La industria aceitera debate su futuro mientras espera cambios
Referentes del sector analizaron el negocio y reclamaron la apertura de la importación temporaria de soja paraguaya para completar las plantas.
El sector oleaginoso argentino, con la soja por supuesto como producto estrella, goza de buena salud y centra parte de sus expectativas futuras en la llegada del nuevo gobierno nacional, de quien espera “ayuda” para potenciar aún más el trabajo de los productores y la operatoria de las plantas de molienda.
Esto incluye dos medidas consideradas clave para los referentes de la industria oleaginosa: una baja de las retenciones a las exportaciones de granos y subproductos por un lado, y la reapertura de las importaciones temporarias de poroto de países vecinos como Paraguay por el otro.
Esto le permitiría a las plantas que orillan el Paraná volver a operar al 80% de su capacidad y dejar en el pasado el 60% con el que operan en la actualidad.
Así lo consideró Héctor Autino, gerente industrial de Bunge y ex presidente de la Asociación Argentina de Grasas y Aceites (Asaga), durante la apertura del Congreso mundial de grasas y aceites, un evento de escala global realizado la semana pasada en Rosario que reunió durante cinco días a las principales firmas mundiales del rubro, entre grandes cerealeras y proveedoras de servicios e insumos para el sector.
Escenario local. Según Autino, el crecimiento productivo de Argentina en materia de oleaginosas y granos en general marca una tendencia “sostenida y reforzada” hacia el crecimiento, específicamente en soja. Mientras que en el ciclo 14/15 la cosecha fue de unas 60 millones de toneladas, se espera que la temporada que recién arranca termine con un volumen mayor de 62 ó 63 millones, si las condiciones climáticas acompañan.
Por fuera de los factores externos como el clima, desde Asaga esperan que también lleguen respuestas desde la política, sobre todo debido al recambio en la Casa Rosada, llegue quien llegue al despacho número uno del país.
“En materia de política, precisamos una disminución de las retenciones para incentivar a los productores a producir más y mejor”, dijo, y agregó que la otra herramienta sobre la cual insistirán es volver a la admisión de importación temporaria de soja de países como Paraguay, lo que les permitiría a las plantas utilizar el 80 por ciento de su capacidad instalada, hoy ocupada apenas en un 60 por ciento.
“Estimamos que con el cambio de gobierno esa medida va a ser casi inmediata, eso estamos proponiendo y lo estamos esperando desde hace varios años ya”, argumentó Autino, quien precisó que Paraguay (cuya producción agropecuaria creció fuertemente en los últimos años) llegará a las diez millones de toneladas de soja “y solo puede molturar la mitad”.
“El resto puede pasar por Argentina y eso incrementaría nuestra capacidad de utilización, y sumaría muchas divisas al país además”.
“Para realizar un negocio debemos tener las herramientas adecuadas, y Argentina las tiene: tenemos campos y superficie para seguir creciendo, productores con una alta tecnificación, una capacidad de procesamiento sobredimensionada incluso, y plantas con tecnología de punta. Con algo de ayuda eso se puede potenciar aún más, y podemos crecer en uno de los sectores que más dólares aporta al país”, puntualizó.
Un factor de alarma extra político es el tema del empeoramiento de las proteínas en la soja, un tema preocupante para Argentina y en menor escala para Brasil.
“Ellos pueden ofrecer harinas proteicas con el 48%, y el factor de convertibilidad de vegetal en animal a medida que la proteína crece se hace mas sostenido en tanto y en cuanto la harina tenga buena solubilidad, es decir sea bien procesada”, dijo.
Argentina tenía un 47%, mientras que Estados Unidos está en un 47,5%. El problema es que Argentina tuvo que bajar desde el año pasado ese valor a 46,5%, porque la proteína en el poroto tal cual ha disminuido.
Para Autino, esta disminución se debe a dos factores: en parte se explica por el clima, ya que el grano incorpora nitrógeno del aire.
Pero también a una necesidad de mejorar la fertilización en un contexto de tierras que comienzan a lucir agotadas.
Demanda y precios. En un registro de análisis más global, el especialista consideró que si bien los precios de los aceites vegetales mostraron durante los últimos años una tendencia a la baja, en la medida en que se incremente la demanda de países como China, India o la propia Unión Europea —que son los mayores importadores—, y mientras no crezcan tanto los stocks finales, “los precios se tienen que ir acomodando para volver a niveles históricos”.
“Va a ser difícil o imposible volver a los 1.200 que vimos en 2007, pero si llegar de nuevo a los 800/1000 dólares la tonelada, esa es la expectativa que tenemos para el futuro respecto a los precios”.
En su argumento, señala que los países del sudoeste de Asia aún tienen a una enorme cantidad de población cuyo consumo interno crecerá, lo que puede “dar vuelta la balanza”.
Borrar las huellas. El congreso contó con la particularidad además de ser el primero en su tipo en Rosario en intentar “borrar” su huella sobre el ambiente.
¿Qué significa esto? Que desde la organización prepararon e incorporaron al programa prácticas sustentables como reducir al máximo la utilización del papel, priorizar los envases reutilizables por sobre los descartables, y ofrecer una aplicación para el celular para evitar los folletos.
Carlos Pescini, gerente de Asaga, explicó que todo se armó sobre la idea de innovar en el tema de la sustentabilidad de acuerdo al lema del encuentro (“Evolución, innovación y desafíos hacia un futuro sustentable”).
“El tema ecológico está en un primer plano de los organizadores, se desarrollaron actividades en ese sentido, con la idea de fomentar el uso racional de los recursos tanto para los expositores como para los asistentes”.
A eso se sumaron dos actividades solidarias “para que la gente se involucre”, cuyas recaudaciones fueron a parar a organizaciones de beneficencia de distinto tipo.