Gestión

Nada es más importante

Después de las últimas secas es necesario comprender la importancia de administrar el agua. Estos productores CREA cuentan con tablas de decisión que ayudan en la tarea de aprovechar al máximo cada milímetro de lluvia

Parece que hay un Niño en camino, pero sería un error olvidar que en el último lustro la seca ha sido el denominador común, en especial para soja, maíz y girasol. Pierre y Bernard Courreges, integrantes del CREA General Villegas, provincia de Buenos Aires, no pierden de vista esta realidad. “Esta vez la magnitud del déficit hídrico fue mayor que en otras oportunidades; hace décadas que no teníamos un diciembre sin lluvias –explican estos profesionales–. Lo padecimos, pero sirvió para confirmar la validez del manejo del agua que venimos haciendo, así como la necesidad de prestar atención a lo que nos anticipan los climatólogos, que últimamente están acertando. La tecnología vinculada con la economía de este vital fluido cuenta con herramientas definidas, y con eso encaramos las campañas. Ésta no es una carrera puntual sino un maratón, y en él somos administradores del agua”.

Por eso es necesario aprovechar a fondo cada milímetro disponible. Administrarlo, tratar de mantenerlo dentro del alcance de las plantas, optimizar su uso. Los suelos no cambian en el corto plazo, pero los ambientes sí, y el agua juega un papel vital en esto. Y en la época en que resulta excesiva la cuestión es de qué manera evitar períodos de anegamiento. En un caso y otro se manejan rotaciones, ciclos, fechas de siembra y épocas de cosecha. Los Courreges incluso apuntan a calibrar las tablas de densidad de siembra de los semilleros para esta zona, ya que han detectado diferencias que surgen de la experiencia propia.

Hoy se ven los resultados de las buenas rotaciones implementadas en nuestros campos –subraya Pierre–, las ventajas de contar con un lote cubierto con rastrojo de gramíneas. La administración del agua se vincula con la capacidad para captarla y almacenarla en otoño, de modo de tenerla disponible para su uso en un cultivo de gruesa”.

Lo mejor de todo es que administrar el agua no pasa necesariamente por gastar más. “Con la seca, un maíz sembrado en fecha en esta zona rindió como mucho 4.000 kg, mientras que uno tardío va a dar más de 9.000. Habría que agregarle el costo de un cultivo de cobertura (u$s/ha 100, equivalente a 700 kg/ha de maíz), una medida que en el mediano plazo vemos como conveniente”, aporta Bernard.

El otro extremo

De la seca fuimos a un escenario de lluvias abundantes y perfiles que terminaron el otoño con una recarga sustancial. “De nuevo, hay que manejar el agua. La racionalidad indica la conveniencia de hacer un doble cultivo para convertir gran parte de ese volumen líquido en muchos granos y abundantes rastrojos de cosecha. Eso sí, no será con el trigo, veremos si conviene hacer una cebada –les preocupa una posible saturación del mercado– o un cultivo de cobertura buscando un plus en el lote comercial siguiente; es mucho mejor que insistir con un mercado intervenido. Lo que no cambia es el foco: mantener la cobertura, manejar el agua y optimizar los rindes”, afirman ambos hermanos.

En esta empresa familiar, Pierre se ocupa de la ganadería y Bernard de la agricultura. La decisión es conjunta, pero cada uno ejecuta lo que le corresponde. Son alrededor de 3.800 hectáreas de campo propio –Don Ferdinando, Don Polito y El Clarinete-, el 90% agrícola. “Todo lo que tiene chance de ser cultivado está en agricultura permanente”, describe Bernard. La ganadería es tan importante como la agricultura en términos económicos, pero todo se hace a corral en El Clarinete, con una capacidad de encierre instantánea de 4.000 cabezas y un volumen anual de producción de 6.000 cabezas, dentro de un esquema que va desde los 100-120 kg hasta los 320 kg, a partir de invernada de compra. Ya hablaremos de él en próximas ediciones.

Giro total

Como todo campo del oeste bonaerense, a comienzos de los 90 las pasturas ocupaban el 40% de la superficie de Don Ferdinando, la agricultura se alquilaba y la hacienda era capitalizada de terceros. Pero en 2001 los Courreges ingresaron al CREA, y ya nada fue igual. Para 2002/03 la directa dominaba la escena y la hacienda iniciaba su corrimiento hacia los ambientes más limitados. Siguió un trabajo de ambientación mediante imágenes satelitales y merced al conocimiento de estos productores. Bernard nos muestra un mapa en que los colores –verde (adecuado) a rojo (riesgoso)– desnudan la segmentación del campo, que empíricamente ya manejaban con cierta diferenciación.

En 2007/08 se queman todas las pasturas para ir a una agricultura permanente allí donde es posible, consecuencia de tres años de márgenes pecuarios muy pobres. La ganadería va a un sistema de recría en el monte en zonas áridas de La Pampa y San Luis, y luego se engordan a corral, como única forma de mantener ese capital y no perjudicar a la empresa. “En 15 días se liquidaron 700 hectáreas de pasturas que se veían magníficas. Es fácil observar en los mapas antes mencionados como la agricultura entró en gran parte de los lotes que antes eran ganaderos”, nos muestra Pierre.

Separados

En 2008/09 Pierre y Bernard dan otro gran paso: ponen en marcha la ambientación georreferenciada con aplicación variable de urea (VRT), tanto para trigo como para maíz. En 2009/10, junto con la revaluación del precio de la hacienda termina el negocio del monte (estoqueo y tenencia) y se trae todo al feedlot.

Así, se dejan de lado los potreros rectangulares y se levantan los alambrados. Ahora solo hay cuatro lotes en Don Ferdinando: Centenario, Bicentenario, Milenio y Ganadero; este último es en realidad un sector marginal que apunta a generar una cría propia.

La agricultura por ambientes viene dada por la capacidad productiva de los distintos suelos; en esta zona el indicador más importante es la presencia de thapto (impedimento físico) o no, el cual a su vez puede contener carbonatos o no. Esto da paso a dos rotaciones distintas.

Junto con la ambientación, los Courreges han utilizado una matriz diseñada por la RIDZO –Red de Innovación y desarrollo Zona Oeste CREA-. Todo está normalizado, la idea es manejar un mismo lenguaje. Antes de dar este paso, en los ambientes superiores se usaba la rotación tradicional y en los menos dotados se prefería un esquema pastura-soja-soja-pastura. Mediante la nomenclatura de la RIDZO se hace un diagnóstico de ambientes de acuerdo con los factores permanentes (poco modificables en el corto y mediano plazo) y los modificadores (agua útil, napa, cobertura, malezas, y otros):

Media loma 1 (ML1). Son suelos de alta capacidad productiva y tienen menos del 60% de arena.

BT1. Se trata de perfiles con thapto pero sin carbonatos. La mayoría de los thaptos en esta zona están a 30-40 cm de profundidad y predominan en los bajos. Cuando tienen buena cobertura y humedad se aproximan a los ML1, de lo contrario el escenario se complica.

BT2. El thapto se ubica a similar profundidad que en el anterior, pero además contiene carbonatos.

Como decíamos al comienzo, nada pesa más que el estado hídrico del perfil. Se refiere al agua disponible para el cultivo, agua útil hasta los 2 m, además de la napa, con un aporte de 3,42 mm por cm de espesor. “El INTA nos dio un protocolo para ponderar agua útil, el cual implementamos –explica Pierre–. A eso se suma la cobertura –ayuda a captar el agua de lluvia y reduce las temperaturas del suelo en verano–, el tema malezas –estamos renegando con la rama negra, como todos– y el cuadro termina de cerrar con el pronóstico climático, cada vez más importante”.

Por cierto, en Don Ferdinando hay una batería de freatímetros que permite evaluar el espesor de la napa y su posición. “Medir agua útil es todo un trabajo. Encontramos que para no estar haciéndolo a cada rato, ante una lluvia, y sabiendo que tenemos 70 a 90 % de capacidad de infiltración, es cuestión de hacer una sencilla cuenta para conocer el agua útil y las chances de equivocarse son bajas”, asegura Bernard.

Por su parte, los mapas de rendimiento permitieron acelerar el proceso de aprendizaje para la toma de decisiones y la incorporación de tecnología. “Los aprovechamos incluso para ensayar manejos y ver hasta dónde llegan los resultados. Por ejemplo, en el caso de mancha ojo de rana en soja encontramos diferencias según la variedad de hasta 1.000 kg/ha. Es fácil hacer un ensayo con mapeo georreferenciado, suma muchísimo con mínimo esfuerzo”, dicen los hermanos.

Cero improvisación

El Ing. Guillermo Abadie es quien realiza el seguimiento de los distintos cultivos y participa activamente en el planeamiento estratégico de cada ciclo.

Todo empieza diseñando la campaña. Los Courreges evalúan qué van a hacer en la nueva temporada, incluso considerando las necesidades del feedlot. Luego llega el plan estratégico anual: Abadie arma una rotación orientativa según el diagnóstico; se analiza qué resultado potencial arroja y si es viable económicamente. A su vez, el asesor CREA Ronald Graham aporta una visión macro, ya que conoce perfectamente las debilidades y fortalezas del planteo de los Courreges. Y el encargado general, Fernando San Juan, suma su parecer desde la logística y la ejecución, y a veces solicita se simplifiquen algunas cuestiones que se han planteado de manera compleja en el papel. Después todo pasa al presupuesto y se inicia otra etapa. Y Pierre mira la agricultura como si viniera de otra empresa; lo mismo hace Bernard con la ganadería. El intercambio enriquece el planteo.

Camino marcado

Es tiempo de entrar en las tablas de decisión, una especie de clave sistemática que lleva de la mano a quien las utiliza hacia el camino correcto. Por ejemplo: 

En ML1 se hace trigo/soja cuando hay más de 150 mm acumulados en el suelo disponibles para el cultivo, y nunca sobre maíz. El maíz se siembra en septiembre- octubre –si hay más de 150 mm– o tardío –con menos de ese volumen–. Esta fue la discusión del año ante los pronósticos Niña, ya que dada el agua útil disponible comprobaron que había muy pocos lotes que reunían el requisito para sembrar en fecha.

En cuanto a BT1, tiene una capacidad de producción interesante y los criterios son similares a los aplicados en ML1.

Respecto de BT2, son zonas de riesgo donde la negociación entre lo agronómico y lo económico es compleja. Cebada/ soja solo entra cuando hay más de 150 mm en el perfil, aunque el éxito depende más de la cobertura y de lo que le vaya lloviendo día tras día que de lo que puede almacenar el suelo. Aquí el sorgo entra en lugar del maíz. Están analizando dónde está el límite, hasta acá han comprobado que si son lotes que se encharcan mucho el sorgo sobrevive más que el maíz, y es un dato importante por lo que llovió este otoño. Está decidido, donde se enchar có no se va a hacer maíz.

Desde luego la soja está presente en todos los ambientes. Aquellos potreros en que se verifica un mix se manejan según el ambiente que predomina. “Estas tablas se corrigen todos los años, porque vamos aprendiendo y las vamos modificando” –avisa Bernard–.

Uno por uno

La sintonía se hace más fina al encarar el detalle de cada cultivo. Las tablas indican, por caso:

Maíz en ML1. A este ambiente se puede adicionar un signo (+) o un signo (–). El primero se da cuando tiene más de 300 mm de agua disponible a la siembra para los 2 m, más la napa. Entonces se hace un maíz en fecha, buscando entre 10.000 y 14.000 kg/ha, con una buena fertilización nitrogenada y un número de plantas acorde. En campos alquilados el fósforo se pone a suficiencia y en los propios a reposición, algo que no todos los años se puede hacer por razones de clima y recursos económicos. Es ventajoso tener sojas y maíces RR; han simplificado mucho el manejo. Los Courreges están haciendo dosis variable en semilla de maíz, y en sorgo a partir de este año (140.000 pl./ha en Bt2, 180.000 en Bt1 y 220.000 en ML1). En el cuadro de pág. 11 (inferior) se observa cual sería el manejo para un potrero de alta capacidad productiva y en buena condición hídrica inicial, donde tenemos un 80% de suelo ML1, un 15% de Bt1 y un 5% de Bt2.

Soja: en los lotes buenos se puede implantar tempranamente buscando potencial, y si falta agua van a siembras de noviembre avanzado. “Esto es lo que dicen las tablas –aclara Bernard–, pero a veces no se puede jugar todo a un pleno, de modo que hay algún grado de decisión personal. Y en ambientes complicados donde siempre aprieta la seca tendríamos que buscar altura con una siembra de noviembre u otro grupo de madurez”.

La falta de agua dio para todo. Vemos una soja que padeció en estado vegetativo y cuando llegó la lluvia ya había cumplido el ciclo de floración. También hubo lotes que se sembraron más tarde y no tuvieron ese problema. “Cuando empezó a llover –refiere Graham– 3810 y SPS 3900 estaban jugadas, ya se encontraban en R 5.5, mientras que las de los GM IV medio a V corto reflorecieron y generaron chauchas nuevas (de 40 a 80). Las tablas nos decían: mucho maíz y soja tardíos. Lo primero lo hicimos, lo segundo no tanto, porque nos dio miedo jugar todo a un pleno en febrero. Hubiéramos acertado sembrando la soja quince días más tarde con una variedad más larga”.

Ahora los Courreges están incorporando cultivos de cobertura y se han involucrado en una red de ensayos con el INTA Villegas. “Este año comprobamos algunas cosas –apunta Pierre–. Irían a los ambientes más complicados para generar cobertura, con fechas diferidas en el maíz y rotando con soja. Y también donde vamos a hacer maíz para silo, en que maltratamos el lote. Sustituye a la gramínea trigo, que no cierra por ningún lado. El cultivo de cobertura es un costo más financiero que económico, porque la devolución se da, pero no sabemos si toda en el primer año”.

La gestión

Se sabe que los gastos se han ido para arriba. “El dólar ya no es punto de referencia entre nosotros –asegura Pierre–. en tiempos de la crisis por la 125 un flete a Rosario valía u$s 28 con un dólar de $ 3,20, hoy cuesta u$s 43 con un dólar de 4,35; lo mismo una siembra –de u$s 28 a 43 en similar período–. El aumento de costos nos preocupa, entra mucho pero se va muy rápido. El margen se ha achicado sobremanera, alarma cuando le cargás toda la estructura. En los últimos años perdimos el 50% de nuestro poder adquisitvo. No queda otra que ser cada vez más eficientes. El Estado debería preocuparse por adquirir esta misma condición”.

La intervención de los mercados es otro tema ciertamente espinoso. “Te obliga a tener capacidad financiera, porque el trigo y el maíz no se venden cuando uno quiere sino cuando sale algo decente –avisa Bernard–. Por ejemplo, en enero el descuento sobre la capacidad teórica de pago del maíz era de u$s 15, pero estábamos en medio de la seca y no podíamos vender. Ahora sabemos que tendremos maíz tardío, pero el descuento ya se fue a más de u$s 40. Perdemos mucha plata por una ineficiencia del Estado, que ni siquiera se queda con ese dinero”. 

Ing. Agr. Claudio Gianni