A Martin Richenhagen, CEO mundial de AGCO, multinacional de la maquinaria agrícola, se le soltó la cadena en el medio de una conferencia de prensa de las que se esperan sólo palabras amables y de ocasión. Como se sabe el anuncio de una inversión de 20 millones de dólares para producir cosechadoras no lo privó de despacharse calificando a las retenciones de "estúpidas" y afirmando que en nuestro país funcionan "reglas burocráticas como en un régimen socialista, comunista". El mismo día pero en el Chaco, un productor algodonero se quitaba la vida abrumado por las deudas y la extinción total de su capital de trabajo.
Una de las principales empresas agroindustriales del norte santafecino que sembraba en campos de terceros, Aníbal Moschen Hnos, acaba de solicitar el concurso preventivo de acreedores. Lamentablemente no es la única. Los cheques rebotados ya son parte del paisaje de las ciudades de interior. Si la cadena de pagos no esta rota, cruje como si lo estuviera.
Aunque parezcan excepcionales, son las situaciones que se viven después de una década que tuvo al viento siempre soplando a favor. Consecuencias de haber tirado más de la cuerda con un sistema que sólo demostró su eficacia para expoliar al aparato productivo.
Ahora que amainó, con la caída del precio internacional de los granos y alimentos, la producción se encuentra sin ningún tipo de resto. Que no es sólo financiero. Los productores deprimidos de estos días y hasta el experimentado funcionario alemán de alto rango que pierde inesperadamente los estribos hablan también de un agotamiento anímico. Imposible de cuantificar, pero ¿cuánta energía emprendedora se estará perdiendo con esta crisis?
La cuestión es compleja no sólo porque el tanque de reserva de la producción está en cero sino porque las señales para adelante siguen demasiado confusas. Se descarta que el Gobierno pegue un cambio de timón para que aparezca por lo menos una luz en el horizonte. Preocupa más que su candidato, Daniel Scioli, con chances ciertas de ganar las elecciones, aún no esté enterado de la gravedad de la situación que se vive. La mayor distancia que puede tomar del actual modelo productivo, según lo que afirmó en la Federación Agraria, es "rever el sistema fiscal" y "pensar el esquema de retenciones". Afirmaciones muy a mitad de camino de las certidumbres que hoy se necesitan.
En este contexto y como no podía ser de otra forma , la superficie sembrada para la próxima campaña volverá a caer y lo hará por cuarto año consecutivo, según las estimaciones privadas. Calculan un piso de caída de un millón de hectáreas que podría llegar a los dos millones de hectáreas.
Aunque significativas estas cifras son sólo la punta visible del iceberg. Para descubrir la real dimensión del problema hay que tener en cuenta que los chacareros y algunos dueños de los campos están empeñados en sembrar cueste lo que cueste. En muchos casos deciden sembrar aún cuando a rindes promedio pierdan plata. Se parece a un tiro de taba con la expectativa que en el aire suceda una devaluación. Siembran con lo que no tienen y en muchos casos debiendo buena parte de la última cosecha.
Aacrea, por medio de su sistema de encuestas, le tomó el pulso al aumento del endeudamiento sobre un universo de 829 empresas. Los resultados indican que el 38% de las empresas agrícolas se quedó con deudas de la campaña pasada. Es un 18,5% superior al registrado el año pasado para el mismo mes. No se quedaron sólo con el pasado, también midieron como los empresarios piensan actuar en la futura campaña. El 57% de las empresas encuestadas estima financiar más del 40% de los costos de implantación. El promedio de financiación se ubicó en el 46,5%, que esta 11% por encima de la media de las últimas tres campañas. Sólo el 8% de los encuestados no prevé financiar la siembra.
Más allá de los niveles de endeudamiento, la última encuesta de Aacrea también midió las expectativas generales. El 88% cree que la situación económica del país es peor que un año atrás. Y en cuanto a la situación particular, el 73% de los encuestados afirma que se ha deteriorado con respecto al año pasado.
Es fácil sacar conclusiones si se piensa que los grupos Crea están por encima del promedio nacional en lo que hace a parámetros productivos y empresarios.
Se puede llegar a concluir que la toma de mayor riesgo y endeudamiento de los productores impide que la caída de la superficie sembrada sea aún mayor.
El dirigente Néstor Roulet, que viene calculando la deuda que contraen los productores, estima que para afrontar la próxima campaña la producción deberá endeudarse en 4768 millones de dólares. Esta vez se juegan hasta la camiseta.
La Nación