La “retención privada” instrumentada de facto por la filial local de Monsanto generó un conflicto con una de las mayores compañías agropecuarias argentinas: La Redención Sofro de la familia Rodrigué.
El caso –reflejado en un artículo publicado hoy en La Nación por el periodista Fernando Bertello– seguramente acelerará la anunciada intervención de las autoridades del Ministerio de Agroindustria en el tema para evitar que el conflicto se torne incontrolable.
“Dos años atrás compré una bolsa a Don Mario para probar en el norte del país un germoplasma nuevo que tenía incorporando el evento de Monsanto con el valor del canon incluido”, comentó hoy Marcos Rodrigué a valorsoja.com.
“El año pasado quisimos comprar el mismo germoplasma pero no tenía incorporado el canon: teníamos que negociarlo con Monsanto. Entonces pedimos los cultivares sin el gen RR2 Pro, pero la gente de Don Mario nos indicó que no tenían; sólo disponían de bolsas con el gen de Monsanto”, añadió el empresario agropecuario e intendente de Inriville (Córdoba).
“Antes de las vacaciones nos llamaron de Monsanto para decirnos que nos convenía pagar el canon de Intacta antes de la cosecha porque era más barato. Pero le respondimos que no íbamos a validar esa metodología de cobro”, aseguró Rodrigué.
Dos semanas atrás comenzó a cosechar soja en Bandera (Santiago del Estero) y la despachó, por intermedio de la corredora Zeni, hacia una terminal de Oleaginosa Moreno (Glencore), que, al recibirla, detectó la presencia del gen RR2 Pro para luego informar de tal situación a Monsanto.
“Comencé a recibir facturas de Monsanto de 15 dólares por tonelada por el canon de Intacta; si el rinde promedio en Bandera termina siendo de 30 qq/ha, entonces eso implica que Monsanto se quedará con el 50% de la rentabilidad”, indicó Rodrigué.
“Estoy a favor de la tecnología; siempre compré semilla fiscalizada, todos los años. Pero esto me parece una provocación por parte de Monsanto. Ya tuvimos demasiado con Cristina (Fernández de Kirchner) y (Guillermo) Moreno como tener que sufrir lo mismo de una empresa”, explicó.
“Es imposible decir que esto es un acuerdo entre privados porque aquí no hubo ningún acuerdo: la venta tiene incorporada de manera compulsiva una cláusula que yo no validé en ningún momento”, agregó el empresario.
Rodrigué –quien considera que la tecnología debe abonarse solamente al comprar semilla– también sembró soja con el gen RR2 Pro en la región pampeana (donde este año Bunge ya comenzó a realizar análisis en la terminal de Ramallo; para las partidas provenientes del norte del país los análisis se realizan desde el año pasado).
“Los nuevos germoplasmas vienen todos con el gen Intacta, pero el productor debería tener alternativas, así como toda autopista tiene una colectora para aquellos que no quieren usarla. Tenemos que terminar con estas cuestiones arbitrarias, compulsivas, que se imponen de prepo. Es preocupante que, más allá de cuán fantásticos sean tecnológicamente, que no les importe la gente, que en definitiva son sus clientes”, alertó Rodrigué.
“Tenemos que terminar con la bolsa blanca. Pero no podemos validar sistemas en los que no intervenga la competencia. Me he peleado muchas veces en mi vida por defender el pago de la tecnología, pero en el marco de un sistema razonable. El gobierno no se puede desatender de esta situación”, concluyó.