Tres años atrás un grupo de empresarios agrícolas CREA de la zona Sur de Santa Fe contactaron a investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) para comenzar a evaluar los niveles de proteína en soja proveniente de diferentes regiones.
Los investigadores de la UNR Lucas Borrás, José Rotundo y José Gerde, quienes inicialmente comenzaron a evaluar las muestras enviadas por empresas CREA del Sur de Santa Fe, incorporaron al tesista Guillermo Ravera para agilizar el procesamiento de datos.
“La mayor parte de las muestras analizadas en las últimas tres campañas no pudieron acceder a las bonificaciones ofrecidas por la industria”, explicó Ravera durante una presentación realizada en la ciudad de Buenos Aires ante la Comisión de Agricultura de Aacrea.
Ante la progresiva caída del nivel de proteína registrado por la soja argentina, en los últimos años diferentes fábricas aceiteras comenzaron a ofrecer bonificaciones de 10 u$s/tonelada, sobre la base del precio “pizarra” Rosario, para niveles de proteína de 38,5% a 39,0%, 15 u$s/tonelada para el rango de 39,1% a 39,5% y 20 u$s/tonelada para niveles superiores a 39,6%.
“Para poder identificar los factores ambientales y de manejo que permitan modificar los niveles de proteína, empleamos un programa de Data Mining, que permite emplear diferentes técnicas estadísticas para descubrir patrones ocultos en grandes bases de datos sin tener ninguna hipótesis a priori”, comentó Ravera.
El método empleado para identificar variables clave fue el de “árboles de regresión”. Se analizó una muestra de 963 casos –que en conjunto registraron una proteína promedio del 37,1%– provenientes mayormente de campos localizados en la zona núcleo pampeana, mientras que una porción minoritaria provino del norte de Córdoba, Santiago del Estero, Chaco, La Pampa y Entre Ríos. Los mismos corresponden a las campañas 2012/13 y 2013/14.
“Con esa metodología logramos explicar un 43% de las variaciones observadas. Y de ese 43%, un 60% de la variabilidad se explica por grupo madurez”, indicó Ravera.
Los cultivares con grupos de madurez V, VI, VII y VIII (usualmente empleados en el norte del país) registraron en promedio un nivel de proteína del 38,7%, mientras que los III cortos y IV cortos y largos (sembrados mayormente en la zona pampeana) evidenciaron un promedio del 36,6%.
“Los datos generados por el árbol de regresión indican que existiría una relación inversamente proporcional entre rendimiento y nivel de proteína, algo ya sabido; el propósito de nuestro trabajo es encontrar aquellas variables que permitan lograr altos niveles de proteína con elevados rindes”, señaló el investigador de la UNR.
En ese sentido, ensayos realizados por los grupos CREA Sur de Santa muestran que existe una relación positiva entre cultivos bien nutridos y elevados niveles tanto de rindes como de proteína.
“En el análisis tenemos que incorporar más variables de manejo como fertilización, aplicación de fungicidas, series de suelo, etcétera, y variables ambientales como temperatura o radiación, de manera tal de poder detectar con mayor precisión lo que estamos buscando”, apuntó Ravera.