Martín Díaz Zorita es doctor en Ciencias del suelo, egresado de la Universidad de Kentucky, Estados Unidos. Pondera el buen manejo de nutrientes, no sólo por los rindes sino también para mejorar la calidad del ambiente de cultivo. Conocer los requerimientos de la soja es fundamental allí donde la disponibilidad de fósforo, nitrógeno y azufre es limitada. En este contexto, la base inicial para un manejo eficiente en la materia pasa por el análisis de suelo. “Esta herramienta permite tomar mejores decisiones, identificar la variabilidad y limitar sectores específicos para apuntar a elevar la renta”, asegura.
Nitrógeno
Para el profesional, también docente de la UBA, la inoculación es una práctica rentable pero de una eficiencia cambiante. Luego de varios años de ensayos se encontró que brinda respuestas positivas en promedio en el 76% de los casos; la variabilidad de esa respuesta es explicada por la calidad de los tratamientos. “Puede decirse que se está fallando en el 46% de los casos –advierte Díaz Zorita–. El manejo eficiente por medio de una buena calidad de inoculación y siembra tiene un peso tan importante como la decisión de inocular o no”. Por otro lado, debe considerarse que la inoculación responde según lo previsto si las condiciones del cultivo van acompañando.
Fósforo
El prestigioso disertante advierte asimismo sobre la deficiencia generalizada de fósforo (P). En el ultimo relevamiento del INTA y Fertilizar se detectó que el 60% de nuestros suelos agrícolas presenta ese problema. Como si fuera poco, el 65% del área agrícola nacional es sembrada con soja, y sólo el 45% de esa superficie es fertilizada. Y apenas el 10% es diagnosticada por medio del análisis de suelo. “Fertilizamos a ciegas”, se queja Díaz Zorita.
En estudios recientes los niveles de respuesta promedio para 24 situaciones que cubren toda la Región Pampeana y tienen una disponibilidad de entre 6 a 12 ppm, alcanzó a 240 kg/ha. En cambio, cuando pasamos a aquellos escenarios con disponibilidad superior a 12 ppm, el nivel de respuesta media disminuye y la frecuencia de respuestas positivas también. “La detección de la frecuencia de casos positivos permite segmentar la probabilidad de retorno. Además, cuanto más representativo sea el análisis mayor poder tendremos a la hora de tomar decisiones”, afirma el profesional.
Para Díaz Zorita, luego de identificar si debemos fertilizar corresponde determinar cuándo y cómo vamos a hacerlo. En un estudio reciente realizado por técnicos del INTA y de varias universidades se evaluó cómo debemos corregir la disponibilidad de nutrientes allí donde hay probabilidad de respuesta. Una de las primeras conclusiones indica que si el análisis de suelo sugiere que ésta existe, corresponde fertilizar con cualquiera de los métodos disponibles.
En términos de eficiencia, lo mejor es acercar el nutriente a la línea de siembra, para que el cultivo pueda acceder al mismo. Esta decisión de manejo significa mayor retorno en kilos de producción pero implica cierta complicación en la logística. Por lo tanto, manejos alternativos como aplicaciones en invierno o próximas a la siembra en superficie no son despreciables en siembra directa con espacios entre líneas de 52 cm y buena cobertura. “En esa condición la eficiencia disminuye pero no nos alejamos en el resultado físico”, aclara.
El especialista también advirtió sobre la pérdida de stand por fitotoxicidad. “La soja es muy sensible y debe hacer un esfuerzo muy grande para compensar la merma de plantas. Estimamos el aporte máximo en función de la textura y evitemos la pérdida de producción”, aconsejó. En cuanto a dosis, el ingeniero presentó curvas de ajuste de respuesta en tres ambientes. En cualquiera de esas situaciones las dosis con más retorno de producción esperable se ubican entre 10 y 14 kg de fósforo por hectárea, equivalente a 50- 65 kg de SPT, aproximadamente.
Azufre
Su dinámica está asociada a la de la materia orgánica. La frecuencia de casos con deficiencia ha aumentado, y la probabilidad de respuesta a la fertilización en el norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe es ahora más alta.
De hecho, la respuesta al azufre es frecuente por la alta extracción que realiza el cultivo y el bajo contenido de materia orgánica reinante en muchos campos; la respuesta promedio con máxima deficiencia está cercana a los 350 kg. El azufre se puede manejar en el cultivo o en la rotación, dado que tiene efecto residual. En cuanto a micronutrientes, mencionó al boro como uno de los que está mostrando cada vez mayor deficiencia.