Los números proyectados para el ciclo 2013/14 son muy ajustados, y sólo se podrá salir del quebranto con rindes altos. Por el lado de los costos, que aumentan cada campaña, no hay mucho para hacer. Frente a las ajustadas finanzas de los productores, previsiblemente crecerá la necesidad de financiación a cosecha.
Para cultivos sembrados por administración en campo propio, para cubrir los costos totales, se necesitan rindes no inferiores a 37 qq/ha de trigo, 17 qq/ha de soja de segunda, 72 qq/ha de maíz, 17 qq/ha de girasol y 25 qq/ha de soja de primera.
En campo arrendado los rindes de indiferencia son de 44 qq/ha para trigo, 22 qq/ha para soja de segunda, 85 qq/ha para maíz, 21 qq/ha para girasol y 31 qq/ha para soja de primera.
Aún faltan definirse los planes de siembra. El maíz es el cultivo que requiere mayor inversión por hectárea, y ante restricciones financieras, especialmente en campo arrendado, es el primer candidato a resignar superficie.
Aún no se cierran los negocios de arrendamientos en buena parte de los campos. En este contexto, y ante la falta de recursos financieros, cada vez se ofrecen menos quintales fijos por adelantado, y aumenta la proporción de pagos a cosecha y los arriendos a porcentaje, con escalas variables según rinde, en las cuales el propietario comparte el riesgo productivo con el arrendatario.
Era sabido que los precios altos no durarían siempre. Con costos en alza hace falta precio. Con precios internacionales más bajos, pierden sentido las retenciones a las exportaciones, y la continuidad de esta imposición pone en riesgo la producción. Falta precio porque sobran las retenciones. Además, la intervención del mercado de exportaciones genera descuentos adicionales sobre el FAS teórico en los precios FAS de mercado para el trigo y el maíz, lo cual agrava la situación. Los rindes de indiferencia son altos