Frutas

Una combinación irresistible

El "baby kiwi" es muy parecido al verde fruto popularizado por Nueva Zelanda pero tiene el tamaño de un berry y no es ácido

Para algunos productores de la provincia de Buenos Aires, sobre todo los de las localidades de Baradero, Mercedes y La Plata, este febrero se presenta con muchas expectativas. Es que algunos incursionaron en un nuevo cultivo y en los próximos días tendrán su primera cosecha en la Argentina. Se trata del baby kiwi (Actinidia arguta), un fruto que conjuga virtudes de los berries y del tradicional kiwi, ya que por su tamaño y su sabor se puede comer sin pelar y es algo más dulzón que el que todos conocemos.

“En conjunto con otros colegas importamos esta fruta desde Nueva Zelanda, que se encuadra dentro de la categoría de los berries (también se lo llama kiwi berry) pero con características propias. El fruto es una baya cilindriforme de piel fina, lisa, suave, sin pelo, cuyo tamaño oscila entre 20-30 mm de largo y 20-25 mm de diámetro mayor”, señala el Ing. Agr. José Luis Sarza, titular de Alternativas Agrarias (www.altagrarias.com.ar), empresa que se dedica al asesoramiento de emprendedores en producciones intensivas y al mismo tiempo provee plantas de calidad obtenidas por medio de la técnica de la micropropagación. Según explica Sarza, el mercado de este fruto cuenta con un interesante potencial, porque el consumidor ya ha adoptado al kiwi tradicional en su dieta y está familiarizado con su sabor.

“Respecto de los precios de venta del baby kiwi para la Argentina obviamente no existen datos históricos porque es un producto nuevo, pero podríamos tomar una referencia de los valores FOB que tiene Chile para sus exportaciones, que rondan los u$s/kg 7-8”, agrega Sarza.

La comercialización, en esta primera etapa, se realizará en el mercado interno, posicionado como una especialidad, con una presentación original y natural. En un futuro próximo está proyectada la exportación a países con alto poder adquisitivo como Estados Unidos, Canadá, Japón, Singapur y Alemania, que ya conocen y demandan este producto. “Contamos con la ventaja de iniciar la cosecha antes que otros competidores, como Chile, gracias a la diversidad de nuestro clima. La Argentina podría estar despachando la fruta desde febrero hasta comienzos de abril desde Mar del Plata. Hay que trabajar mucho en la coordinación de la ampliación de la época de entrega de fruta y volúmenes”, proyecta el titular de Alternativas Agrarias.

Escala

La superficie mínima de cultivo es variable; si se lo considera como actividad única los especialistas recomiendan unas 3 hectáreas aproximadamente. “Aconsejamos reconvertir la infraestructura que muchas veces ya existe para la implantación de este cultivo a la hora de dedicarse a él en exclusividad o de diversificar la producción actual para hacer más rentable el establecimiento (indica el profesional). La clave es, desde luego, cubrir los costos y optimizar al máximo los recursos que ya tiene, como el personal que trabaja en el campo, la luz, el riego, la cámara de empaque y otros”.

En cuanto a la necesidad de inversión, hay que pensar en erogar aproximadamente u$s 7.000 por hectárea en plantas, u$s 10.000 en estructura de sostén, preparación de suelo y varios, y otros u$s 10.000 si se decide colocarle malla antigranizo. “Eso sí, como decíamos anteriormente, si se reconvierte infraestructura preexistente la inversión puede ser mucho menor”, subraya Sarza.

Los costos de mantenimiento del cultivo son muy bajos ya que la planta es saludable y estable, y los gastos de cosecha son considerablemente menores que los de cualquier otro berry.

Dónde y cómo

El cultivo del baby kiwi requiere casi los mismos cuidados y condiciones que la variedad Hayward de su hermano mayor, la más plantada en el mundo.

El ambiente ideal del cultivo incluye suelos profundos, no muy pesados, de textura franco limosa a franco arenosa, con buen drenaje y escurrimiento, pH levemente ácido (6-7), clima preferentemente húmedo, no demasiado ventoso, y con cierta cantidad de horas de frío. En nuestro país esas condiciones se dan en la provincia de Buenos Aires, entre San Pedro y Necochea.

La densidad de plantación es variable pero se pueden colocar unas 1.000 plantas por hectárea, dentro de un planteo en que se distribuyen plantas tanto masculinas como femeninas para una mejor polinización y producción. “Es un cultivo que perdura entre 15 y 20 años, y es muy saludable si se evita el encharcamiento que afecta las raíces, sobre todo porque la propagación de las plantas la realizamos mediante la técnica de multiplicación in vitro, lo que brinda un reaseguro al partir de un material genético en condiciones asépticas. Todo esto habilita a hacer muy pocas aplicaciones de productos, lo que determina un mantenimiento muy accesible”, advierte Sarza.

Tiempo de cosecha

La especie produce sus primeros frutos al segundo año de ser plantada y su producción comercial se da a partir del tercer año. Va incrementando su rendimiento paulatinamente hasta llegar a su máximo al quinto o sexto año, cuando se obtienen hasta 15.000-16.000 kg/ha según la zona.

La recolección y manipulación de la fruta es similar a la de los berries, por lo tanto debe efectuarse con cuidado y manteniendo la cadena de frío. El peso aproximado de cada fruto es de apenas 20 gramos. Se los conserva entre 20 y 30 días en temperaturas de 0 ºC, y se puede duplicar ese período utilizando atmósfera controlada. Los frutos se empacan y venden en clamshells de 250 gramos.

La cosecha comienza hacia fines de enero en el norte de Buenos Aires y se puede extender hasta principios de marzo en Mar del Plata. “El desarrollo de las plantas a nivel productivo nos está mostrando una muy buena adaptación a nuestras condiciones, por lo cual tenemos muchas expectativas depositadas en este cultivo”, señala el profesional.

Verónica Schere