La semana pasada se dio un nuevo período con subas fuertes lideradas por la soja, pero en la que también el maíz se benefició. El trigo en tanto, sigue más lentamente el proceso. La suba es tan vertiginosa y sorprendente como lo fue la baja previa. La pregunta que se plantea entonces es ¿qué cambió en tan poco tiempo para ver semejante rebote?
En primer lugar hay que tener presente que en ocasiones los operadores se dejan llevar por la tendencia y venden más de lo aconsejable o viceversa. Cuando a fines de junio se dio el incremento de área sembrada de soja en EE.UU. y el excelente clima que venía acompañando a los cultivos tanto de la oleaginosa como de maíz, se empezó a apostar a qué tan fuerte iba a ser el pico de oferta. Este elemento bajista se fue potenciando por el clima que siguió siendo ideal durante todo el proceso productivo norteamericano, y como resultante, la posición vendida de soja llegó a ser récord, y la de maíz se neutralizó. Pero en algún momento se iba a tener que tomar ganancias comprando. Esto era una mezcla de combustible lista para explotar, pero faltaba una chispa. La misma fue aportada por el atraso en la recolección de EE.UU., y el clima seco en el norte de Brasil para la siembra. Se detonó así la compra y el mismo mecanismo que llevó a bajar, ahora lleva a subir.
Sin embargo, en el largo plazo tanto la venta exagerada que lleva a precios demasiado bajos, como la compra fuera de lugar que los hace subir rinden examen frente a los fundamentos reales de oferta y demanda, y estos terminan ganando la pulseada. La pregunta en definitiva es ¿cuál debería ser el precio lógico para estos productos?
Si bien es innegable que la oferta es enorme, y esto justifica un ajuste de precios, no debemos olvidarnos que la demanda también subió mucho en un proceso que lleva años. Además con una caída de precios, el consumo debería incentivarse. Los productores, viendo la caída de precios y costos elevados, retrajeron sus ventas, y los compradores salieron a la caza de quienes estaban dispuestos a vender. Dado que en Argentina la retención fue muy grande, los compradores fueron por la mercadería norteamericana, y nos encontramos con que EE.UU. ya colocó más del 70% de la soja que esperaba exportar este año, y casi el 60% de la harina de soja, 6 puntos y 22 puntos más que el año anterior. Esta es la verdadera razón por la cual se pensó que los precios iban a rebotar, aunque se esperaba que lo hicieran más adelante.
De todas formas no hay que marearse: hay mucha más oferta que otros años, por lo que los precios no van a llegar a los niveles de tales. Sin embargo, con valores cercanos a los
u$s 300 por tonelada de disponible y u$s 260 por tonelada de cosecha nueva de soja, parece interesante retomar las ventas, y seguir la suba con opciones. Especialmente porque hay mayor producción esperada para Sudamérica. Los productores captaron esto y de hecho están vendiendo algo más.
En cuanto al maíz, como no se espera mayor producción en otros países, sino menor, la política de retención y espera de precios más altos estaría justificada, aún cuando los precios mejoraron y se acercan a los u$s 130 por tonelada de cosecha nueva.
En el caso del trigo el limitante es que en el mundo hay todavía oferta barata. La misma hace que el precio en Chicago no pueda subir tanto. Localmente los precios siguen divorciados del mercado internacional por falta de ROE Verde. Sin embargo esta semana se especuló con que el Gobierno podría dar 2 millones de toneladas en cuotas de a 500 mil toneladas. Esto que parece promisorio, no lo es tanto cuando vemos que los exportadores ya tienen compradas más de 900 mil toneladas de trigo. Es decir que tendrían casi las dos primeras cuotas de exportación compradas.