Injerto de plantas
El injerto de plantas es una práctica que viene realizándose desde hace siglos y es una alternativa para la producción hortícola y ornamental
Este método consiste en la unión de dos porciones de tejido vegetal viviente de modo que se unan, crezcan y se desarrollen como una sola planta. El injerto se utiliza, básicamente, para contrarrestar los nematodos y las enfermedades del suelo -y por tanto- posibilitar el cultivo de ciertas especies en aquellos suelos que harían ese cultivo imposible, minimizando el uso de productos químicos, generalmente muy agresivos como el bromuro de metilo o excesivamente costosos como la solarización del suelo o la vaporización.
Esta práctica, también se utiliza para perpetuar clones, acelerar la madurez reproductora, obtener formas especiales de crecimiento, estudiar enfermedades virales, etc. Con las plantas injertadas se obtienen una serie de beneficios de forma natural y ecológica que, de otra forma, precisarían el uso de productos químicos: resistencia a los nematodos; aumento de la absorción mineral y de la eficacia del fertilizante; tolerancia a ciertas enfermedades; a bajas y altas temperaturas; a la salinidad; a los suelos húmedos, crecimiento más rápido; e incremento de la cantidad y la calidad del fruto, etcétera.
De acuerdo con los expertos, el uso masivo de plantas injertadas se ha generalizado en las últimas décadas como consecuencia de la industrialización de los procesos agrícolas en ciertos tipos de plantas; aunado a que cada vez más los viveristas están utilizando el sistema de injerto de plantas en invernadero, sobre todo en los cultivos de tomate, sandía y melón, aunque también se injertan otros tipos de plantas tanto hortícolas (berenjena, pimiento, chile, coliflor, calabaza y pepino, etcétera); ornamentales (rosa y clavel entre muchas otras), y en muchos casos diversas especies de cactáceas y suculentas, así como frutícolas y forestales.
Hasta hace pocos años todo el proceso de injerto se realizaba de forma manual. Pero la escasez cada vez mayor de personal cualificado y el coste económico que representa, hace crecer la necesidad de mecanizar este proceso, manteniendo los controles de limpieza y desinfección y, por supuesto, de productividad.
Todas las automatizaciones deben estar encaminadas a conseguir un mayor rendimiento por hora en número de injertos y una mayor efectividad de acuerdo a que un buen porcentaje de planta injertada viva al cabo de 48 horas. La prohibición de uso del bromuro de metilo, la dificultad para introducir genes con resistencia a enfermedades y plagas del suelo y la necesidad de proporcionar a los consumidores productos más ecológicos hacen que el uso de patrones resistentes sea uno de los métodos más efectivos, seguros y compatibles con el medio ambiente para el control de los patógenos de las plantas cultivadas, sin la necesidad de cambiar el sistema de cultivo.
Por lo tanto, el cultivo de plantas injertadas, permite reducir el uso de pesticidas y de este modo se podrá satisfacer la demanda por parte de los consumidores de alimentos más seguros, así como reducir el impacto medioambiental de las actividades agrícolas. Con estas consideraciones, la técnica del injerto es indispensable para el cultivo de ciertas especies hortícolas y ornamentales, y la mecanización necesaria para aumentar la producción y mejorar los resultados finales.