Nueva Zelanda –la principal productora mundial de leche en polvo– está registrando este año una de las perores sequías de su historia. El resultado: un alza sustancial en el mercado internacional de ese producto lácteo.
El dato es que –según los precios futuros negociados en la plataforma Global Dairy Trade de la neocelandesa Fonterra– a partir de septiembre de 2013 los precios internacionales comenzarían a experimentar un marcado descenso a causa de la recomposición de la producción de leche en Oceanía.
Entonces: en lo inmediato se presenta una oportunidad de generar un volumen adicional de divisas en un momento en el cual el gobierno nacional necesita dólares de manera desesperada para contener la brecha existente entre el tipo de campo oficial e informal (5,1 versus 8,4 $/u$s).
El problema es que las ventas externas de productos lácteos, al igual que las colocaciones de commodities agrícolas y carne bovina, también están cuotificadas por el gobierno nacional por medio de la concesión de licencias de exportación conocidas como “ROE blanco”.
El precio promedio de exportación de la leche en polvo entera argentina ronda actualmente los 4000 u$s/tonelada. En cambio, las divisas ingresadas por una tonelada de maíz o de soja en la actualidad se ubican en 240 y 520 dólares.
La desregulación del mercado externo de lácteos también permitiría recomponer de manera más rápida los precios de la leche pagados a los tamberos (antes de que siga avanzando el proceso de liquidación del rodeo lechero argentino).