Mercados ganaderos

Tendencias de los sistemas de producción bovina de carne en la Argentina

La ganadería bovina de carne ha recuperado parcialmente su stock, desde 47,8 millones de cabezas en el 2011 a 51 millones en el 2013. La recuperación, parcial si se la compara con las existencias del 2008 (57 millones), ocurrió a partir de los cambios de la mejora climática y de precios que tuvieron lugar hace 3 años, pero está encontrando el estancamiento

9 Sep 2014

En términos relativos, el negocio ganadero ha perdido la rentabilidad y consecuentemente impulso. Los precios no han acompañado el proceso inflacionario, y por sobre todo, la ausencia de instrumentos que confieran estabilidad y previsión impide el diseño de planteos productivos de mediano y largo plazo.

El número de vientres (vacas y vaquillonas) se ha estabilizado en 21,5 millones y el índice de dinámica de stock (retención o liquidación), la proporción de hembras en faena, decreció hasta el 2012, revertiéndose su tendencia en el último año. Esto indica una reversión o al menos freno a la recuperación del stock y constituye un alerta respecto de la capacidad del sector de soportar alzas de costos.

Durante el inicio del 2013 se ha detectado un evidente retorno a la venta para faena de animales jóvenes. La faena de vaquillonas y terneros ha incrementado el 60 y el 100%, respectivamente, comparando enero 2014 con enero 2013. Paralelamente se redujo la oferta de novillo en un 25% para el mismo mes. Estos índices serán indicadores de eventos de liquidación o al menos desinterés por el negocio.

Sobre las existencias actuales de vientres y animales en recría y engorde, es muy previsible que en los próximos 5 años no se modifique la oferta de carne. Incluso es predecible un decrecimiento luego del 2015, si se acentúa la liquidación de vientres y reduce el peso a la faena durante el 2014.

Al límite de cubrir la demanda interna de los 60 a 65 kg/persona y por año en el 2014, se prevé que de consolidarse las tendencias, la ganadería bovina tendrá inconvenientes para sostener una oferta de carne de 60 kg/habitante y un stock animal estable más allá del 2016. La promoción de retención de vientres y de animales para producción de mayor peso a faena con destinos exportables y de mercado interno de mayor peso también generaría una carencia de oferta al mercado interno pero permitiría revertir la magnitud de la oferta global en el mismo quinquenio.

La dinámica que se observa en los movimientos de las existencias en la ganadería bovina es mayor a la de décadas pasadas. Ello se debe en gran medida a que la ganadería ha cambiando los modelos productivos e incorporado la volatilidad de costos de los insumos y servicios de la agricultura de granos. Los suelos que produjeran grandes volúmenes de carne a bajo costo, en sistemas basados en pasturas hoy son parte del proceso agrícola.

La relocalización de la ganadería de carne entre regiones del país como dentro de los predios, ha sido acompañada con un evidente proceso de intensificación basado en la incorporación de insumos (granos, maquinarias, combustibles). Este proceso le ha dado competitividad en varias regiones, pero la ha hecho a la ganadería más vulnerable ya que el costo de producción ha aumentado.

La producción a corral triplica los costos de la producción a pasto si no se tiene en cuenta el costo de oportunidad de la tierra. Los modelos ganaderos están en crisis, y en permanente cambio. Se observa que la duración media de los procesos de recría y engorde se ubica en los 12 meses. La velocidad del engorde ha sido la única variable de eficiencia que a cambiado sustancialmente en la producción bovina en las últimas décadas.

Ello ha hecho desaparecer de los sistemas de producción las categorías tradicionales de recría de animales de 1 a 2 años de vida. Esa categoría, factor de ineficiencia, pero por otro lado reserva de stock, no está hoy disponible para descansar en ella como la “reserva” para la producción rápida de novillo gordo si se dan escenarios de demanda interna o externa que imponen la aceleración de su extracción.

Aníbal Pordomingo y Francisco Santini

Programa Nacional de Producción Animal, INTA