En los campos de Colazo, en la provincia de Córdoba, muchos vecinos se sorprendieron al ver los zapallos gigantes que brotaban en el establecimiento de los Gatti. Y no son fruto de la casualidad, sino que estos productores han traído semillas del llamado Zapallo del Atlántico y consiguieron que se adapte con éxito a la tierra cordobesa.
“La idea surgió luego de que, para un stand de Agroactiva, llevamos estos zapallos de adorno, y vimos el interés que despertaron en la gente”, explica Graciela Gatti, “entonces nos trajimos las semillas de Estados Unidos, donde hacen el concurso del zapallo gigante y luego los usan para las fiestas de Halloween”. La generosidad de este cultivo no se limita a su tamaño, sino también a sus condiciones de adaptabilidad. Graciela dice haber comercializado sus semillas en lugares tan disímiles como Bolivia, Venezuela, Paraguay, Trelew, Río Negro, o Mendoza.
“Viene como los otros zapallos, que se adapta a cualquier lado”, asegura a la vez que brinda algunas recomendaciones para su siembra: en primer lugar, colocar las semillas cada cinco metros, porque todo es proporcional a su tamaño: las hojas, las guías, las flores. Se hacen los hoyos y se colocan tres o cuatro semillas a cuatro centímetros de profundidad. Se siembra fines de octubre, principios de noviembre, cuando no hay heladas, porque son sensibles. Hay que cuidarlos de los insectos y de las malezas que cada uno tiene en su zona. Se recomienda agregar cipremetrina al agua de riego para prevenir la oruga grasienta. Por semilla, cada guía puede dar entre dos y cinco zapallos. Se aconseja dejar uno o dos frutos por guía. Cuando tienen un diámetro entre 10 y 15 cm. se corta la guía para que toda la fuerza de la planta va a ir a ese fruto. Se cosechan a fines de marzo, mediados de abril, antes de las próximas heladas. Una clave para saber cuándo están listos: el fruto tiene que ser de un color anaranjado intenso y las guías deben estar secas.
Los zapallos pesan desde 40 kilos hasta 90 kilos. “Lo recomendamos especialmente para dulce y zapallo en almíbar”, agrega Graciela. Tiene poco desperdicio, porque su cáscara es fina, como la del anco, y no como la del plomo. “Son unos 8, 10 cm de pulpa y el resto es hueco. Son rendidores como su tamaño”, asegura.
¡Delicioso!
Tanto el zapallo como la calabaza son hortalizas de origen americano. Su consumo es antiquísimo: se calcula que 8000 años A.C. aproximadamente ya formaban parte de la dieta de los aztecas como algo habitual. Muchos años más tarde los españoles después de las conquistas lo llevaron a Europa donde rápidamente fue divulgado, conocido e incorporado a la alimentación.
Es sumamente nutritivo y de sabor dulzón. Su pulpa de color naranja nos indica su alto contenido en betacarotenos, sustancia muy importante que ayuda a prevenir el cáncer. El puré de zapallo es la comida habitual de los bebés y de los niños más pequeños. Es un regulador de la función intestinal, de los nervios y un fortalecedor del sistema óseo. Se digiere con facilidad, tanto hervido como al horno o formando parte de una comida. Esto le da la posibilidad de poder ser ingerido por quienes tienen estómago e intestino delicados pues actúa como suavizante y colaborador en desintoxicar al organismo de residuos tóxicos.
La pulpa debe ser firme, seca y opaca. Cuando la pulpa es brillante nos indica que el zapallo fue cosechado en forma anticipada y por lo tanto no será dulce. Otro detalle importante, cuanto mayor es el tamaño del zapallo más dulce es su sabor. Hay infinidad de formas de prepararlo, entero, cortado en trozos o en mitades, hervido, al vapor, al horno, solo o acompañado con otros ingredientes.
Recetas fáciles
Vaya esterilizando muchos frascos y haga acopio de azúcar y de cal, porque este zapallo es rendidor. Graciela compartió con nosotros dos sencillas recetas para aprovechar su pulpa y tener para todo el año. “Para hacer el dulce, se cosecha el zapallo, se saca la piel y las semillas. Luego se lo corta en dados. Se lo pesa y se coloca en una olla la misma proporción de zapallo que de azúcar, si lo quiere conservar todo el año. Por ejemplo, un kilo de zapallo con un kilo de azúcar. Si el consumo va a ser próximo, se puede bajar la cantidad de azúcar en un 30% -un kilo de zapallo con 700 gr de azúcar-. Se le puede agregar cáscaras de naranja o de limón, o nueces. Los cubos de zapallo se ponen en un recipiente con el azúcar unas 8 a 10 horas. En ese lapso va a largar un almíbar. Al otro día se cocina en una olla, con fuego mínimo, y se revuelve con una cuchara de madera. Cuando está color caramelo, ya está listo para el consumo.
Para hacer zapallos en almíbar, siga el mismo procedimiento. El zapallo cortado en dados se coloca entre 8 y 10 horas en cal, preferentemente cal en terrón. Se hace el almíbar en un recipiente aparte. Se lava bien el zapallo para sacarle la cal y se le da un hervor. Se vuelve a enjuagar. Se pincha dado por dado y se coloca en el almíbar que está en la olla y se lo deja hervir un poco más.