Agricultura certificada

La demanda que viene

Para este productor, en el mediano plazo la adopción de la Agricultura Certificada será una condición requerida por el mercado. El que arranque tardíamente retrocede varios casilleros

Está absolutamente convencido del camino elegido, y ya tiene todos los misiles apuntados en esa dirección. Bernardo Romano, un productor mediano y asesor privado perteneciente a la Regional Bragado-Chivilcoy de Aapresid, ultima detalles para certificar el 90% de la superficie que trabaja en agricultura permanente. “Se trata de ordenar la empresa, ni más ni menos. Y se basa, desde luego, en la no remoción del suelo y el uso de buenas prácticas agrícolas –define Romano–. Aquel que venía manejando la directa como corresponde, de un modo u otro ya está cumpliendo con los cinco o seis ítems clave de la Agricultura Certificada. Entonces, la cuestión pasa por plantear una mejora continua y paralelamente registrar todo lo que se hace. No hablamos de una única y definitiva meta, sino de un camino jalonado de objetivos que conviene ir cumpliendo, una certificación de procesos que lleva a prepararse para lo que viene. En el futuro esta condición será demandada y quien se quede afuera tendrá serias dificultades para remontar la cuesta”.

Sólo el 15% de la superficie sembrada por este productor es propia. El resto, bajo arrendamiento y alquiler, se encuentra vinculado con contratos de largo plazo. La idea es arrancar de manera formal con la certificación en abril próximo, y si se ha cumplido la meta propuesta al tercer año se recertifica y se fijan los nuevos objetivos. “Entre otras cosas requiere elaborar un plan de la empresa, definir cuál es su organigrama, documentar todas las labores que se llevan a cabo –qué y cómo se hace cada cosa–, y si no se utiliza maquinaria propia –su caso– explicar de qué manera se controlan las distintas tareas, en todos los cultivos y para cada uno de los parámetros involucrados. Desde luego el uso de agroquímicos implica respetar el sistema AgroLimpio”, dice el profesional, que desde hace siete años utiliza los productos recomendados para manejo integrado de plagas.

Bernardo avisa que lo que no se mide ni se registra no se puede mejorar. “Entrar en la Agricultura Certificada no es un gasto sino una inversión a mediano y largo plazo –asegura–. Además te lleva a bajar costos, tanto fijos como variables. Y sirve como carta de presentación ante el dueño de un campo, que sabe que estás haciendo las cosas bien, igual que el exportador o el consumo que te compran tu cereal. Probablemente no te paguen más pero van a privilegiar tu producto. Y de eso siempre se obtiene algún rédito”.

Con la nueva orientación, este productor visualiza menores gastos, especialmente en maquinaria. Cada operario tiene su tutorial de trabajo y se vuelve más eficiente en su tarea. Sabe cómo hacer mejor tal o cual labor, y tanto los aciertos como los errores quedan registrados. Y si está anotado que falló en determinada parte del lote –por ejemplo en cuanto a la dosis por hectárea por rotura de algún componente de la máquina o por diferente densidad del fertilizante–, se puede corregir sobre la marcha o pasa a ser un ensayo más.

Allá vamos

Las metas de Agricultura Certificada planteadas por Romano son las mismas en todos los campos e incluyen levantar la dotación de fósforo (P) y la materia orgánica (MO) –en algunos casos más rápidamente y en otros de manera más lenta–, elevar el índice de intensificación de la rotación de 1.5 a 2, y manejar todo por ambientes.

Por cierto, los establecimientos involucrados son diferentes entre sí, con historias disímiles, y se encuentran en un radio de 50 km en torno de Chivilcoy. Todos son susceptibles de ser ambientados, pero por distintos motivos. Los de la zona de Alberti muestran tres ambientes –por presencia de napa y relieve–; los de Chivilcoy, dos –por posición en el relieve–. La loma es la porción más productiva en años húmedos, la media loma lo es en los años secos, y el bajo se inunda en el primer caso y se hiela en el segundo. Cuando el clima juega a favor la idea es fertilizar fuertemente la loma y usar alta densidad, porque allí el perfil tiene mayor profundidad y genera rindes más altos. “En la presente campaña efectuamos los ensayos pertinentes en maíz y tenemos todo listo para largar con la ambientación en la temporada 2012/13. De hecho ya veníamos usando dosis variable en fertilización pero no con la semilla”, dice Bernardo.

Para llevar adelante este cometido Romano ha pensado en dos rotaciones con las mismas especies pero con distinta densidad y dosis. En los campos cuyos números lo permitan (la mayoría) utiliza maíz-trigo/soja, o maíz-cebada/soja, o vicia/maíz-cebada/soja, o vicia/maíz-trigo/soja, y en los otros recurre a maíz-cultivo de cobertura-soja de primera. “Este año voy a probar en un lote trigo/sojacebada/maíz para ajustar la tecnología y, si funciona, después me largo con todo a replicar la experiencia. El objetivo final de la intensificación es siempre mejorar el ambiente”, machaca el profesional.

Dos aliados

En este camino la presencia de vicia en el esquema acelera los tiempos. Bernardo reconoce que recién está aprendiendo a cultivarla. “La empleo en los campos relativamente nuevos, para que me ayude a mejorar más rápidamente la estructura de suelo; el aporte de esta leguminosa se nota incluso en el trigo subsiguiente”, enfatiza.

Los consejos pasan por sembrarla bien temprano, detrás de la cosechadora en lo posible, con barredor de rastrojo y con una cuchilla turbo bien agresiva, tanto en el caso de Vicia sativa como en el de Vicia villosa (utiliza la que consigue, tarea nada fácil). Y hay que quemarla o rolearla a mediados o fines de octubre. “Cuanto más volumen logremos más nitrógeno (N) dejará, y cuanto mejor la quememos (momento oportuno) más redondo será el proceso. Si lo hacemos muy temprano se pierde N y si lo hacemos tardíamente se perjudica al maíz por el consumo excesivo de agua”, explica nuestro entrevistado.

La vicia necesita un aporte de P y azufre (S); Romano prefiere hacer la reposición de nutrientes con la siembra de esta leguminosa y en el maíz siguiente emplear sólo un starter más N. Es posible reducir la fertilización de ese maíz al 70% del N total requerido por el aporte de la vicia, pero en años muy buenos este productor elige mantener la dosis ya que aumenta el potencial del lote (de 120 a 150 qq/ha, por ejemplo). Bernardo recomienda picar el rastrojo de vicia con rolo faca, de modo que se descomponga más rápidamente.

A su vez, el rol del cultivo de cobertura (gramínea) en la mejora del ambiente se pone en juego en los campos en donde el trigo o la cebada no calzan. “El año pasado lo quemé temprano, en torno del 8 de septiembre, y la siembra siguiente fue mejor, sin riesgo de planchado y con mayor control de malezas. Pero la seca apretó allí mucho más que donde no había cultivo de cobertura; de pronto en estos casos es preciso adelantar un poco más el quemado. Igualmente el resultado hay que medirlo en la cosecha, ya que a simple vista la soja que le siguió se ve más afectada a pesar de que el lote estuvo limpio y se fertilizó fuertemente. Se la observa más chica pero más adelantada, con mucha chaucha. Hay que esperar. Después de la lluvia todo puede ser”, advierte el agroempresario.

De hecho la Regional está ensayando con avena, avena-vicia, y centeno, y pronto habrá datos valiosos al respecto.

Nutrición

Romano se maneja con reposición de nutrientes (voleado), en aquellos lotes que ya están entre 20 y 30 ppm. “Con el P he notado que siempre hay respuesta; el campo de mi padre tiene 35 ppm y este elemento como arrancador en la línea sigue dando un plus. La materia orgánica ha crecido allí un 10% en diez años, y en los lotes con mayor rinde es donde más ha mejorado –en los potreros con riego el establecimiento familiar arrancó en directa hace 25 años con un 3,8% de MO y hoy se ubica en un 5%, y en los de secano en 4,2%–. Es el aporte de rastrojos. No tengo dudas de que el riego potencia los efectos de la directa. No sólo se trata del agua, además juegan los nutrientes y el aporte de carbono (C) marginal al sistema”, dice el profesional.

En cuanto al N, se maneja con balance, ajustando a 180 kg de N en trigo, 200 en maíz de secano y 400 en maíz con riego. Romano utiliza SolMIX y Agrotrain, o urea azul (urea tratada con inhibidor de ureasa), básicamente en gramíneas, y siempre en aplicaciones dividas, tanto en trigo como en maíz. En este último cereal aplica zinc (Zn) con muy buena respuesta desde hace siete años. Y desde hace dos años emplea en el maíz una mezcla química de Mosaic (SZ), que incluye N, P, S y Zn. En un ensayo con SZ en la última campaña de trigo, la respuesta sobre el testigo fue de 600 kg por hectárea. También agrega magnesio (Mg) y repone potasio (K) mediante otro mix de la misma empresa (Kmag) que ofrece 22% de K, 11% de S y 2,4% de Mg. Este año dicho aporte permitió asimismo que los cultivos toleraran mejor la seca y las enfermedades.

Se queda

El trigo comparte con la cebada las siembras de fina. Romano es tajante en este tema. “No pienso eliminarlo del esquema. El trigo va a seguir, a mí me encanta, aunque en caliente me enoje con lo que han hecho con este cultivo. Eso sí, siempre apunté a rinde y desde ahora voy tras la calidad. Este año me dieron migajas por una variedad de alto potencial, pero con un trigo de calidad estoy seguro de que tenés rentabilidad. Encima, Klein ha lanzado materiales que combinan calidad y rinde, como Rayo, que puede brindar 70 qq y 34% de gluten. También importan la proteína y el peso hectolítrico, claro. Son los tres parámetros por lo que hoy están pagando los molinos”.

Desde ya, la intensidad de la rotación trae algunos contratiempos. Por ejemplo en años muy fríos los trigos que se siembran siempre sobre rastrojos de maíz se helaron. Bernardo comenzó a utilizar un rolo picador –“sólo para el rastrojo, hay que ser lo menos agresivo posible con el suelo”– y el problema se solucionó. Conviene pasarlo detrás de la cosechadora para que el residuo se descomponga más velozmente. Por supuesto también ha probado nuevas variedades, y ajustó la fertilización y fecha de siembra. En trigo se hacen dos aplicaciones de fungicidas en todos los lotes y es posible pensar en rindes de entre 45 y 75 qq/ha.

La cebada, por su parte, se convirtió este año en un buen negocio, en especial la forrajera. De allí que Romano apunta a dejar de lado la modalidad bajo contrato en la campaña 2012/13. ¿Claves? Sembrarla temprano, manejar correctamente la densidad –por esta razón no le preocupa usar un único cultivar, en este caso Scarlett–, ajustar muy bien la dosis de N lote por lote –los excesos llevan al vuelco y a menores rindes–, y controlar enfermedades, sobre todo mancha en red.

Claro, sintonizar fino la fertilización implica no quedar afuera de lo requerido en materia de proteína, ni por exceso ni por defecto. En años buenos los potenciales del trigo son superiores a los de la cebada en esta zona (80 qq versus 68,5 qq), pero en campañas climáticamente adversas la cebada saca alguna ventaja. “La siembro donde me queda mejor por fletes y además para no caer en una soja de primera, que no me gusta, si bien ahora le estoy encontrando un poco la vuelta con el cultivo de cobertura”, explica nuestro entrevistado.

En cebada Bernardo cosecha con stripper para conservar el volumen de rastrojos, de lo contrario se pican en exceso. Además, con eso reduce las pérdidas de recolección de 300 a 100 kg/ha.

Mejor de segunda

Es evidente que en este esquema la soja de primera tiende a desaparecer. Romano considera que el potencial genético disponible en la oleaginosa es correcto, pero ha sido un error mezquinarle fertilizante. “Responde en la misma magnitud que el trigo o el maíz; tanto el P como el S son muy importantes”, asegura.

Los lotes de primera se hacen a 35-40 cm y con una densidad de 260.000-300.000 plantas por hectárea, mientras que los de segunda van a 17,5-19 cm, apuntando a lograr 450.000 plantas por hectárea. En ambas se considera reposición de nutrientes (P y S), y se obtuvieron muy buenas respuestas con SolUAN plus (12N, 26S).

A su vez, los años húmedos ameritan dos aplicaciones de fungicida, y los años secos sólo una. “La compra de semilla pretratada me parece útil, pero si estás habituado a hacer bien el trabajo no te cambia demasiado el resultado. Es una herramienta para mejorar la eficiencia en establecimientos con mucha escala”, estima Romano.

Desde luego le preocupa lo intransigentes que se han puesto ciertas malezas frente al glifosato. En este sentido, la rama negra se va convirtiendo en un problema de toda la zona. “Donde hay un cultivo de cobertura no ves una sola planta de esta especie, pero en lotes sobre chala, limpios, con una buena aplicación de residuales, es un dolor de cabeza creciente, y este año explotó –dice Bernardo–. Te obliga a usar cada vez más mezclas para controlarla, que encima le pegan al cultivo de soja. Estamos pasando Arsenal y Roundup en los alambrados.

Éste también

La historia se repite en maíz: la intención es que pronto todo sea de segunda. “Lo imagino con un piso de 80 y un techo de 120 qq/ha. Visualizo un híbrido muy precoz sembrado detrás de una cebada temprana (fines de noviembre), fuertemente fertilizado para ir por todo. Es decir, mejorar el ambiente para capturar el pleno”, piensa en voz alta Romano.

Por cierto, el maíz tardío es una herramienta que está creciendo aquí como en el resto de la Región Pampeana. “El potencial es menor (140 qq versus 160 qq) pero es mas fácil llevarte el pleno haciendo bien las cosas. Fertilizar adecuadamente, usar un material VT Triple, de máximo potencial, con calidad de siembra, limpieza del lote y empleo de fungicidas. En cuanto a esta última práctica, en 2009 con una aplicación de fungicida en VT logré respuestas cercanas al 6-9%, el año pasado la adelanté a V8 y obtuve un plus del 6% y este año lo hicimos en V6 para el tardío a raíz de una importante presencia de roya –y una segunda aplicación en Vt en materiales sensibles y en maíces bajo riego–. El rinde lo construye el productor pero la historia de lote es clave, sobre todo en años complicados como éste”.

Crecer en vertical

El riego es complementario en uno de los campos que gerencia Romano, al cual califica como una inversión con una rentabilidad del 20-25%, que se amortiza en 5-6 años y potencia el sistema de directa, ayuda a recuperar el suelo más rápidamente y obliga a intensificar la producción. Su costo viene cayendo respecto del valor de la hectárea.

“En el caso de un productor mediano que no puede acceder a crecer en superficie es una chance valiosa para progresar verticalmente –advierte Bernardo–, pero siempre y cuando haga las cosas bien: un buen estudio geoeléctrico, para saber si hay calidad y cantidad de agua, encamisar el pozo, hacerlo a la profundidad necesaria. Y luego, desde ya, manejar sensatamente los riegos”.

Hace 25 años que Romano trabaja en directa, y asegura a quien quiera escucharlo que los progresos se notan: mejora de la estructura, aumento de las dotaciones de P y de MO, incremento de la eficiencia de uso de agua por parte del cultivo, elevación del potencial de los lotes.

No sabemos todo acerca de esta práctica, hay que seguir probando y descubriendo nuevas vetas, cada Regional en su zona, para aumentar los rindes y la calidad del ambiente. La nuestra ha hecho foco en el manejo del agua; estamos efectuando mediciones por cultivo y tipo de suelos. También estudiamos el manejo de cultivos de cobertura, el potencial de los cultivos de cosecha y la sustentabilidad del sistema”.

Así será

A la empresa agropecuaria del futuro nuestro entrevistado la imagina como muy eficiente en costos, preocupada por cuidar el ambiente y consciente de su responsabilidad hacia la sociedad. “Lo que viene pasa por darle valor agregado a la producción, algo que hoy es difícil en la medida en que no bajen las retenciones, siga escaseando el crédito y tu rentabilidad permanezca acotada. La salida es el asociativismo, y lo estamos conversando con la mente puesta en una planta de bioetanol. Nos frenó la seca y la falta de financiación, pero vamos a arrancar con este tema y ya no vamos a parar”.

Para Romano los costos fijos han aumentado tanto que lentamente se van llevando la rentabilidad del productor. “Todo indica que la recomposición de parámetros es inexorable (o la devaluación es ineludible) y cuantas más cosas se hagan para frenarla por la fuerza más rápidamente se va a producir. Nos va a pegar a todos, pero en especial a la gente de pocos recursos. Ya no se consiguen repuestos y hay mucha maquinaria parada. Eso no es nada bueno”, se lamenta.

Sólo queda seguir siendo eficientes, volverse más agudos, gastar lo menos posible en cuanto a costos fijos, no aceptar alquileres muy altos, seguir aprendiendo, no achicar tecnología. “Es que si no tenés producción no podés pensar en crecer –remata Romano–, así de simple”. ¿Quién podría contradecirlo?

Ing. Agr. Claudio Gianni