Gerenciamiento

Todas están para sumar

En este planteo cada hectárea de campo debe contribuir al margen, y para eso se ha recurrido a una exhaustiva ambientación. Los resultados son otros

Acá no hay privilegios de ninguna clase. Nada de mantenidas ni cosa que se le parezca. Eduardo Otero, integrante del CREA Mones Cazón-Pehuajó, está convencido de que cada hectárea debe aportar al negocio cualquiera sea su condición, y obra en consecuencia. Por eso llevó hasta los límites la ambientación de su campo, ubicado entre Magdala y María Lucía, cerca de Pehuajó, en la provincia de Buenos Aires. El mix que genera el relieve sumamente quebrado de Bella Vista –el campo de Otero– es por cierto importante: perfiles con un porcentaje de arena que trepa al 80% en las lomas, y en el otro extremo algunos tendidos con thapto, más arcillosos y con riesgo hídrico. La media loma es la porción más valiosa. La ambientación se hizo merced a un proyecto de trabajo entre este Grupo CREA e IYDA, recurriendo al estudio de suelos a partir de imágenes satelitales e índice verde, si bien de antemano se descartaba una importante correlación entre la productividad, el porcentaje de arena y la posición en el relieve. Así, primero se definieron macroambientes y se separaron las medias lomas de las cadenas de lomas altas con el referido porcentaje de arena. Seguidamente se levantaron todos los alambrados y los potreros tradicionales desaparecieron. Los mapas de base fueron luego validados e incluso ajustados con los mapas de rinde, definiendo así los límites de esos ambientes.

Sintonía fina

Otero trabaja 1.300 hectáreas propias, todo en directa, y siembra otras 1.500 en campos de terceros. En Bella Vista predomina la agricultura; sólo hay un rodeo de vacas remanente para aprovechar ciertos bajos que vienen de una inundación y que recién se terminan de componer. “Estamos convencidos del valor de una buena rotación –advierte nuestro entrevistado–, porque vemos cómo el sistema tiene cada vez mayor capacidad para atemperar circunstancias adversas como la última seca. Aquí la macroambientación tiene ya cuatro años. Precisamente lo interesante de la metodología aplicada fue poder armar rotaciones diferenciadas para cada ambiente. Por ejemplo, nosotros habíamos abandonado el girasol y ahora en algunos ambientes de loma lo hemos vuelto a introducir, sobre todo después de la aparición de los híbridos CL, y realmente son lotes que antes erraban las cosechas y a partir del nuevo manejo con los girasoles y las cebadas/soja de segunda tenemos buenos rindes en los tres. Y lo notable es que estamos incorporando los maíces tardíos. Cuando todas las hectáreas del campo empujan en el margen eso se nota mucho. Y hay que tratar de que sea así”.

La otra pata pasa por los costos, que se acotaron al hacer más eficientemente la siembra, la pulverización y la cosecha. “Ahora los potreros son más grandes, y los podemos sembrar en mucho menos tiempo –explica Otero–. Todo es más fácil, y se traduce en menores gastos. A partir de la ambientación estamos haciendo diariamente un 20% más de hectáreas con la misma sembradora, porque tenemos menos cabeceras; son lotes larguísimos”.

El esquema se completa con una fertilización variable en franjas dentro de un ambiente. Eduardo y su gente están tratando de manejar unidades de 60 hectáreas promedio con este criterio.

El punto es que las lomas, antes subsidiadas por los buenos ambientes, ahora tienen que generar ingresos razonables. “La rotación en estas áreas todavía no está definida, pero el tándem cebada/soja nos ha permitido un buen rinde de cosecha fina con mayor estabilidad en la soja de segunda. Y en girasol promediamos 2.700 kilos, que también suman. Ahora estamos dilucidando con qué gramínea de verano seguir el esquema. Puede ser un maíz tardío o eventualmente sorgo si es que resulta rentable; de tal modo se podría incluir en firme al girasol, porque en estos ambientes cuesta conseguir cobertura”, razona Otero.

Bajando la cuesta nace otra historia. En la media loma la rotación es de manual: soja-trigo/soja-maíz (comercial o pisingallo). Y cuando pudieron empezar a trabajar los bajos de riesgo hídrico después de la última inundación arrancaron con maíces de pastoreo. “Allí donde el suelo empieza a reactivarse merced a la presencia de cobertura y raíces, la mejoría es automática –se entusiasma Eduardo–. Luego seguimos con cebada/soja de segunda, soja de primera, y vuelta a la cebada. Con la segunda soja ya era sustancial la diferencia; la cebada es genial para esto”.

Arriba y abajo

Recorrer el campo implica pasar de un mundo a otro en pocos metros. Vemos un sector en que se suceden un bajo de riesgo hídrico con partes de un bajo limitado (sin cobertura vegetal) ubicado en el final de la media loma. En este ambiente el maíz pisingallo –que en este caso va en la rotación después de la cebada/soja– comparte límites con el sorgo granífero, que se ubica en el tendido (riesgo hídrico).

Las lluvias del último noviembre fueron muy abundantes, lo cual determinó que el sorgo fuera sembrado en dos fechas por una cuestión de falta de piso. En febrero recién estaba panojando, de manera demorada. Con este tipo de manejo se va incorporando a la agricultura un lote que todavía es ganadero. La tendencia es implementar este proceso en los otros bajos y terminar con la hacienda. Por cierto, en estos ambientes los thaptos están localizados; sufren más la seca y se encharcan rápidamente cuando llueve.

Más allá, donde termina la media loma, una soja genera kilos en una loma alta, fuertemente arenosa. “En estos años de seca se ha visto que el avance genético de los híbridos de pisingallo ha sido menor que el operado en los materiales convencionales, más allá de que en algún momento arroja márgenes muy buenos. En mi caso lo veo como una posibilidad de diversificar el tema precios. En ambientes no tan buenos con lluvias adecuadas podíamos producir muy bien; ahora llevamos tres secas y el pisingallo queda afuera de todas las partes del campo con alguna limitación”, explica Otero.

Mucha arena

Cada uno en su mundo. Los ambientes de loma vienen de años de menor extracción, por lo que requieren aplicaciones de fósforo más acotadas. Otero sospecha que la irrupción de Scarlett ha sido la llave para generar buenos rindes en cebada recurriendo a dosis nitrogenadas más altas sin riesgo de pasarse en el contenido de proteínas. Eso sí, en los ambientes arenosos y en años secos surgen problemas con el calibre, sobre todo para maltería, pero en el último año esta limitante también perdió relevancia al abrirse el negocio de la cebada forrajera. “De todas maneras en este campo nunca tuvimos inconvenientes con la calidad, quizá por el nivel de cobertura, pero en campos alquilados sí”, aclara el empresario.

Como se indicó, el girasol volvió a las lomas de la mano de Paraíso 102, después de una década de total ausentismo. “Este año, en un ambiente similar probamos un material Alto Oleico, pero una granizada se llevó buena parte de la cosecha –se lamenta Otero–. No hemos tenido dificultades con los híbridos CL, pero estamos analizando hacer cultivos de cobertura y sabemos que ha habido problemas en algunos casos en los nacimientos. Es un tema para seguirlo de cerca”.

Por su parte, el maíz tardío destinado a la loma se hace en los primeros días de diciembre, con un híbrido que desde luego es Bt (DK700), con menor densidad (55.000 plantas). Se siembra a 70 cm por una cuestión operativa y se lo fertiliza con 100 kilos de urea. En cuanto al sorgo, la idea es ajustar la tecnología para ver a qué rindes se puede aspirar, y después definir las cuestiones comerciales: seguir los precios y detectar si se encuentran atados a los del maíz, si bien la ventaja es que localmente no están pisados. El esquema en la loma cierra con una soja de primera del GM IV largo. Esta vez en enero el poroto la pasó muy mal. Fue sembrado con neumática y placa a 35 cm, y se nota que le costó cerrar el entresurco. De todas maneras en esta zona las elevadas lluvias de noviembre hicieron que el escenario no fuese tan grave como en otras regiones del país agrícola. En la loma la soja se siembra más tarde, alrededor del 15-20 de noviembre, para que el período crítico caiga en el mes de febrero, de modo que haya mayores chances de que no tenga que lidiar con la falta de agua. En el lote más alto del campo, a la sazón las 100 hectáreas más complicadas, se obtuvieron 3.100 kilos. “De eso hablaba, de la importancia de que todas las hectáreas empujen en el margen. En soja tendemos a bajar la densidad a 35 pl./m, porque hemos visto que una excesiva competencia entre plantas con abundante desarrollo vegetativo no siempre tiene correlación con buenos rindes. El sombreo no deja que se estimulen las yemas que generan flores”.

Jamón del medio

En la media loma todo parece más amigable. Son perfiles con un 65% de arena, un porcentaje superior de arcilla y limo, y un contenido de materia orgánica del 2,8 al 3,2%. Se ven más profundos, salvo algunas ollas de thapto que se clarifican mucho en estos años de seca. La influencia de napa sólo se verifica en los bajos; en la media loma el curso de agua está a 2,8 metros de profundidad. El punto es que Eduardo no resignó superficie de fina en la campaña 2011/12, pero aumentó la proporción de cebada, en función de los precios que mostraba el mercado. “Nos dio la posibilidad de arrancar con la soja de segunda el 20 de diciembre y, avanzada la campaña, se las veía muy bien, muy adelantadas, más que con el trigo. Éste es una verdadera incógnita, aunque nada hace prever cambios positivos en el horizonte”, se lamenta nuestro entrevistado.

En trigo Otero tenía casi todas las fichas puestas en Baguette 10, buscando rinde. Luego se volcó a Baguette 11, y este año incorporó SY 100 y Meteoro de Buck, con la intención de alcanzar mejores valores de gluten. Casi todo es ciclo largo y una de las cuestiones de mayor impacto sobre el cultivo ha sido el manejo de fungicidas, es decir controlar a tiempo las enfermedades foliares.

En el caso de maíz también hubo una vuelta de tuerca. El planteo de Eduardo estaba fuertemente apoyado sobre el pisingallo; sólo el 10% de la siembra era materiales convencionales. Después del golpe del año pasado (ver recuadro en pág. 74) decidió que era mejor equilibrar los tantos y abrazarse a un esquema en partes iguales incorporando DK 700 y algo de DK 699, tanto en los ambientes de media loma (en fecha) como en la loma (tardío). El primero se siembra a 52 cm, con dosificación neumática, y una fertilización adecuada –90-100 kg de urea a la siembra y el resto voleado contratando equipos de terceros ante probabilidades de buenas lluvias–. El maíz tardío, en tanto, va a 70 cm entre líneas, con 55.000 pl./ha versus las 65.000 habituales en la media loma. Respecto de la fertilización en la media loma, los lotes de soja que están por debajo de 12 ppm de fósforo reciben un aporte fosforado a la siembra. En la media loma, sobre los maíces pisingallo (menor volumen de rastrojos) se hacen cultivos de cobertura. Otero está tratando de poner el fertilizante en el centeno para después no fertilizar la soja inmediatamente posterior. Pronto tendrá resultados concretos.

Lo que viene

Para la nueva campaña los suelos de Bella Vista han entrado en el otoño razonablemente cargados. La incógnita pasa por la posibilidad de poder mantener las rotaciones planteadas ante las complicaciones inherentes a los márgenes de trigo y maíz, costos en alza –en especial gastos de comercialización, estructura, combustibles, impuestos y fletes– y precios pisados.

Claro, ya están previstas algunas medidas. “En nuestro caso el ajuste va a pasar or los campos alquilados, según el comportamiento el mercado vamos a mantener reducir la superficie. Y en campo ropio se viene otro achique importante en a superficie de trigo –asegura Otero–. Hoy lo único que da un margen seguro es la soja, y un escalón debajo el girasol; los otros se han convertido en cultivos de riesgo. Y más que un problema de precios es el hecho de no tener la certeza de si vas a poder comercializarlo”.

Por otro lado, Eduardo sabe que crecer alquilando se ha tornado cada vez más vidrioso, pero también dice que para proyectos de inversión con agregado de valor hay que pensar en mucho dinero, ante la inestabilidad total y la falta de reglas de mediano plazo. “Estamos por debajo de la paridad cambiaria de fines de la convertibilidad, y eso no es neutro. A pesar de los altos precios internacionales el negocio para el que alquila campos es cada vez más fino. Y no estoy tan seguro de que estemos ante un mercado de alquileres más relajado, las tasas en el mundo tienden a cero y van a seguir llegando inversores”, advierte el empresario.

Como balance, hacia adelante Otero visualiza mayor incertidumbre en un escenario de costos crecientes. “Los presupuestos financieros no pueden depender de que se logre vender el grano o no –se queja–. Quizá todo termine en ir a más soja, porque el que se funde ya no puede ser ambientalmente sustentable. No está mal agregar valor, pero empecemos por exportar libremente para después ver de avanzar hacia procesos mas complejos”.

Ing. Agr. Claudio Gianni