadas: son más de 7.000 los kilos de ciruelas los que les han robado.
Además de afectar la economía familiar, estos hurtos ponen en riesgo a toda la población. Las ciruelas sustraídas habían sido tratadas con pesticidas y no estaban maduras, es decir que no son aptas para el consumo. Los afectados aseguran que los robos son por encargo y que las frutas terminan a la venta al público en mercados.
"Somos productores pequeños, trabajamos todo el día al rayo del sol y, a su vez, tenemos que estar espantando ladrones. Pero el cansancio termina por vencernos y ese es el momento que aprovechan los delincuentes para entrar y llevarse las ciruelas", relató a Los Andes Natalia, hija de Ricardo Fernández, propietario de las plantaciones.
La metodología que utilizan los "cosechadores" es increíble: "Cortan los alambres y entran con camionetas y cuadrillas de hasta 8 personas y en pocos minutos 'pelan' los árboles", contó la mujer, quien agregó que esta no es una situación nueva y que no los afecta solo a ellos sino a todos los pequeños productores de la zona, quienes ya se han acostumbrado y se "han cansado de hacer denuncias".
La familia Fernández tiene plantaciones en distintas fincas de Maipú. En la de Tropero Sosa al 3883, los delincuentes se han llevado más de mil kilos de la fruta en varios ataques exprés. Sin embargo, anoche, en unas hectáreas que la familia posee en Ruta 60 y Belgrano Norte, frente al complejo del club Godoy Cruz en Coquimbito, el botín con el que escaparon los delincuentes superó los 6.000 kilos.
"Es tierra de nadie, los mismos ladrones nos espantan a nosotros a los tiros. Mis hermanos y mi papá ponen en riesgo sus vidas al enfrentarlos para intentar cuidar algo de la producción. Además de esto, el precio de la fruta está muy bajo y no nos dan los costos para pagar vigilancia privada o servicios extraordinarios a algún policía. Estamos agotados y resignados", se sinceró la mujer.
Ricardo Fernández, el padre de la familia, ya es cara conocida en las fiscalías 10 y 16 donde ha radicado las denuncias con la esperanza de una pronta solución. "Mi papá tiene 76 años, todo lo que tiene lo ha hecho trabajando y me duele mucho verlo llorar por los robos", finalizó Natalia.