Se intentó emparcharlo cobrándole retenciones a los pobres (a través de la inflación), restringiendo importaciones y cuasi-prohibiendo la compra legal de divisas. No fue suficiente.
Agotado el recurso de la soja para financiar un modelo político populista, los candidatos a reemplazar a Cristina Fernández en 2016 necesitaban encontrar una nueva “caja” para financiar una nueva década de logros indiscutibles.
Algunos imaginaron que el yacimiento de “Vaca Muerta” generaría el ingreso de toneladas de dólares. Pero eso no ocurrió. Y está bastante lejos de que pueda suceder con los valores actuales del petróleo.
Sin “Plan B” estaba claro que el exitoso modelo populista tenía los días contados. Argentina podía caer en la trampa de tener que recurrir a un gobierno republicano que promoviese el desarrollo sustentable basado en las exportaciones de bienes con valor agregado genuino.
Afortunadamente, los estrategas kirchneristas encontraron una nueva “caja” para poder sostener el modelo populista por otra década más (ahorrándole gran trabajo al próximo gobierno).
El primer hito de esta nueva “caja” de recursos fue recibir una cantidad importante de yuanes a cambio de ceder 200 hectáreas en la Patagonia para establecer una base dedicada a la “exploración de la luna” (¿alguien puede imaginar algo más romántico?).
El segundo gran paso es un acuerdo histórico que promoverá grandes inversiones chinas en “sectores de gran potencial de exportación al mercado chino”. Tenemos que convertirnos en una factoría de insumos de la industria china si queremos ganarle la guerra a los buitres norteamericanos.
Las inversiones, destinadas a asegurar la provisión de recursos naturales a China, se realizará con préstamos que pagará la próxima generación de argentinos, los cuales, gracias a los importantes avances registrados en el sistema educativo local, seguramente lograrán encontrar la manera de afrontar tales compromisos.
El déficit comercial creciente que registramos con China (que en 2014 probablemente termine superando los 6000 millones de dólares) es una señal de que vamos por el buen camino. Otra es que empresarios pro-valor agregado, como Franco Macri, apoyan la alianza incondicional con China.
Pero es necesario estar muy atentos para no cometer los mismos errores en los que incurrieron, por ejemplo, los chilenos, quienes desde 2006, cuando firmaron un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China, no pararon de registrar superávits comerciales con la nación asiática.
Más allá de la cuestión económica, una alianza incondicional con China se sustenta además en la afinidad cultural existente entre un régimen totalitario y un modelo populista, en el cual los individuos sólo tienen entidad cuando están alineados con los designios de la clase dirigente, la cual, por supuesto, debe ser debidamente recompensada por su sacrificio.
Ezequiel Tambornini