Las buenas prácticas permiten superar anualmente los 600 kilos de carne por hectárea en suelos de bajo valor productivo, según trabajos experimentales y a campo. Así lo informó la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Balcarce del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Especialistas del INTA y de la actividad privada demostraron que, con el manejo adecuado de agropiro o festuca, es factible sostener en primavera cargas mayores a 5-6 cabezas por hectárea con ganancias diarias de unos 800 gramos, similares a las obtenidas en verdeos de avena. Además, en vaquillonas de 15 meses, lograron más del 95 por ciento de preñez.
¿Cuál es el truco de las pasturas perennes? "Cuando se las maneja bien, cubren el suelo y disminuyen su recalentamiento, lo cual reduce las pérdidas de agua por evaporación", explicó Mónica Agnusdei, técnica del INTA Balcarce.
Esas pasturas también poseen raíces más desarrolladas que las especies anuales, por lo que utilizan mejor el agua de lluvia e incorporan más materia orgánica y así mejoran la calidad del suelo. Así, estos procesos extienden el período de aprovechamiento de la pastura, dan mayor tolerancia a la sequía y producen forraje rápidamente después de las lluvias, como por ejemplo en el período crítico de fines de verano, agregó.
La especialista recordó que "la agricultura desplazó a la ganadería a suelos marginales sin pedirle permiso, concentrando la carga en zonas que no estaban preparadas para ello en un ciclo caracterizado por eventos climáticos extremos. En ese contexto, se recurrió a apagar el incendio con la anualización y el ensilaje, ya que poco se sabía del manejo de estos ambientes, ni del potencial productivo de viejas conocidas como el agropiro y la festuca", explicó.
Ganaderia en los Margenes
Aún con sus conocidas y ventajosas características, gran parte de la región pampeana tiene suelos marginales con severas limitantes para la ganadería. No obstante, soporta un 60 por ciento de la cría vacuna en suelos que tienen una vegetación degradada en cuanto a su producción anual, que va de dos a cinco toneladas por hectárea de forraje y su valor nutritivo es una gran limitante para una buena respuesta animal.
"Bajo estas condiciones, no se puede hacer más que cría con baja carga, generalmente menos de 0,6 equivalente vaca (EV), con baja fertilidad del rodeo y venta de terneros al destete", dijo Agnusdei.
La especialista es también referente de la jornada técnica Pasturas 2013: claves para producir más y mejor, que organiza el INTA y la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata, el 8 de abril, en la sede de la Universidad Católica Argentina (UCA) de Puerto Madero, de lo que se informa por separado.
"La inclusión de pasturas perennes como eje central de las cadenas forrajeras puede mejorar la calidad del suelo y reducir los riesgos de origen climático", dijo la técnica.
También puntualizó que el uso de verdeos y ensilajes es "un respaldo insoslayable para las tecnologías de pasturas de alta producción". Sin embargo, su proporción en los sistemas ganaderos modernos debe contemplar el alto potencial productivo-ambiental que tienen las pasturas perennes, añadió Agnusdei.
En esta línea, las pasturas no solamente pueden complementarse estratégicamente con verdeos de invierno y ensilaje de maíz o sorgo, sino también con el encierre de animales cuando escasea el pasto, o para hacer negocio con la compra-venta para lograr objetivos productivos o empresariales de forma eficiente, predecible y sustentable.
Por esto Agnusdei consideró que "las pasturas perennes no sólo ofrecen excelentes resultados en producción de carne, sino que además le pueden cambiar la cara al campo.