Informe de AACREA

Hacer soja es cada vez mas costoso

Con un aumento generalizado en los costos de producción y comercialización, se analiza la variación en los distintos de costos para el cultivo de Soja 1º en la zona Sur de Santa Fe, tanto en valores absolutos como en términos relativos y su impacto en la rentabilidad de la empresa.

Para presentar los costos totales por hectárea para el cultivo de soja 1º en la Zona Sur de Santa Fe, se analizó la evolución de su composición en el mes de mayo de 1992, 2002 y 2012. Los ítems que se trabajaron fueron labores, semilla, agroquímicos, fertilizantes, cosecha y gastos de comercialización, que en su conjunto forman el costo total. Las cifras han sido ajustadas por el índice de precios al productor, para que los valores de los distintos períodos sean comparables.

El siguiente gráfico muestra la proporción que representa cada costo dentro del total.

Además se indica la variación respecto al máximo en el tono más claro. El costo total por hectárea ha disminuido en la primer década analizada un 40%, en parte como consecuencia de la incorporación de la siembra directa –y su menor requerimiento de labranzas-, la menor demanda de agroquímicos para el planteo de Soja 1º en el año 2002 y la reducción del costo de fletes.

En cambio, entre 2002 y 2012, este monto se incrementó 46%, producto del alza generalizada de los precios, del incremento en el costo de los fletes y la incorporación de fertilizantes en el planteo del cultivo.

Si bien entre 1992 y 2002 los gastos de comercialización disminuyeron en valores absolutos, no fue así en términos relativos, pasando a ocupar de 30% a 32% del costo total. Por el contrario, a lo largo de la segunda década, este costo en dólares constantes aumentó un 28% mientras que su participación decayó 4 puntos porcentuales. Pese a las variaciones, este rubro ha sido en las últimas dos décadas y continúa siendo actualmente, el de mayor incidencia en el número global.

 Debido a que el principal componente de los gastos comerciales está dado por los fletes, la variación de estos en el período analizado explica en parte el comportamiento de los gastos de comercialización. Para la zona Sur de Santa Fe se consideró, sobre el puerto de Rosario, una distancia de 30 km. en flete corto y de 250 km. en flete largo, para realizar el análisis de la evolución de este tipo de costo.

Como se observa en el gráfico, la variación en el costo del flete corto en la primera década fue de -22%, mientras que en la segunda etapa aumentó 118%. Similar fue el comportamiento del flete largo, que en el primer ciclo analizado disminuyó 19% y luego creció también un 118%.

Otro ítem de gran relevancia es el de labores. En 1992, este costo representaba el 20% del total, con un valor aproximado de 99 u$s/ha. Hacia el mes de mayo de 2002, disminuyó 62% en valor absoluto debido a la transición de la siembra convencional a directa y a la merma en el valor de la UTA, significando el 13% de los costos totales. Como se puede observar, en cambio, en la última década el aumento fue del 132%, consecuencia del crecimiento general de los precios, especialmente los referentes a maquinaria y combustible que incidieron directamente.

Con respecto a la inversión en agroquímicos necesaria para una hectárea de soja, fue disminuyendo su importancia relativa entre las décadas analizadas. La merma de participación fue tanto en términos relativos como absolutos, ya que el requerimiento de herbicidas e insecticidas para este cultivo ha ido menguando con el pasar de los años y su consecuente avance tecnológico. La disminución fue de 46% para el primer período, y de 32% para el último. Caso contrario se da en los fertilizantes, que pasaron de no tener inversión en los años 1992 y 2002, a representar el 13% del total con una inversión equivalente a 55 u$s/ha para el productor en 2012.

En cuanto al costo de la semilla de soja, en la primera década, se puede observar un aumento del 11% en valor nominal y de 8 puntos porcentuales si se considera la participación en el total. Mientras, que entre 2002 y 2012, el mismo disminuyó en términos relativos 6 p.p.

Por último, en la primera etapa analizada el costo de cosecha disminuyó un 43% en valor nominal pero la relación en el total se mantuvo en 16%, dada la disminución general de los costos durante este período. En cambio, en la etapa siguiente, el mismo vivenció un aumento del 58% en valor absoluto, incrementando sólo un punto porcentual la participación en los costos totales.

Si bien se mencionó que los costos totales aumentaron durante la última década alrededor de 46%, la participación de los mismos en el ingreso bruto del productor ha ido disminuyendo década tras década tal como se observa en el gráfico siguiente. En el primer decenio, el gasto total por hectárea disminuyó 40% mientras que el ingreso bruto lo hizo sólo un 21%, ya que la disminución en el precio de la oleaginosa en este período fue compensado por un aumento del rinde en la zona cercano al 36%; provocando que el margen bruto presente una mejora de todas maneras.

Muy diferente es la situación para el cultivo de maíz en la campaña 12/13, que presentó en mayo una participación del costo total por hectárea en el ingreso bruto de 63%. Es decir que del ingreso que se puede lograr por hectárea considerando el rinde del cultivo y un precio de mercado, el 37% queda en manos del productor como resultado bruto.

Considerando los dos factores que determinan el ingreso bruto, es posible analizar el precio de dolor2 y el rinde de indiferencia3 para el cultivo de soja 1º en la Zona Sur de Santa Fe en cada momento.

Las variaciones en el rinde de indiferencia rondaron entre los 14,4 y 15,8 qq/ha. Esto es así ya que entre 1992 y 2002 la baja en el precio de mercado del cultivo fue acompañada por una disminución en los costos totales por hectárea, que redujo el impacto sobre el rinde de indiferencia. En la década siguiente, el mismo disminuyó por la mejora en la cotización a futuro de la soja que alcanzó los 30,29 u$s/qq.

Por su parte, el precio de dolor, variable correlacionada con el rinde esperado (de manera tal que cuando una variable crece la otra disminuye), presentó mayor variabilidad. En la primera etapa de análisis, disminuyó un 56% por el mayor rinde esperado y la reducción del gasto total para el año 2002, mientras que en el último año el aumento fue de 58% consecuencia del menor rendimiento proyectado y el aumento en los costos totales.

Además, es posible sumar al análisis el precio a cosecha de Maíz, observando que el mínimo necesario para lograr un resultado económico igual a cero en el cultivo de la soja, se equipara con el precio a cosecha de Maíz, máximo valor que el productor puede obtener por comercializar su mercadería, en el año 1992; y mantiene valores muy cercanos en los otros dos años.

Del análisis realizado de los costos asociados al cultivo de la soja en la zona Sur de Santa Fe en moneda homogénea, se deduce que en términos absolutos todos los costos han aumentado en la última década a excepción de los agroquímicos y la semilla como se detalló anteriormente. En cuanto a la participación relativa de cada rubro, se desprende que los costos de labores y fertilizantes fueron los que ganaron importancia en este período.

Los resultados obtenidos a partir del análisis económico realizado para soja en esta sección y para maíz en la edición anterior, permiten explicar y consolidar los resultados de la encuesta sobre intenciones de siembra de cultivos de gruesa para la campaña 12/13 realizada por CREA en el mes de julio de este año. El procesamiento de los datos relevados arrojó una variación en la intención de siembra de soja 1° de 11,6% con respecto a la campaña anterior. Las zonas CREA con mayor variación son Semiárida, Litoral Norte y Oeste. Entre los principales motivos de los productores para dicho aumento en la intención de siembra de soja son el margen bruto (42%), la inversión requerida (16%) y el precio esperado (13%); sumando a estas causas que la oleaginosa cuenta con un mercado con demanda sostenida y con precios en paridad internacional.