Rural Palermo

Aires de revancha

En el Gobierno prefieren disfrutar de los símbolos supuestamente reivindicatorios de un pasado que ya no existe en momentos en que la economía da signos de agotamiento y la tensión social va en aumento por la falta de respuestas

22 Dic 2012

 “¿Para qué queremos un cuchillo si en casa tenemos un montón de Tramontina?", dijo en voz alta Cristina Kirchner cuando su esposo, el presidente Néstor Kirchner, recibió de regalo un cuchillo de plata de manos del entonces presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Luciano Miguens, en el predio de Palermo en una de las escasas visitas que realizó al comienzo de su mandato. Esa intempestiva respuesta de la actual Presidenta les reveló a los ruralistas testigos de aquel gesto de amistad fallido, entre ellos Hugo Luis Biolcati, que la relación del campo con el nuevo gobierno iba a ser tirante. Los hechos que se sucedieron después confirmaron esa presunción. Sin embargo, lo que nunca imaginaron es que el enfrentamiento pudiera llevar a situaciones que pueden catalogarse como de revanchismo.

 

La estatización del predio de Palermo decidida por el Gobierno anteayer forma parte de esa cadena de hechos que intentan castigar al sector social y económico que más hizo por demostrarle al kirchnerismo que un país no se construye sobre la base de un pensamiento único y del control absoluto de las instituciones. Si el decreto de 1991 que le dio a la SRA la propiedad del predio de Palermo era cuestionable debieron haberse agotado las instancias respectivas en la Justicia. El Gobierno no lo hizo y prefirió construir un nuevo acto simbólico que, a ojos de sus seguidores, parecerá atractivo porque va en contra de la "oligarquía".

 

Más allá de lo que finalmente suceda en el ámbito judicial, el Gobierno no se da cuenta que la SRA seguirá expresándose y organizando la exposición que es símbolo del encuentro entre el campo y la ciudad. Esta frase, que parece un lugar común, en realidad es el otro símbolo que el kirchnerismo pretende destruir: la unión del país pujante del interior, el de la innovación de la ganadería y de la agricultura, con los habitantes de la ciudad que, aunque muchas veces no lo adviertan, también viven del campo.

 

La estatización de Palermo también integra la larga lista de intervenciones sobre la actividad agropecuaria que hizo el Gobierno: el Mercado de Liniers, el mercado de granos y el cierre de exportaciones, entre ellas. Otras, además, tuvieron un claro objetivo revanchista como el retiro del manejo de las cartas de porte a la Federación Agraria Argentina (FAA).

 

La capacidad de asombro al ver cómo el Gobierno sigue pegándose "tiros en el pie" es inacabable. Se enfrenta con el sector de la economía que es uno de sus principales pilares. Si no, ¿de dónde proviene más del 50 por ciento de las divisas que ingresan al país por exportaciones? ¿de dónde sale casi el 10% de los ingresos fiscales que percibe, sólo contando los derechos de exportación que pesan sobre la cadena de la soja?.

 

No hay que ir muy lejos para encontrar ejemplos diametralmente opuestos en otras naciones. Los gobiernos de Uruguay y de Brasil no suelen pensar igual que los líderes rurales de sus países. Sin embargo, dialogan y debaten sobre cuáles son las mejores medidas que se pueden adoptar y sus diferencias políticas las expresan libremente sin temor a recibir represalias. No es casual que ese clima después se refleje en las cifras de producción: Uruguay exporta más carne que la Argentina y Brasil apoya a sus compañías multinacionales de alimentos a expandirse por el mundo.

 

Es curioso: el mismo día que el Gobierno estatizó el predio de la Rural, la Comisión de Enlace y el Movimiento CREA daban cuenta de las inversiones y el gasto que la actividad agropecuaria había hecho en su conjunto durante el período 2011/12: 236,3 mil millones de pesos, un 27 por ciento más que en el período anterior. Para anunciar inversiones por valores inferiores a esa cifra la Presidenta convoca a cadena nacional. Pese a la presión impositiva y a las trabas comerciales, la actividad agropecuaria pone en marcha a la economía como pocos otros sectores lo hacen.

 

En el Gobierno prefieren disfrutar de los símbolos supuestamente reivindicatorios de un pasado que ya no existe en momentos en que la economía da signos de agotamiento y la tensión social va en aumento por la falta de respuestas a los problemas esenciales del país.