Un mercado estanco
A diferencia de otro productos agrícolas, en Brasil el consumo de trigo está en el mismo nivel desde hace 10 años. Esta situación es un alerta para la Argentina ya que podría perder un mercado muy importante
El consumo de trigo en Brasil permanece estancado desde hace al menos una década en 10 millones de toneladas, a pesar del crecimiento de la población y del aumento de la renta, que fue el gran propulsor del mayor consumo de proteínas en el país.
Las preocupaciones con la salud y la buena forma física ayudan a explicar la resistencia que encuentra el mercado de trigo al intentar crecer en volumen. La salida que encontraron los molinos es invertir en el agregado de valor a la tradicional harina de trigo.
Especialistas creen que ese mercado recorrerá el mismo camino que el segmento de café: altas inversiones en tecnología y alto valor agregado. Entre 2007 y 2011, el consumo de harina de trigo en Brasil creció 1,3%, mientras que, a nivel mundial, la demanda avanzó 4,3% en el mismo período, según la Asociación Brasileña de las Industrias de Pastas Alimenticias (Abima). En igual intervalo, el consumo per cápita de pastas alimenticias cayó 7,5%, mientras el de proteínas, como la carne de pollo, subió 28%, según la Unión Brasileña de Avicultura (Ubabef).
A contramano de los derivados de harina de trigo está el pan industrializado, cuyo consumo per cápita entre 2007 y 2011 avanzó 24%. Pero en ese caso, es posible que haya existido una ganancia de mercado por encima del pan francés, dijo el presidente de Abima, Claudio Zanao.
Para burlar el bajo procesamiento de trigo en el país, Molino Pacífico, con capacidad para procesar 200.000 toneladas de cereal por año, hoy tiene en su cartera 21 tipos deferentes de harinas. Hace cinco años, no superaba los siete, de acuerdo con Lawrence Pih, presidente de la empresa. “La harina de trigo ’commodity’ casi no da margen de lucro. Por eso, buscamos desarrollar harinas específicas”.
Al año, Molino Pacífico invierte 5% de su facturación en investigación y desarrollo de nuevos productos. Hace cinco años, el presupuesto para esa área era prácticamente nulo. “A veces llegamos a hacer 100 muestras diferentes de harina para el cliente hasta acertar el punto exacto del producto. El mercado está atravesando una revolución, agregó el ejecutivo.
Dentro de una misma industria, por ejemplo, como la de biscochos, se necesita una harina especial para atender la producción de waffle, otra para el cream crackers, y una adaptada a la preparación de la galletita rellena, explicó el asesor institucional de la Asociación Brasileña de Trigo, Reino Pécala Rae. Además, hay que considerar la diversidad de la industria de pastas (secas, instantáneas y frescas) y diversos panes.
El asesor de Abitrigo recordó que, hasta la década del noventa, el gobierno controlaba el mercado del cereal y era el único autorizado a adquirirlo, tanto en el mercado interno como externo. Brasil es importador líquido de trigo. Los laboratorios de los molinos se limitaban a hacer análisis de humedad y de residuos contenidos en el cereal que proveía el gobierno, contó Pécala Rae. A partir de 1992, el mercado se abrió y los molinos comenzaron a buscar nuevos destinos.
Pero esa demanda por diversificación en la harina de trigo se tornó más fuerte en los últimos cinco años, evaluó el vicepresidente de Molino Santa Clara, Christian Saigh. La empresa, con sede en San Pablo y capacidad para procesar 150.000 toneladas de trigo por año, invierte R$ 300.000 anuales en investigación y desarrollo de nuevos productos. Hace cinco años, los aportes en esa área no superaban 20% de ese valor, contó el ejecutivo.
En promedio, Molino Santa Clara lanza más de diez tipos diferentes de harina de trigo en el mercado anualmente. En función de esa estrategia de agregar valor a su cartera, la empresa registra un aumento anual de 10% en el resultado operativo, mientras los volúmenes vendidos crecen entre 5% y 6%, según Saigh.
El ejecutivo cree que el futuro del mercado de harina está en la composición de mezclas a la medida del cliente, pero también con agregado de sabores, como queso y aceituna, entre otros. ‘El mercado de trigo está comenzando a parecerse al de café, que con el agregado de aromas y sabores se hizo más sofisticado‘, evaluó Saigh.