Ganadería

Los terneros en Córdoba engordan con estratégia

Desarollo ganadero. El campo de cría ubicado en nordeste cordobés se provee de agua del río. Pasto natural, maíz y gramas.

13 Dic 2015

Cuando en 2006 Néstor Kepcija y Pedro Sanz comenzaron a desarrollar el campo de cría en el nordeste de la provincia, la ganadería atravesaba uno de sus peores momentos de la década.

Ubicado sobre los bañados del río Dulce, el establecimiento necesitaba de esa fuente de agua para hacer de la cría una actividad sustentable. En ese momento, los precios relativos eran muy desfavorables para la producción de carne, según recuerdan ambos emprendedores. Mientras un caño de seis metros para transportar el agua hasta las aguadas costaba 80 pesos más IVA, un novillo gordo valía 300 pesos. Bajo esas condiciones, hace casi ya 10 años, Kepcija y Sanz daban los primeros pasos para hacer de Los Quebrachos Colorados una verdadera fábrica de vientres.

Hoy, con más de 120 kilómetros de alambres en corrales y apotreramientos, 24 kilómetros de caños para llevar el agua, el establecimiento de 8.700 hectáreas ubicado a 70 kilómetros al este de Villa de María de Río Seco está poblado por un plantel de 1.100 vacas.

“Arrancamos capitalizando vientres de inversores en un campo familiar que, hasta ese momento, no era más que un pedazo de tierra”, recuerda Pedro Sanz, mientras recorre junto a su cuñado y socio Néstor Kepcija, su asesor Olden Riberi, los potreros de pasto natural donde las vacas tienen las condiciones necesarias para producir terneros.

Pastura y suplementación

El suelo salino clase 6 que tiene el establecimiento como perfil productivo no ofrece muchas chances para hacer una agricultura forrajera.

“Hicimos algunas experiencias con sorgo y girasol, pero el perfil no ese el adecuado”, admitió Néstor Kepcija. Debido a este condicionante, el pasto natural y unas 600 hectáreas de grama rhodes son el principal alimento de los vientres marca líquida servidos a campo con toro de alta genética de las razas Brangus, Braford y San Ignacio.

Si bien hoy el principal negocio del establecimiento es vender los terneros para invernada, el manejo apunta a especializar el modelo en la producción de vaquillonas preñadas. Alrededor de 300 vaquillonas esperan ser servidas durante el próximo otoño para salir a la venta entre junio y julio con garantía de preñez.

“Queremos en el futuro ser una verdadera fábrica de vientres, por eso una vez que nace el ternero, de su desarrollo nos ocupamos nosotros para que la vaca vuelta a tener los tiempos necesarios para volver a entrar en servicio en las condiciones corporales adecuadas”, explicó Kepcija.

En post de que la vaca no pierda continuidad en su faz reproductiva, los terneros son destetados en forma anticipada. “A los 100 kilos o menos, el ternero se desteta a corral, a los 130 kilos se le hace una recría en potreros de grama rhodes con suplementación sobre la base de maíz y concentrado proteico hasta los 180 kilos de peso. A partir de ahí ya están listos para la venta”, indicó Olden Riberi, asesor técnico del establecimiento. El costo de producción del ternero ronda los 10 pesos por kilo logrado.

Dentro de este esquema, las terneras tienen un manejo similar a los machos, aunque su destino final puede ser diferente: como reposición para futuras madres o como vaquillonas preñadas para la venta.

El agua, indispensable

Las condiciones que impone en clima en la zona, donde las lluvias suelen ser muy erráticas (entre 400 hasta mil milímetros), obliga a que todos los esfuerzos estén puestos en mantener el buen estado de las vacas.

Según Riberi, el destete anticipado del ternero es la variable de ajuste que permite el manejo del procreo, el espacio interparto, el porcentaje de preñez y las épocas de pariciones.

“No podemos darnos el lujo de que la vaca permanezca mucho tiempo con el ternero al pie, porque eso demora los tiempos. Acá (por las condiciones de producción) es muy fácil que en tres años podamos perder un servicio. Por eso buscamos reducir el tiempo interparto”, graficó el técnico.

La toma de agua desde los humedales del río Dulce, en el este del establecimiento, es clave para el desenvolvimiento del modelo de cría.

“Se enterraron 24 kilómetros de caño para llevar el agua hasta potreros y bebederos. Fue una inversión grande en dinero y que llevó mucho tiempo” reconoció Kepcija.

Una bomba ubicada en el bañado y cuatro tanques australianos que van desde 200 mil hasta 100 mil litros de capacidad, cada uno con su represa, completan la infraestructura para el suministro del agua. Por el uso del recurso, el establecimiento abona un canon.

Núcleo genético

La suplementación no es sólo propiedad de los terneros. Hay momento en que también las raciones llegan a las vacas.

La falta de lluvias durante septiembre y octubre obligó este año a que la dieta con energía (maíz) y contenido proteico también se suministrara a los vientres.

“Las raciones están disponibles en forma estratégica para cualquiera de las categorías del establecimiento, en función de la estrategia de producción y reproducción”, explicó Sanz.

La dureza de los pastos naturales hace que la vida útil de los reproductores en el establecimiento es más corta, en especial por descarte dentario.

Este año, la incorporación de vaquillonas traídas desde el norte del país pobló con más cabezas la geografía de Los Quebrachos Colorados. “Lo hicimos porque era negocio. Se trata de animales que ya están adaptadas a las condiciones de la zona”, aclaró Sanz.

Los toros en servicio, que representan alrededor del cuatro por ciento de la población bovina, son sangre Angus, Brangus y San Ignacio.

El estado que exhiben los terneros y las vaquillonas nada tiene que envidiarle al que se puede obtener en campos de mayor aptitud productivo. “Hemos logrado animales muy adaptados a la zona, donde las condiciones para producir no son fáciles, pero con un manejo flexible y pragmático vamos ganando en productividad”, destacó Kepcija. El porcentaje de destete ronda entre el 75 al 78%, con una pérdida entre el tacto y el destete menor al 6%.

Si bien los servicios a campo pueden generar cierta dispersión en los plazos de las pariciones, Kepcija y Sanz apuntan a concentrar los nacimientos en un período de tres meses. “Es por una cuestión de orden y de manejo”, acotó Riberi.

A la hora de descartar una vaca como vientre, la decisión no incluye a rajatabla el principio de: “vaca que no se preña se descarta”. “Buscamos de darle otra oportunidad, en la medida de las posibilidades”, reconoció Riberi. Cuando se decide la baja del vientre se sustituye por vaquillonas marca líquida o regionales seleccionadas.

El apotreramiento es el criterio de manejo utilizado para administrar el recurso forrajero. El campo soporta una carga animal de alrededor de una vaca cada cinco hectáreas, pero el techo fijado por sus propietarios apunta a que la carga sea de un vientre cada dos vacas. En la consecución de ese objetivo, este año se incorporaran 300 hectáreas de grama rhodes.